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Carles Duran: “En el Bilbao Basket me sentí un poco engañado”

Despedido del Bilbao Basket en noviembre, en febrero se hizo cargo del Joventut y el destino ha querido que ambos clubes se midan el domingo con la permanencia en juego

Carles Duran: “En el Bilbao Basket me sentí un poco engañado”Foto: José Mari Martínez

Bilbao - “Sufro con el Bilbao Basket”. No oculta el dolor que le produjo su salida del club, sobre todo por las circunstancias que la rodearon, pero Duran reconoce que siente “cariño” por el conjunto vizcaino y por mucha gente del equipo. Por eso espera y desea ver a la Penya y a los hombres de negro en la ACB el próximo curso.

Despedido en noviembre del Bilbao Basket, fichado por el Joventut en febrero. Le ha tocado vivir un curso de emociones fuertes.

-No era lo deseado ni lo esperado, se han dado circunstancias no muy normales. En Bilbao intenté hacer bien mi trabajo y ahora trato de hacer lo mismo en Badalona.

Tras una mala racha, acumulan dos triunfos en los últimos tres partidos. Eso es vida para un colista.

-El equipo y el club están teniendo un año muy difícil por muchas circunstancias, la primera de ellas deportiva. Desde fuera tenía la sensación de que el equipo hacía bien las cosas, que se perdían partidos pese a trabajar bien. Desde que yo estoy hemos competido muy bien. Es cierto que solo hemos ganado dos partidos, pero competimos muy bien en Andorra y Tenerife, contra Obradoiro pasó lo que pasó? Es cierto que vamos últimos, pero de esfuerzo y juego no me da la sensación de que en estas últimas siete jornadas el Joventut sea el peor equipo de la liga. Haber ganado dos de los tres últimos partidos significa que seguimos luchando y mejorando. Aspiramos a no bajar los brazos porque aún queda mucha liga.

¿Desespera ver que los triunfos no llegan pese a estar muy cerca?

-Son momentos en los que lamentas no tener ese punto de suerte que a veces se necesita y un ejemplo fue el duelo contra Obradoiro en casa. Pero al mismo tiempo el equipo ha seguido creyendo en sacar esto adelante. Sin faltar a nadie, veo a equipo cercanos en la tabla que pierden muchos partidos por 20 puntos y el Joventut no es así. Pase lo que pase, seguiremos luchando hasta la última jornada y ese es un punto a nuestro favor.

¿La derrota ante Obradoiro y la forma en la que se produjo fue el momento más duro para usted?

-Fue una derrota muy dura y creo que injusta. Luego se juntaron muchas cosas. Entiendo que haya gente que no vea bien que hagamos críticas tras una derrota así, pero es que si se pusieran en nuestra piel... Ya no podemos volver atrás, nosotros también tomamos malas decisiones tres o cuatro acciones antes de esa última jugada? Son cosas que pasan. Yo creo que esa derrota aún nos dio más fuerza y a la larga nos ha ayudado para ganar a Zaragoza y Gran Canaria, aunque espero que ese resultado no nos marque al final del año.

¿Cómo se gestiona un grupo con la vorágine extradeportiva del Joventut en estos últimos meses, incluso con amenaza de desaparición?

-Cuando entré me encontré un grupo que estaba haciendo bien las cosas, que anímicamente estaba muy bajo pero con muy buenos chicos y gente joven con ganas de hacerlo bien. Técnica y tácticamente ha sido más fácil porque con Diego (Ocampo) trabajaban bien, haciendo cosas parecidas a las que me gustan a mí, y porque yo no he venido a un club normal, he venido a mi casa, donde he crecido y me he criado. Transmitir al grupo lo que yo siento y lo que para mí es esta casa ha sido mucho más fácil.

¿Ha visto muchos partidos del Bilbao Basket desde su marcha o ha preferido mantenerse al margen?

-En general he visto mucho baloncesto, también al Bilbao Basket. Es normal, hace poco era entrenador de ese equipo, le tengo cariño al club y sobre todo a mucha gente del equipo. Hubo una época en la que no les quise ver mucho. Aún estaba dolido. Estaba triste y ver al Bilbao Basket era recordar algunas cosas que no eran positivas a nivel personal. Pero en general sí he visto al Bilbao Basket y sufro con el Bilbao Basket. ¡Hace tres días estaba allí!

¿Qué balance realiza de su año y medio en el Bilbao Basket?

-Me quedo con muchas cosas. Me quedo con haber vivido en una ciudad maravillosa, en un entorno espectacular no solo paisajístico sino a nivel de la gente. Mi familia y yo nos fuimos tristes porque estábamos en un sitio maravilloso. ¿Del club? Me llevo bastantes amigos y gente en la que he podido confiar y trabajar a gusto, pero al mismo tiempo he de decir que yo llegué a un club que aspiraba a hacer bien las cosas con tiempo, con muy pocos recursos. En lo personal me voy satisfecho porque he intentado ser el mejor Carles posible, pero me he sentido un poco engañado por diferentes cosas. Es normal, puede ser que la gente que manda se haya sentido un poco engañada por mí porque no conseguí lo que ellos creían que podía lograr. En general ha sido un tiempo maravilloso en una ciudad maravillosa y en un club que tiene muchas cosas pero dentro de una realidad y, por desgracia, hay cierta gente del club que no ha visto la realidad. Lo fácil fue cargar esa realidad contra mí, son cosas que pasan.

En verano el club le pidió paciencia ante el perfil de equipo que se formó, con muchos jóvenes y ‘rookies’ en Europa. ¿Le pidieron una paciencia que luego no hubo con usted?

-Tengo la sensación de que en verano fui demasiado bueno con el club. Me refiero a que dije que sí a todo lo que se me pidió. Ha sido un aprendizaje en mi vida profesional y creo que en algún momento tuve que decir basta, hasta aquí, no podemos ir con todo lo que me pedís. Es algo que se está demostrando. No me importaba fichar gente joven, al contrario, yo apuesto por la gente joven. No digo que no tuvieran paciencia conmigo, la paciencia es muy relativa; o que no fueran justos, porque el deporte profesional son resultados y si no se consiguen el técnico va fuera. Pero estábamos ganando, íbamos 3-6 en liga, habíamos competido contra Valencia y Real Madrid y estábamos haciendo bien las cosas, pero los que toman decisiones no lo veían así.

En las jornadas previas a su despido, ¿barruntaba que algo se estaba moviendo, le llegaban dudas sobre si usted era el adecuado para sentarse en ese banquillo?

-Cuando ocurrió mi despido yo no quise decir nada porque estaba todo caliente y por respeto hacia el club. Creía que no debía generar ninguna situación violenta hacia nadie. Durante este año y medio se generaron muchas dudas hacia mí, desde directivos, jugadores y el entorno. Pero eso es normal. Durante esos últimos quince días las dudas fueron mucho más grandes, pero es normal que un entrenador durante su periplo en un club tenga algún punto débil. Eso le pasa hasta a Pablo Laso. Lo peor fue que parecía que el malo, el que hacía mal las cosas, era solo yo. Lo más triste fue que cuando me fui se dijeron cosas feas que me sorprendieron, me resultó triste que no hubiera nadie que hablara bien de mí desde el club, que podía ser normal porque me echaban, o los jugadores, a los que no se les pidió opinión; todo el mundo se calló y parecía como venga, ya nos han quitado el lastre. Luego se vio que el lastre no era yo porque, desgraciadamente, el equipo no ha ido para arriba.

¿Le queda la sensación de que lo que le costó el puesto fue la Eurocup, una competición que, curiosamente, el club no quería jugar? Aquellos silbidos de parte de la afición en el duelo ante el Lietuvos?

-Creo que me costaron el puesto muchas cosas, no solo eso. La confianza, el verano, ciertos movimientos, que casi antes de que empezara la pretemporada me quisiera cargar a uno de los extracomunitarios que habíamos fichado y eso nunca gusta? Pero es cierto que la competición europea que jugamos no era la que queríamos en un principio. A mí se me dijo que estuviera tranquilo, que para el club era importante estar en Europa y que jugar Eurocup no nos iba a frustrar. Bueno, al final ayudó a que me echaran y eso es tan real como los números que hay. ¿Que la gente silbara? Es normal, estaban descontentos. Yo transmitía que teníamos ambición e ilusión, que era lo que el club me pedía, pero luego ha habido comentarios de que el equipo juega para no bajar. Me sorprende porque a mí se me pedía jugar play-off y Copa.

¿Hasta qué punto tuvo voz y voto en la confección de esta plantilla?

-Bastante. Sentí que Raúl (López) y yo teníamos muy buena comunicación. Es normal que le den palos, es el director deportivo, pero los mismos que me debía haber llevado yo. No creo que todo fuera culpa de Carles o de Raúl, fue culpa de todos. Porque también tuvimos aciertos como el de Redivo o el de Tomàs. Había dudas sobre muchos fichajes, pero las circunstancias que teníamos eran muy básicas. El hecho de fichar tanto rookie era un riesgo, pero en eso no me escondo porque tengo mi parte de responsabilidad. Todo lo que Raúl hacía me lo contaba y lo hablábamos. También es cierto que durante el verano pasan muchas cosas: a mí me gustan unos jugadores, a Raúl otros; yo pido unos jugadores, el club piensa que no? Es normal, pero nunca tuve ningún jugador impuesto. Eso lo puedo decir con tranquilidad. También digo que hubo un jugador, Jameel McKay, que yo no quería ni que llegara. Un jugador que se presenta quince días tarde a la pretemporada no quería ni que apareciera por Bilbao, pero el club decidió que sí. Al final se dieron cuenta de lo que era McKay.

¿Pidió el fichaje de Henk Norel?

-Sí.

¿Y qué le respondió el club?

-Pensó que no era la mejor opción, que había otras. Se dudaba del físico de Henk y no tuve el apoyo para tirar hacia adelante con su fichaje.

En Bilbao se criticaron mucho las formas que envolvieron su salida. En ese proceso, que duró varios días, ¿fue el club claro con usted?

-Durante esos días sí que me comunicaron que tenían dudas, que había un grupo de gente que me apoyaba y otra que no, que debían llegar a un punto medio. Lo peor fueron ciertas palabras. Falta de compromiso, pérdida de identidad? Eso me hizo bastante daño. Que se considere que no soy el adecuado para ser entrenador del Bilbao Basket es una opinión subjetiva, pero que se hablara mal de mi trabajo y de mí como persona me dejó? Me sentí bastante mal porque no me conocen y, sobre todo, porque no veían cómo trabajaba. Pero yo ya no estaba y era fácil hablar mal de mí. Pero cierta gente del club sí que estuvo minuto a minuto hablándome de las circunstancias, nadie se escondió. Carlos del Campo fue la persona más clara y más cercana, la que estuvo más atenta a mí y la que me dijo las cosas a la cara aunque a mí no me gustaran.

Con Joventut y Bilbao Basket envueltos en la lucha por el descenso, ¿siente ánimos de revancha?

-Ninguna. Voy a luchar hasta el final para que el Joventut no baje y me gustaría que el Bilbao Basket también se salvara. Hombre, si en la última jornada un caso dependiera del otro, por profesión, me gustaría salvarme yo. Pero no le deseo nada malo al Bilbao Basket, todo lo contrario. Lo deseo lo mejor por muchísimas cosas. El club tiene una afición y un entorno maravilloso y eso no lo puede perder la ACB. La ciudad merece seguir en el baloncesto en la élite. El Bilbao Basket es un club del que, creo, me he ido mal, pero en el que me he sentido muy feliz. No este domingo, pero a la larga que todo le vaya muy bien.

No pudo despedirse de la afición. ¿Qué le hubiera gustado decir?

-Lo que he dicho en esta entrevista. Después del Joventut ha sido el sitio más maravilloso en el que he estado. Mi familia ha sido muy feliz y nos hemos sentido muy queridos. Me siento muy orgulloso de haber formado parte de esa familia y les deseo lo mejor. Yo formo parte de la historia de ese club, incluso este año. Todo lo mejor para el club y su gente. Esa afición es increíble.