bilbao - Habrá que recurrir al dicho de que ni antes eran tan buenos, ni ahora tan malos, para explicar el cambio que ha experimentado el RETAbet Bilbao Basket, no solo en los resultados, sino también en el juego. También dentro del mismo partido, como pasó ayer en el Martín Carpena. Desde el 4-0 inicial cerrado con el brillante triunfo ante el Barcelona, que quizás llevó a exagerar las expectativas, se ha pasado a un triunfo en los últimos siete partidos y a tres tropiezos consecutivos en la Liga Endesa que han enfriado los ánimos. Carles Duran ha hablado siempre de aceptar las victorias y las derrotas como parte del juego y seguir mejorando, pero no se aprecia esa mejoría. Da la impresión de que el equipo se ha parado, de que no ha aumentado sus recursos y de que no ha encontrado aún la manera de disimular con continuidad sus defectos.
En los tres últimos partidos ante el Fuenlabrada, el Khimki y el Unicaja, los hombres de negro han cedido desventajas de 20 puntos, algo que no había ocurrido hasta ahora y que revela una repentina debilidad. Contra los rusos es entendible por la diferencia de calidad, pero ante los dos equipos de la Liga Endesa fue producto de desconexiones fatales, de tramos de partido en los que el juego del Bilbao Basket se volvió desordenado y caótico, sin que nadie acertara a darle un sentido. Resulta bastante significativo que el base que más minutos tuvo ayer fuera Sergio Llorente, que estaba sin ficha cuando arrancó la temporada, y que Javi Salgado, un jugador con 414 partidos en la ACB, quedara en el olvido del entrenador tanto durante el partido como en la rueda de prensa posterior. Es la primera vez en su carrera que el de Santutxu no juega estando disponible y ayer podía haber aportado algo de calma y pausa. Incluso en algunos tramos del segundo tiempo Scott Bamforth se encargó de iniciar los ataques, faceta en la que el estadounidense no está cómodo.
Duran cambió ayer la rotación habitual, agitó algunos roles, quizás en busca de esas soluciones que no aparecen. Porque en Málaga el Bilbao Basket volvió a perder 17 balones, algunos en primera línea, y a recibir 22 puntos tras esas pérdidas. El problema es que ayer también hizo mal lo que venía haciendo bien hasta ahora: defender los tiros de perímetro y proteger su rebote. El Unicaja arrancó el partido con gran acierto y eso le dio confianza, que creció al recoger uno de cada dos de sus tiros fallados. 19 rebotes ofensivos atraparon los andaluces, una sangría de principio a fin. Incluso cuando el Bilbao Basket estaba en el partido, con empate al descanso, ya había cedido diez rechaces en su canasta. Al final, entre rebotes concedidos y pérdidas de balón, los de Joan Plaza disfrutaron de diez posesiones más y pudieron llevar el partido a su terreno.
El conjunto local hizo lo que tenía que hacer para aprovechar las bajas del rival y apretó mucho la conducción del balón de los exteriores del Bilbao Basket, que se perdieron en botes innecesarios, y anuló a Bamforth. En cambio, los vizcainos no terminaron de explotar su superioridad en el juego interior. De repente, se olvidaron. Cuando el marcador era de 43-48 entre Buva y Eric llevaban 18 puntos. Acabaron con 21. En cambio, Vinnie Okouo, que apenas juega en el Unicaja, acabó con 7 puntos y 6 rebotes.
Los últimos quince minutos mostraron a un Bilbao Basket superado por los acontecimientos, que cedió una ventaja excesiva pensando en la pelea por la Copa y se quedó en su marcador más bajo de todo el curso. Ahora tiene otra semana entera para seguir corrigiendo cosas, cambiar esta mala dinámica en la que se ha metido y encontrar el punto medio de sus posibilidades reales.