LA decepción recorrió las gradas de Miribilla tras la derrota de ayer ante el Partizan. Nadie esperaba el resultado ante los serbios, que complica mucho las opciones del Bilbao Basket en la Eurocup. Sin embargo, eso ahora es lo de menos porque son cuatro los conjuntos empatados en la clasificación con una victoria en tres jornadas. Lo más preocupante es que los hombres de negro han enlazado tres derrotas justo después de lograr tres triunfos consecutivos que parecían anunciar un repunte en la confianza y en el juego del equipo. Pero no, el Bilbao Basket ha vuelto a recurrir a fórmulas que ya se ha demostrado de sobra que no son ganadoras y que llevan a dar pasos para atrás cuando tanto había costado avanzar.
Porque el Bilbao Basket perdió ayer ante un rival con una plantilla de 23 años de media; que puso a jugar a un chaval nacido en 2000, que aún no ha cumplido los 18 años y que metió en la canasta los dos balones que lanzó; que tiene un jugador recién salido de la universidad que se fue a 27 puntos y no tomó una mala decisión en todo el partido; y cuyo único jugador por encima de 30 años, Novica Velickovic, hizo su mejor partido en años. O sea, que ser joven, novato o veterano de mil batallas no es un problema y sí lo es carecer de un buen criterio para elegir qué hacer y qué no hacer en cada momento del partido.
Con todo, el equipo bilbaino ganaba por diez puntos a medio minuto del descanso y todo parecía transcurrir por los cauces previsto. Ya se sabe que el Bilbao Basket no puede ir sobrado contra nadie, pero al menos mantenía el control del marcador gracias a enganchar cuatro triples seguidos. Se trataba de insistir en la idea, de apretar en defensa sobre los mejores jugadores del Partizan para los que trabajaban el resto de sus compañeros menos dotados de talento.
En el bando local, el juego se fue deshilachando. Los cincos se dedicaron a poner bloqueos directos sin recibir un balón en condiciones de anotar, los bloqueos indirectos no generaban tampoco ventajas claras y, así, empezaron a sucederse lanzamientos a la heroica por lo que la ventaja en el marcador desapareció. El Partizan sí aprovechaba sus recursos y dejó todo igualado a falta del último cuarto.
hundimiento progresivo Entonces, tocaba apretar en defensa, marcar el territorio a partir del mayor bagaje y rigor que se le presupone a un equipo de la Liga Endesa. Pero no. Carles Duran, que siendo la pieza más débil en el eslabón del club ahora mismo, confía más bien poco en Kempton y Vucetic y no quiere reventar a Gladness, apostó por juntar de nuevo a Mumbrú y Hervelle en posiciones interiores, sin un relevo durante los últimos ocho minutos, y la cosa volvió a salir mal. El Bilbao Basket encajó otra vez más de 30 puntos en ese parcial, pero también dejó de proteger su rebote. Los tres rebotes ofensivos del Partizan en la primera mitad acabaron siendo trece al final del partido, lo que concedió a los serbios nueve posesiones más, que antes del descanso habían lanzado siete veces menos. Como los hombres de negro pasaron de anotar siete triples de trece intentos en el primer tiempo a seis de veinte en el segundo, era imposible mantener el ritmo anotador.
El problema no es, por tanto, solo la defensa porque eso se resolvería apostando más minutos por el quinteto que más garantías ofrezca en ese aspecto, si es que en la plantilla lo hay. También falla el ataque por una mala ejecución y una mala resolución de los sistemas. El Bilbao Basket quiere jugar rápido, en los primeros segundos, pero muchas veces para el balón o renuncia a tiros en situaciones de llegada porque nadie parece tener claro si eso es lo correcto y acaba conduciendo el ataque a los segundos finales donde ya hay que apelar a la inspiración individual.
En los dos últimos partidos europeos el marcador de Miribilla ha reflejado más de 90 puntos en los dos lados y han salido triunfadores el Limoges y el Partizan, que hace 25 años fueron campeones de Europa sin necesidad de pasar de los 70. Ahora el baloncesto ha cambiado y se juega a un ritmo mucho más alto del minuto 1 al 40. El Bilbao Basket tiene que elegir cuál es su opción y poner los medios para ello. Y si no, una vez más, tendrá que obviar los resultados en Europa e invertir en futuro, como hace su rival de ayer que a no poco verá salir a algunos de sus jugadores hacia mejores equipos.