EL Bilbao Basket, ahora de nuevo empatado con los puestos de descenso, porque no es capaz de encontrar una continuidad en su juego. Su esqueleto sigue siendo endeble y se desmonta en cuanto llegan las primeras adversidades. El domingo ante el Unicaja aguantó durante un primer cuarto en el que tuvo ventaja en el marcador gracias al dominio interior de Felipe Dos Anjos, lo que no deja de ser un síntoma para analizar. La ventaja de 24-20 al inicio del segundo cuarto duró un suspiro, un par de ataques en los que Abromaitis sumó de tres en tres desde el mismo lugar. En ese momento, se abrieron el tramo que decidió el partido porque hasta el descanso coincidieron el acierto que los malagueños no habían tenido hasta entonces con una sucesión de errores de los hombres de negro en los dos lados de la cancha. 12-28 de parcial en ese cuarto y el Bilbao Basket se despidió de la victoria porque a partir de ahí había que hacer demasiadas cosas bien y esperar que el Unicaja bajara el pistón, algo que no hizo porque estaba en juego su presencia en la Copa.

Tampoco debe sorprender que al Bilbao Basket le cueste hilar su juego porque cada partido tiene que colocar piezas nuevas. El domingo le tocó debutar a Alade Aminu, que salió a 4.47 del final del primer tiempo y su primera acción fue una falta a Tim Abromaitis bajo el aro que dio un 2+1 al estadounidense y la primera ventaja de diez puntos al Unicaja. En el ataque siguiente, el pívot nigeriano anotó su primera canasta después de rebotear su propio fallo bajo el aro. Su presencia intimidatoria no se hizo notar como se espera ya que, lógicamente, se le vio desubicado y falto de ritmo. En el último cuarto, apareció a 6.35 del final y logró dos puntos más con un semigancho desde el centro de la zona. Su aportación se quedó en cuatro puntos y un rebote en siete minutos y medio.

Aminu es el quinto jugador que tiene que meter sobre la marcha el Bilbao Basket y eso hace que se resienta el funcionamiento colectivo. Quien más lo está acusando es Goran Huskic, que tiene entre sus prioridades la distribución del balón, pero el equipo le necesita ahora mismo más en una función de finalizador para evitar que, como hizo ayer el Unicaja, los rivales desatiendan su defensa y cierren líneas de pase. Cuando eso ocurre, es necesario un movimiento sin balón adecuado, un conocimiento de las posiciones y espacios que ocupan los compañeros para el que hace falta un tiempo del que el Bilbao Basket no dispone. Se busca circular el balón, pero aparecen las pérdidas, algunas de ellas frustrantes por evitables. Eso ocurrió en el inicio del tercer cuarto cuando los de Álex Mumbrú parecían haber encontrado la línea a seguir, pero el cuidado del balón fue deficiente (18 pérdidas en total) y la remontada se quedó en un inofensivo amago.

Débil defensa

Ante eso, tocaba cerrar filas en defensa, pero siempre dio la impresión de que se jugó a lo quiso el Unicaja, que puso el balón en manos de sus exteriores para romper en el uno contra uno, directamente o tras los cambios defensivos, y encontrar desde ahí tiros liberados. Y cuando no, aparecían tiros tras bote indefendibles que, al final, marcan la diferencia en estos niveles competitivos. John Jenkins se quedó de nuevo en malos porcentajes, tres aciertos en once lanzamientos, y ni siquiera el segundo notable día de Kulboka en el triple dio esperanzas en el marcador. Sin un desatascador de los que el equipo malagueño tiene de sobra, al Bilbao Basket le tocó elaborar sus ataques en busca de los mejores tiros, pero faltó fluidez ante una defensa muy agresiva en el bloqueo directo. Algo así cabe esperar el martes cuando el conjunto bilbaino visiten en Burgos a otro rival que se juega la Copa. El Unicaja ni siquiera perdonó los últimos dos triples que agradaron la herida del Bilbao Basket, una más en Miribilla, que no termina de cerrarse.