EN 1959, José Antonio López plantó en Amorebieta-Etxano la semilla de algo que casi 60 años ha dado lugar a una fiebre verde y oro en Larrea. “Puedo asegurar que el primer equipo del Zornotza salió a la cancha sin saber jugar a baloncesto: las normas, la técnica, nada...”, cuenta el fundador de un club que hoy comenzará la eliminatoria por el ascenso a la LEB Oro ante el CBC Valladolid. De aquella idea loca que puso en marcha López junto a Iñaki Renteria se ha pasado a “otra chaladura”, como la define el actual presidente Joxe Etxebarria, que ha teñido de verde a todo el pueblo de forma inesperada, en unas semanas que, pase lo que pase, ya quedarán para la historia.

Con ellos dos y Pablo Angulo, Txerra Larrea y Josean Olabarri, DEIA ha querido representar y unir a las distintas generaciones de un club que empezó “donde los frailes, en un campo estrecho y largo y con una canasta de costado. Y después de jugar había que ducharse con agua helada”, según relata José Antonio López: “Jugar no sabíamos, pero como no hacíamos más que correr, teníamos buena correa”. Eso tampoco les falta a los jugadores de ahora, que han ido sorteando muchos obstáculos, ni a todos los que les precedieron. Porque el Zornotza ha llevado al máximo ese carácter luchador y orgulloso que siempre han tenido sus equipos. Larrea, que dio forma al libro que recogió los primeros 50 años de vida de la entidad, recuerda que justo ayer se cumplieron cuatro años del ascenso a la LEB Plata en Tarragona. “Les fastidiamos la fiesta, los castellers y todas las celebraciones que tenían preparadas”, señala Angulo, que no da abasto estos días para atender todas las peticiones de entradas.

Y es que entonces fue la ciudad catalana y este año otras capitales de provincia como Ávila o Granada las que han caído ante el representante de un pueblo medio de Bizkaia. “Es que en Granada había 6.000 personas en la grada y el equipo pudo con eso”, proclama con orgullo José Antonio López, ahora presidente de honor, que por motivos de salud no puede ir al pabellón tanto como le gustaría, pero que está perfectamente enterado de la actualidad del club que creó cuando el baloncesto tenía que competir en Amorebieta con el fútbol, el ciclismo, el atletismo o la pelota: “Es lo primero que miro en el periódico”.

“Antes entre todos los colegios del pueblo era complicado encontrar a doce jugadores para hacer un equipo. Ahora hay muchos críos y crías que ya se apuntan directamente al baloncesto”, comenta Josean Olabarri, mítico base del Zornotza, que aún sigue jugando pachangas con los veteranos. Él conoció los tiempos de jugar en el frontón, en el colegio de El Carmelo y luego en Ixerbekoa. Ahora el primer equipo disputa sus encuentros en Larrea y muchos de sus exjugadores están de espectadores. “Ya sé que para los directivos es mucho trabajo y responsabilidad, pero yo me lo paso muy bien. Tener un equipo de este nivel para poder ver los fines de semana es una gozada”, reconoce Olabarri.

“Tiene un gran mérito lo que están haciendo”, asegura López, asombrado por la dimensión que ha adquirido el Zornotza de la mano de los resultados. “Ahora tenemos 18 equipos y los resultados del equipo hacen que vaya a más. Pero creo que va a ser una chaladura temporal”, reconoce Joxe Etxebarria ya que “estamos pidiendo a la gente que colabora con nosotros una dedicación casi profesional y eso no es normal. Sabemos que eso se puede acabar, pero no sabemos cuándo”.

esfuerzo con recompensa Hace 50 años “había que pagar a escote los viajes para poder ir a jugar a Bilbao porque había gente que no tenía un duro”, rememora Josean López, y ahora el Zornotza viaja a destinos tan alejados como la propia Granada o Morón con todo lo que ello supone en cuanto a esfuerzo económico. “En los últimos años quizás hemos sido más inconscientes que las anteriores directivas, nunca nos hemos conformado. Siempre hemos tirado para adelante porque vemos que la gente responde, que el pabellón responde y somos un referente en Bizkaia. Si hace ocho años nos dicen esto, no lo habríamos creído, seguro”, reflexiona el presidente. “Y si nos lo hubieran dicho a principio de esta temporada”, tercia Larrea, ya que nadie olvida las dificultades que tuvo el Zornotza para salir a competir, o el exilio que paso por culpa de la inundación que sufrió el pabellón. “Con todo lo que hemos pasado ya nos creemos capaces de todo”, añade con visión de exjugador la persona que recopiló y puso en orden la historia del Zornotza y que se siente “orgulloso de formar parte de esta familia, de haber colaborado en este boom que se ha creado ahora y que nos tiene a todos locos”.

Etxebarria refuerza este idea cuando recuerda que “en el quinto partido tuve un momento de lucidez, cuando ya estaba claro que ganábamos, y veía toda la gente trajeada que movía el Granada y me di cuenta de que no era nuestra liga, pero que les íbamos a ganar. Es una pasada porque la gente del pueblo está enchufadísima, pero no dejó de pensar que somos un equipo de Nacional que pelea por subir a LEB Oro ante equipos de LEB Plata que quieren subir a la ACB. Jugar el play-off supone más gastos y confío en que, al menos, podamos ganar un poco”.

De todas formas, el Zornotza se ha hecho atractivo ya para muchos niños y niñas y sus familias y eso ya justifica todos los desvelos, pero la competición ha puesto un objetivo claro. “El día que ganamos el segundo partido en Granada, Vucetic mandó callar a todos en el vestuario y les dijo que aún quedaban cinco victorias más, que no habían hecho nada aún”, cuenta el presidente antes de iniciar la batalla final ante el Valladolid: “Queremos que esto sea una fiesta, pero sobre todo queremos competir. Luego, ganaremos o perderemos, pero el trabajo estará bien hecho de cualquier manera”. Esa semilla plantada ha provocado casi 60 años después una fiebre verde que se ha contagiado en Amorebieta-Etxano. Porque el Zornotza ya sabe jugar a baloncesto y quiere ser de Oro.