bilbao - Hará falta un tiempo para digerir la derrota de ayer del RETAbet Bilbao Basket en Fuenlabrada. Coincide, además, que este fin de semana no hay partido de la Liga Endesa por lo que tardará en irse de la cabeza de los hombres de negro y de sus seguidores. Perder entra dentro de lo posible en el deporte, pero la manera en la que el Bilbao Basket sumó su segunda derrota en la Eurocup rozó lo incomprensible. El equipo de Carles Duran salió a la cancha sin la tensión necesaria y todo se le complicó desde el primer minuto, primero por el acierto del conjunto madrileño, que en teoría se quería desentender del asunto europeo, y luego por su propia incapacidad para entender el partido.
Álex Mumbrú, que empezó en el banquillo, se metió en un jardín con los árbitros nada más pisar la cancha e hizo lo que nunca debe hacer un capitán ni un líder. No se sabe lo que pretendía, pero nada bueno salió de esos minutos en los que todo el equipo cayó en lagunas mentales y de concentración que a este nivel no son justificables de ninguna manera. El Fuenlabrada, sin comerlo ni beberlo, se fue a los 22 puntos de ventaja después de los peores trece minutos que se le recuerdan al Bilbao Basket. La pasada temporada hubo algunos episodios similares o peores en cuanto al marcador, pero tenían el atenuante de la entidad del rival.
Si a los vizcainos les importaba la Eurocup, a esas alturas no lo parecía. Si al Fuenlabrada no le importaba, tampoco se notaba. Como peor era imposible hacerlo, el Bilbao Basket fue reaccionando poco a poco ante un rival que iba haciendo aflorar sus carencias en cuanto los jugadores de Duran se pusieron a defender. El descanso aplazó la sentencia y en el tercer cuarto apareció la defensa bilbaina para impedir que los fuenlabreños sumaran un triple y dejarles con seis puntos de ventaja (60-66).
reacción y desplome definitivo Lo más difícil estaba hecho, la iniciativa había cambiado de bando y el partido estaba donde se suponía que debía estar. Pero de nuevo el Bilbao Basket se relajó, se dejó ir, cometió fallos absurdos por falta de tensión y el Fuenlabrada sacó el orgullo del que jugaba como local para desnudar la pobre mentalidad de su rival en la que muchos jugadores empezaron a hacer la guerra por su cuenta en los dos lados de la cancha. Resultó significativo que dos de los más destacados del conjunto de Jota Cuspinera fueran Ian O’Leary, que durante muchos minutos anduvo como Pedro por su casa, y Xavi Rey, que lleva como dos años sin jugar tantos minutos como ayer y menos a este nivel.
22 pérdidas de balón de todos los colores, 16 rebotes de ataque concedidos y 14 triples recibidos, muchos de ellos sin puntear, revelan, al margen del resultado, problemas estructurales que empiezan a asomar en el RETAbet Bilbao Basket y que, si no son estructurales, Carles Duran debe solucionar cuanto antes. La defensa del bloqueo directo volvió a ser un coladero porque ni se frenaba al poseedor del balón ni la continuación y el ataque fue confuso cuando el Fuenlabrada obligó a consumir muchos segundos en la posesión.
Entre lo positivo, los buenos minutos de Tobias Borg y Miha Lapornik que sobrevivieron en medio de lo que acabó siendo un naufragio y que no pasó a mayores a efectos clasificatorios porque el Lietuvos Rytas volvió a perder, esta vez ante el Alba Berlín después de dos prórrogas. Pero ya van tres partidos de esta Eurocup y el Bilbao Basket aún no se ha metido del todo en la competición. Ayer se sabía que un partido entre equipos de la ACB dirigido por árbitros de otra nacionalidad iba a ser distinto a lo habitual. Por eso, había que tener los cinco sentidos puestos en el juego y eso no pasó. Qué menos cuando uno se encuentra con un árbitro de Noruega, un país y una liga que no tiene ningún equipo en los tres principales torneos europeos y cuya selección ni siquiera compite en las citas del verano. Pero esto es harina de otro costal. El RETAbet Bilbao Basket debe hacer autocrítica de lo que solo depende de él.