KYLE Fogg (California, 27-1-1990) ha llegado a la Liga Endesa con retardo. Este jugador de 1,90 metros, otro de esos a los que cuesta ubicar como base o como escolta porque puede ser las dos -“de hecho, me gusta anotar, pero también alimentar a mis compañeros”-, se comprometió hace dos veranos con el Ourense, pero el equipo gallego no pudo completar su ascenso a la máxima categoría y los planes de Fogg tuvieron que cambiar y aplazarse. Roto el compromiso, “frustrado y decepcionado por no tener esa oportunidad”, se marchó al Eisbaren Bremerhaven de la Bundesliga, con el que se proclamó máximo anotador.
Era lógico que la Liga Endesa no tardara en volver a llamar a su agente y el Unicaja es ya el primer destino en la Liga Endesa, “la mejor liga de Europa”, para un jugador que como profesional ha jugado también en Finlandia y Bélgica y que se formó en los Wildcats de Arizona donde fue compañero, por ejemplo, del nuevo baskonista Chase Budinger.
En pretemporada mostró algunas de sus virtudes, pero de momento ha estado algo tapado en la rotación de Joan Plaza, que espera de él una mayor aportación en el aspecto defensivo. No obstante, la baja de Nedovic le ha dado más espacio y en los últimos encuentros se ha situado por encima de los quince puntos de media. Pero, por encima de su valor como jugador, en Kyle Fogg destaca su calidad humana, su marcada religiosidad y su faceta solidaria, que le ha llevado a colaborar con una iniciativa, Pencils&Promise, que acepta donaciones y gracias a la cual ya ha construido dos escuelas infantiles en Ghana y quiere levantar otra en Laos.
El jugador del Unicaja ha participado y ganado los dos últimos veranos en The Tournament, el conocido como torneo de los dos millones de dólares, una cita exigente con 64 equipos y jugadores de distinta procedencia y que se disputa por conferencias en Estados Unidos. Con el dinero que Fogg ganó en la primera edición le compró una casa a su madre y, con lo de la segunda, la amuebló. Pero él no deja de intentar recaudar para “ayudar a quienes más lo necesitan. Desde pequeño, lo he sentido así”.