Bilbao - Es probable que no hubiese nadie en el entorno del Bilbao Basket, seguro que tampoco dentro del vestuario de los hombres de negro, que no frunciera el ceño y torciera el gesto en señal de contrariedad cuando a última hora de la tarde del sábado se confirmó la victoria del San Pablo Burgos en Santiago de Compostela, pues ese resultado obligaba a tirar las calculadoras a la basura y colocaba la lucha por clasificarse para la Copa en el terreno de las grandes heroicidades. El billete de mediados de febrero para la atractiva Málaga pasaba por derrotar en el Palau al todopoderoso Barça, al conjunto de la constelación de estrellas, a la estructura de los más de 40 millones de presupuesto. Palabras mayores para un equipo recién ascendido. El panorama obligaba a un acto de fe en la matinal del domingo y fue eso precisamente, la fe en sus posibilidades, en el trabajo que les había llevado hasta allí, lo que hizo que fueran los jugadores y técnicos de la escuadra vizcaina los que acabaron saltando de alegría en mitad del recinto azulgrana y emulando al mítico Raphael en un vestuario que era un volcán de emociones.

Porque lo que protagonizó ayer el Bilbao Basket en el Palau fue un escándalo. Un escándalo mayúsculo en la mejor de sus acepciones por lo admirable y asombroso de su gesta. Los pupilos de Álex Mumbrú aguantaron en todo momento la mirada del gigante azulgrana, no pestañearon cuando se vieron 14 puntos por debajo en el luminoso en el arranque del tercer cuarto, recuperaron terreno sin prisa pero sin pausa hasta acabar llevando el duelo a la prórroga (84-84) merced a un palmeo de Ben Lammers tras un triple fallado de Jaylon Brown que pudo haber dado carpetazo al asunto y en el tiempo extra consiguieron que fueran los de Svetislav Pesic, visiblemente incómodos y necesitados de oxígeno, los que bailaran a su son. Axel Bouteille puso a los suyos en ventaja (87-90), Jonathan Rousselle allanó mucho el camino con un canastón con step back a lo James Harden a 19 segundos del final (88-92), Rafa Martínez ejecutó con pulso de cirujano desde la línea de tiros libres a falta de seis segundos (91-94) y para que en el guion hubiese todavía más agonía los árbitros castigaron con falta de tres tiros sobre Malcolm Delaney, el jugador que lideraba la resistencia local, la última defensa de Brown. Metió el primero, erró el segundo, tiró a fallar el tercero y la bola acabó saliendo fuera tocada por Ondrej Balvin. ¿Podía haber lugar para más agonía? Pues sí, porque al Barcelona le quedaron nueve décimas para un último intento, pero el triple de Cory Higgins no encontró red. Los hombres de negro conquistaban su quinto triunfo seguido, cerraban la primera vuelta con un magnífico botín de diez encuentros ganados y hoy estarán en el bombo copero para conocer cuál será su rival -Real Madrid, Barça, Zaragoza o Tenerife- en el cruce de cuartos de final. Lo dicho, un escándalo.

Al Bilbao Basket nunca le abandonó la fe en sus posibilidades, pero tuvo que poner en liza cosas mucho más tangibles para tumbar al gigante azulgrana. Los de Pesic dominaron los acontecimientos en pista durante los primeros quince minutos, hasta el 50-36, pero a partir de ahí fueron los visitantes los que impusieron su criterio. Apretando en defensa y encontrando soluciones en ataque desde todas las distancias (extraordinario 23 de 29 en tiros de dos tras el descanso), el Bilbao Basket fue recuperando terreno y, de repente, era el Barça al que le costaba tragar saliva. Parecía que los anfitriones iban a sobrevivir merced a su brutal superioridad en el rebote ofensivo (capturaron 25 y sumaron otros tantos puntos en segundas oportunidades) y a la inspiración ofensiva de Nikola Mirotic, que acabó con 24 puntos, pero en el Bilbao Basket sobraron obreros cualificados para hacer que la obra diseñada por Mumbrú acabara en tiempo y forma. La capacidad de Bouteille para aparecer en los momentos calientes, la demostración de nuevos recursos de Lammers con sus tiros (y aciertos) desde la media distancia, los triples de Rafa Martínez para evitar los demarrajes azulgranas y su sangre fría en los segundos finales desde la línea de castigo, la explosividad de Brown, el trabajo en la zona de Emir Sulejmanovic y Balvin, ese último canastón de Rousselle... Una vez más, la unión hizo la fuerza.

De menos a más El encuentro amaneció con los dos equipos muy erráticos. Tuvieron que pasar más de tres minutos para que Bouteille inaugurara el marcador bilbaino, pero el Barça no lo aprovechó. La defensa azulgrana, pegajosa, dificultaba la circulación de balón de los de Mumbrú, limitados a tiros lejanos, mientras que su rival tiraba de calidad individual para cerrar el primer acto en ventaja (17-14). Pesic quiso armar su ofensiva desde los balones a Tomic y las ayudas bilbainas facilitaron triples liberados de Higgins y Abrines, pero el intento de demarraje (23-17) fue abortado en primera instancia por dos triples de Martínez. Sin embargo, el Barça activó a Mirotic y Delaney, comenzó a viajar con asiduidad a la línea de tiros libres y los visitantes sufrieron en ataque ante la superioridad física del rival. El Bilbao Basket quedó limitado a intentos de tres puntos y a tiros forzados y el 41-32 al descanso no era esperanzador. La renta azulgrana se estiró hasta el 50-36 en la reanudación, pero los visitantes no se rindieron. Con Lammers y Brown, liderando el ataque, recuperaron el terreno perdido para igualar a 62 a diez minutos del final. Con Tomic como estilete, los de Pesic volvieron a estirarse hasta el 74-66 a cinco minutos del final, pero un tres más uno de Martínez y el acierto de Lammers y Bouiteille estrecharon márgenes hasta el punto de tener los visitantes bola para ganar con 22 segundos en el reloj. Brown falló el triple, pero el palmeo de Lammers fabricó un tiempo extra en el que el Bilbao Basket puso la guinda a su gesta.