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La necesidad de ser cabeza de ratón

Edwin jackson, máximo anotador de la ACB, brilla en el Estudiantes tras pasar desapercibido en Barcelona y Unicaja

La necesidad de ser cabeza de ratónACBPhoto

EL nombre de Edwin Jackson (18-IX-1989, Pau) lleva más de una década sonando en el panorama del baloncesto continental, concretamente desde que asomara en 2005 como gran proyecto de la cantera gala en un Europeo sub’16 en el que Francia conquistó la medalla de plata. Desde esos días se hablaba de su futuro en clave NBA. Se destacaba su explosividad física y, sobre todo, su tremenda capacidad anotadora cumpliendo la función de combo guard, un escolta embutido en el cuerpo de un base (1,90). Sin embargo, a Jackson le está costando más de lo previsto consolidarse en la élite de este deporte. Mientras varios de los compañeros con los que conquistó importantes éxitos en las categorías inferiores de Francia (oro en el Europeo sub’18 en 2006, plata en el sub’20 de 2008 y bronce en el Mundial sub’18 de 2007) han dado el salto ya a la NBA (Nicolas Batum, Kevin Seraphin o Alexis Ajinca) o se han estabilizado en clubes de primer nivel europeo (Antoine Diot, Kim Tillie, Thomas Heurtel o Adrien Moerman), él decidió el verano pasado dar un paso atrás en su carrera y fichar por Movistar Estudiantes.

Hasta el momento, la apuesta de convertirse en cabeza de ratón tras dos flojas experiencias como cola de ratón en el Barcelona y en Unicaja le está ofreciendo notables dividendos, no en vano se ha convertido en santo y seña del conjunto colegial y en el máximo anotador de la Liga Endesa, con 21,7 puntos por partido. Jackson ha encontrado en el equipo madrileño precisamente lo que buscaba: protagonismo individual y muchos lanzamientos a su disposición para relanzar una carrera irregular. El equipo le ha ofrecido un ecosistema ideal para brillar y exprimir su potencial y él está respondiendo con excelentes actuaciones, con rachas anotadoras y números más propios de otros tiempos por estos lares. Por ejemplo, su racha de seis encuentros seguidos anotando 24 o más puntos no se veía en la ACB desde 2008, cuando Charlie Bell maravilló a propios y extraños con la camiseta del Breogán.

Hijo de Skeeter Jackson, un trotamundos estadounidense que hizo carrera en los 80 y los 90 en el baloncesto francés hasta el punto de sumar más de 40 partidos con la selección gala después de nacionalizarse, Edwin fue reclutado por el Asvel Lyon-Villeurbanne a los 18 años y, tras dos cesiones al Nanterre y al Rouen, no tardó demasiado tiempo en convertirse en un jugador importante en la ProA de su país. En 2013 fue elegido jugador más mejorado y mejor francés de la competición gala al promediar 14 puntos por partido pero, pese a las ofertas de clubes de primer nivel continental, decidió no cambiar de aires. Lo hizo, finalmente, con el curso 2014-15 ya empezado. Fue el Barcelona de su idolatrado Juan Carlos Navarro el que tocó a su puerta para tratar de paliar la plaga de lesiones de su juego exterior, pero como azulgrana pasó prácticamente desapercibido (5,8 puntos y una asistencia de media). Recaló en el Unicaja en el verano de 2015, pero sus cualidades tampoco encajaron en los sistemas de Joan Plaza. Fue entonces cuando Jackson decidió que era momento de dar un nuevo impulso a su carrera, de retroceder un paso para luego avanzar varios. En Estudiantes, como cabeza de ratón, se está viendo lo mejor de Edwin Jackson.