Síguenos en redes sociales:

El CAI, en lucha con su pasado

el club maño, de nuevo ambicioso, ha iniciado con dudas la nueva etapa que se abrió tras la desgracia de abós

El CAI, en lucha con su pasadoACB PHOTO

bilbao - El CAI Zaragoza no ha empezado la temporada de la manera esperada. Ni mucho menos, por desgracia. La enfermedad de José Luis Abós obligó a forzar un relevo en el banquillo no deseado y el posterior fallecimiento del técnico sumió al club en un estado de shock del que debe intentar salir cuanto antes para que el equipo se coloque en las posiciones para las que su plantilla está diseñada. Han sido demasiados cambios, demasiados imprevistos, los que ha tenido que manejar Joaquín Ruiz Lorente en su debut como primer entrenador después de cinco temporadas como ayudante de Abós. El exbase del conjunto maño, ahora asistido por otro clásico de la ACB como Pep Cargol, tuvo que coger la responsabilidad en un difícil momento y ahora empieza a sentir la presión de los resultados, jueces máximos en el deporte por encima de cualquier otra circunstancia.

Bilbao siempre fue una plaza querida por Abós y Ruiz Lorente. Ambos se proclamaron en 1985 campeones de España junior en La Casilla con un equipo en el que también estaban Paco Zapata o Joaquín Arcega, gente de 18 años dirigida por un técnico de 23. En la final, el base anotó 35 puntos ante un gran Barcelona en el que jugaban, por ejemplo, Ferrán Martínez, Julián Ortiz o Xavi Crespo y el título llevó a que Abós recibiera el trofeo de mejor entrenador. Al año siguiente, ese conjunto junior del CAI jugó su tercera final consecutiva y las carreras de ambos se separaron. Ruiz Lorente empezó un recorrido como profesional que le llevó a disputar 452 partidos en la ACB en siete equipos distintos. Por su parte, el técnico siguió su camino por las carreteras secundarias de las Ligas federativas y, por ejemplo, diez años después de ese título junior dirigió al Bilbao Patronato cuyo base titular era Willy Villar, ahora director deportivo del CAI Zaragoza.

Algunas más son las conexiones entre Bilbao y Zaragoza, dos ciudades con mucha tradición en el baloncesto que en la élite cayeron y se volvieron a levantar unas cuantas veces. El club maño ha tomado la delantera en cuanto a resultados en las últimas temporadas, pero el Bilbao Basket ha puesto su resurrección en manos de Sito Alonso, formado en el baloncesto aragonés y que fue dirigido por José Luis Abós en el junior del CAI Zaragoza. Luego, ambos fueron profesor y alumno en los cursos de entrenador en los que el actual técnico de los hombres de negro empezó a fraguar su manera de entender el oficio.

El partido de hoy pondrá a prueba a los dos equipos. Al Bilbao Basket porque debe confirmar ante un rival de postín su gran inicio de temporada y al CAI Zaragoza porque tiene que corregir un inicio de curso titubeante en el que aún no ha conseguido acoplar a todas sus incorporaciones. Nada menos que siete, que son ocho con la reciente incorporación de Isaac Fotu, el neozelandés que se dio a conocer durante los partidos de la primera fase de la pasada Copa del Mundo celebrados en Bilbao. Uno de esos fichajes ha sido el de Jason Robinson, alero del que Sito Alonso sacó en Donostia la mejor temporada de su carrera y al que quiso para el Bilbao Basket. Pero los problemas del club impidieron al estadounidense comprometerse y acabó en Zaragoza, donde aún no ha dado lo mejor de sí.

Con él, con Landry, con Jelovac, con Katic o con Sastre, por citar a los más conocidos, el CAI ha armado una plantilla muy poderosa cuyo techo parece alto. Claro que también el Bilbao Basket tiene siete novedades y el bloque está funcionando mejor. Tener que compaginar Europa y la Liga está impidiendo al conjunto aragonés invertir horas de entrenamiento y la mezcla, de momento, no cuaja. En la ciudad de El Pilar la exigencia vuelve a ser alta y ni siquiera las desgracias otorgan el beneficio de la duda. Joaquín Ruiz Lorente no es el primer ayudante que se hace cargo de un equipo, aunque en su caso la etiqueta de continuista, que él no ha rechazado, le puede suponer un pesado lastre, sobre todo porque aquel a quien sustituye dejó una profunda huella en el club y Zaragoza. También la dejó en Bilbao, pese a que solo estuvo una temporada.