bilbao

No hay nada que fastidie más a un jugador que batir récords individuales y que estos no sirvan para que su equipo gane. Así debió sentirse ayer Álex Mumbrú, que se marcó un partido soberbio que acabó convertido en una lucha de él contra el Obradoiro y gran parte del Fontes do Sar. Los aficionados bilbainos que acudieron al recinto santiagués regresaron orgullosos del esfuerzo de su capitán, pero escocidos por una derrota que el Bilbao Basket se ganó a pulso por sus pésimos minutos en la primera mitad.

Con el seleccionador Juan Antonio Orenga en el palco, que en el pasado Eurobasket le veía más como cuatro que como tres, Mumbrú demostró que ahora mismo hay pocos treses puros como él en la Liga Endesa. Si sigue así, su candidatura para el Mundial tiene que ser contemplada desde ahora mismo. Desde el principio, se vio que Moncho Fernández le iba a negar la posibilidad de generar juego desde el poste bajo y el alero catalán tiró de los muchos recursos que tiene para mantener a su equipo siempre con vida en el partido hasta que ya no pudo más, ya que de nuevo se fue por encima de los 35 minutos en cancha.

Con sus cinco triples en diez intentos, Mumbrú superó la barrera de los 600 en la Liga ACB y se colocó en el decimoséptimo lugar en la lista de todos los tiempos. Entre los jugadores en activo, solo le supera Juan Carlos Navarro. Además, los 33 puntos que logró el capitán de los hombres de negro son la máxima anotación individual de toda su carrera, que comenzó hace 17 temporadas y cuenta 526 partidos, la máxima de cualquier jugador esta temporada y la máxima del Bilbao Basket en sus diez campañas en la ACB, que compartían hasta ayer Luke Recker y Fran Pilepic con 30 puntos. Cualquier diría que el de Barcelona arrastra problemas en una rodilla, pero el gen competitivo supera cualquier tipo de problema físico y Mumbrú siempre ha querido predicar con el ejemplo en la cancha.

Ahora bien, el capitán habría cambiado media docena de puntos y minutos por un triunfo del equipo. Pero de la manera que el Bilbao Basket saltó a la cancha era una temeridad pensar que el Obradoiro también estaría a verlas venir. Los gallegos, uno de los equipos de la Liga que mejor utiliza las situaciones de bloqueo indirecto, explotaron la debilidad defensiva de los de Rafa Pueyo para anotar con excesiva facilidad hasta el descanso. Los bilbainos controlaron bastante bien a Corbacho, pero se olvidaron de que los compañeros del balear no son mancos y les dejaron lanzar con excesiva comodidad durante la primera parte. Así, no es extraño que ocho jugadores del conjunto compostelano anotaran algún triple. Hubo demasiada distancia en la defensa del Bilbao Basket, que cometió pocas faltas y las cometió mal y tampoco pudo solucionarlo con unas ayudas que llegaban tarde. Ceder tanta ventaja inicial obliga a jugar el resto del partido sin margen de error y estos volvieron a llegar cuando el resultado estaba abierto en los cuatro últimos minutos.

sin banquillo No es algo que le haya ocurrido al Bilbao Basket por primera vez, pero debe corregirlo con urgencia, sobre todo pensando en el próximo duelo ante el Nizhny Novgorod, que tirará todo lo que pueda desde lejos y, probablemente, tendrá más acierto que en el partido del pasado miércoles en el Bilbao Arena. Ayer la segunda unidad, excepto Grimau, no funcionó como en días anteriores por simple falta de concentración y tensión y Rafa Pueyo tuvo que volcar toda la responsabilidad y la carga de minutos de nuevo en el núcleo duro. Quizás no era el mejor día ya que al equipo le espera un larguísimo viaje hasta Rusia donde esperará un equipo que ha descansado este fin de semana y luego otro desplazamiento a una plaza complicada como la de Zaragoza.

Pero a veces los planes no salen bien y el Bilbao Basket que jugó en Santiago no se pareció en nada al que había sumado tres victorias consecutivas en las dos semanas anteriores. Álex Mumbrú sí se pareció, pero uno solo no puede contra el mundo. Es algo que parecía superado y en el Fontes do Sar el equipo bilbaino volvió a mostrarse endeble, con varios jugadores superados por el momento. Puede ser por la necesidad de descomprimir después de la presión mental a la que han estado sometidos los jugadores desde que comenzó el año. Pero el capitán mandó el mensaje de que nadie puede dejarse llevar porque la segunda vuelta puede ser prometedora.