Marcos Llorente lleva un tiempo siendo más noticia por sus declaraciones que por lo meramente futbolístico. El centrocampista madrileño de 30 años, jugador del Atlético y de la selección española, defiende con intensidad diversas teorías negacionsistas y conspiranoicas. Así, asegura que nos fumigan con las estelas de los aviones, promueve tomar el sol sin protección porque afirma que no tiene nada que ver con el cáncer de piel, asegura que es malo cenar si ya se ha hecho de noche, etcétera.

Pero en los últimos días si ha dado que hablar es por su uso de gafas amarillas, algo que comparte con el defensa del Athletic Aymeric Laporte. En una entrevista, Llorente defendía su uso para proteger la vista de la luz artificial, especialmente de la que proviene de pantallas o teléfonos móviles, provocando un gran revuelo en las redes sociales.

Se reafirma en Instagram

El propio jugador, que comercializa estas gafas a través de una empresa, ha querido incidir en el tema, con una extensa publicación en su cuenta de Instagram, reafirmándose en todo lo dicho. “Me paso por aquí para aclarar el tema de las gafas porque veo mucha gente que no entendió nada… o quizás nunca lo hará. Y está bien. No todos están listos para cuestionar lo que les enseñaron. Si no te interesa tu salud, puedes seguir deslizando”, comienza.

“Nada de lo que comparto me lo invento. No es una ‘opinión personal’. Es biología (la de verdad). Solo hay que leerla. Así que si te molesta lo que digo, discútelo con ella”, prosigue, en un post que ha generado respuestas de apoyo de otros futbolistas o exfutbolistas como Álvaro Morata, Koke, Gerard Deulofeu, Mario Hermoso, Ibai Gómez o Roberto Torres.

"Protejo mi biología"

“Yo utilizo gafas con cristales amarillos (especiales) durante el día cuando estoy en interiores. Y por la noche, si salgo o estoy expuesto a luces artificiales, uso gafas con cristales rojos. ¿Por qué? Porque protejo mi biología. Porque la luz azul, fuera de su contexto natural (el día), es un tóxico. Y no lo digo yo, lo dicen tus mitocondrias cuando dejan de producir energía como deberían. Tu retina y tu piel tienen receptores que detectan la luz y sus colores. Tu cuerpo la usa para encender o apagar procesos biológicos esenciales. Si le das una señal equivocada como una pantalla a las 10 de la noche o un foco LED blanco mientras cenas, el cuerpo responde mal. Punto. No hay debate ahí”, sentencia el futbolista.

“Y sí, lo más grave ocurre por la noche, cuando alteras tu producción natural de melatonina. Y quizá pensás: ‘Bah, melatonina… ¿qué importa?’. Bueno, resulta que importa todo. La melatonina no solo te ayuda a dormir”, continúa, y añade que previene el cáncer y enfermedades neurogenerativas. “Usar gafas que filtran la luz artificial no es una moda biohacker. Es una necesidad si vives atrapado en ambientes modernos, lejos del sol, rodeado de pantallas y luces LED, finaliza.

No hay evidencia científica

¿Qué hay de cierto en lo que escribe Llorente? La realidad es que los supuestos beneficios de esas gafas amarillas carecen de evidencia científica para diferentes expertos y asociaciones. Simplemente se trataría de unas lentes con un tinte amarillo, y no de unas gafas con filtros selectivos, que son las que se usan para patologías concretas como la degeneración macular asociada a la edad y que se venden en ópticas.

Además, como recuerda VerificaRTVE, la Sociedad Española de Oftalmología (SEO) emitió un comunicado en 2017 en el que afirmó que no se ha demostrado en humanos que la luz azul dañe el ojo ni provoque ceguera y que no se puede recomendar el uso de pantallas de protección de luz azul para evitar o prevenir un daño ocular no demostrado.

La Sociedad Española de OftalmoPediatría (SEDOP) se mostró de acuerdo con la SEO en 2024, asegurando que sigue sin haber evidencia científica que demuestre que sea necesario proteger los ojos con dichos filtros porque no se ha demostrado que la luz de las pantallas cause un daño significativo en la visión. Además, la Academia Americana de Oftalmología concluyó que las gafas con filtro de luz azul no mejoran los síntomas de la fatiga visual digital y que no suponen una diferencia con respecto a lentes normales, con lo que no recomiendan su uso.