Hace poco más de un mes, el Bilbao Basket sufrió una durísima derrota en Zaragoza. Ayer el patrón se repitió y en Miribilla el conjunto vizcaino volvió a estrellarse ante un rival en plenitud y con el viento en la espalda. NI siquiera la reaparición de Ondrej Balvin después de dos meses ejerció el efecto revitalizador que se esperaba. Al contrario, pareció generar en el equipo una mayor presión, un deseo de agradar mal encauzado que hizo que los hombres de negro se equivocaran en muchísimas ocasiones y jugaran muchos minutos como pollos sin cabeza, llegando a destiempo en cantidad de jugadas. El Casademont Zaragoza se ha convertido en una piedra con la que el Bilbao Basket se ha acostumbrado a tropezar de forma estrepitosa, pero ayer lo hizo además sin un asomo de rebeldía, que hizo bajar los brazos demasiado pronto y llevó a los vizcainos a sumar su segunda derrota consecutiva en casa sin ninguna opción.

El inicio del partido, con los dos conjuntos cambiando aciertos y los locales sumando tres triples en tres minutos, no fue más que un espejismo que creó una falsa sensación de competitividad. El 11-6 duró nada porque los maños contestaron con un 0-8 en minuto y medio. Estaba claro que a meter puntos era imposible ganar al Zaragoza, pero el Bilbao Basket no encontró la receta para bajar las revoluciones y salir de un ritmo que beneficiaba claramente a los visitantes. Hlinason comenzó dominando las zonas y ni siquiera la salida del gigante islandés por sus tempranas tres faltas inquietó a Sergio Hernández, que tenía el recurso de Justiz o de jugar con un quinteto pequeño. La defensa bilbaina se empeñó en apretar a diez metros del aro, pero desprotegió todo lo que pasó a su espalda y cedió todos los duelos en el uno contra uno. La línea de fondo fue una autopista y el rebote, una bicoca para Barreiro que con su hiperactividad destrozó la endeble propuesta bilbaina.

Con todo, el 24-29 podía haber sido manejado con inteligencia, pero el Bilbao Basket se empeñó en hacerse el harakiri. Justo lo que Álex Mumbrú no quería que pasara ocurrió en la parte final del segundo cuarto y su equipo dejó de competir. El partido aconsejaba entonces templar los ánimos, tratar de llegar al descanso con el menor daño posible, pero a partir del 32-40 el Bilbao Basket se descosió por todas partes, estuvo 5 minutos y 35 segundos sin anotar y cedió un parcial de 0-12 que mató el encuentro. El total de esos diez minutos fue un 8-23 que desmontó la predisposición táctica, mental y anímica de los hombres de negro. El Casademont Zaragoza fue listo y jugó con la ansiedad de su rival, como había anunciado su técnico. Invitó a Jonathan Rousselle a meterse en la zona y allí cerraron todas las puertas al francés, con una gran actividad en las líneas de pase y un excelente uso del cuerpo que hizo cometer a los bilbainos media docena de faltas de ataque.

sin reacción

La segunda parte se jugó por imperativo legal porque el Bilbao Basket estaba mentalmente fuera. Barreiro siguió percutiendo, disfrutando en la cancha como cuando jugaba con Luka Doncic en la cantera del Real Madrid y la frustración se fue apoderando de los hombres de negro, que después de los cinco triples del primer cuarto ya no anotaron más hasta el que cerró el partido para dejar un marcador menos duro. Los jugadores de Mumbrú siguieron desperdiciando posesiones, incluso desde el tiro libre, con malas selecciones y lanzamientos sin confianza mientras el Zaragoza no estaba por la labor de perdonar ni contemporizar y sumaba con una regularidad que confirmaba su condición de ataque más productivo de la Liga Endesa.

El partido merecía tirar la toalla, ponerse a pensar en otra cosa, cuando la ventaja del Zaragoza llegó a los 35 puntos (54-89). Apenas quedaron unos minutos para que Balvin acumulara esfuerzo en sus piernas, pero el Bilbao Basket va a necesitar mucho más que el retorno de quien estaba siendo su jugador franquicia para salir del lío en el que está metido. Si todos los demás restan, si el juego del equipo no evoluciona, va a ser imposible. En el día en que el Fuenlabrada y el Betis sumaron victorias, los hombres de negro hundieron aún más sus pies en el fango.

1

El jugador checo regresó al equipo justo dos meses después y lo hizo como titular. Su último partido con el Bilbao Basket fue contra el Real Betis el 22 de noviembre y a la semana siguiente se lesionó en un duelo con su selección.

2

El Bilbao Basket acabó el partido con un 24% en triples (6 de 24), pese a anotar los tres primeros, y con un 41% en tiros libres (7 de 17). Esos errores abrieron el campo y facilitaron el trabajo al Zaragoza.

3

El equipo de Mumbrú dormirá hoy como colista porque el Real Betis arruinó el debut de Fotis Katsikaris en el banquillo del UnIcaja y se impuso por segunda vez en un mes al equipo malagueño.