La orquesta del Titanic
La plantilla del Bilbao Basket ve cercenados sus objetivos deportivos por la incertidumbre sobre su futuro y la situación de bloqueo que vive el club
BILBAO
Qué importa la Copa cuando lo que está en juego es el futuro. Qué importan las cuestiones tácticas sin la motivación y la tensión necesarias para llevarlas a cabo. Cómo competir, cómo marcar objetivos, sin saber si la victoria sirve para algo. El partido del Bilbao Basket ayer en Badalona fue un fiel reflejo de la situación actual del club, en la que pensar más allá de una semana es una quimera. Las respuestas no están en la cancha, allí donde los aficionados suelen fijar sus ojos en busca de diversión, sino en otras mesas, en otros despachos, en otras personas que no acostumbran a pintar cruces y círculos en una pizarra y que tienen ahora mismo paralizado al Bilbao Basket, metido en un callejón sin salida, mientras discuten por ver quién la tiene más grande.
Pedir a la plantilla, la mitad de la cual ya vivió un escenario similar el año pasado, lleva a desviar la atención de los verdaderos responsables de este desvarío que empieza a colmar la paciencia de todos. La afición empieza a dar muestras de su hartazgo y los jugadores, los técnicos y otros trabajadores del club pueden estallar en cualquier momento. Mientras tanto, se desconoce si Gorka Arrinda ha encontrado una solución en los quince días que han transcurrido desde que en la junta de accionistas alertara de la necesidad de liquidez inmediata. A menos que entre dinero en caja a través de vías que parecen cerradas a cal y canto para el máximo accionista, la tesorería solo puede aliviarse con la venta de jugadores a otros clubes. Que alguien asuma la deuda que se tenga con ellos poco alivia ya que con algo habrá que pagar a los que se queden. Y una ampliación de capital tiene todos los visos de fracasar de nuevo. La posibilidad de declarar un proceso concursal dejaría a Arrinda en mal lugar ya que pondría en peligro su relación de confianza con el núcleo fundamental de la plantilla, principales acreedores del club.
En las últimas semanas, el máximo accionista ya ha tenido contactos con aspirantes a entrar en la gestión del Bilbao Basket. Y les conoce de antes porque se sientan en palcos contiguos a pie de cancha del Bilbao Arena, participaron del gobierno del club o trabajaron para él en años anteriores. Ni uno ni otros parecen dar su brazo a torcer en lo que parece ya un pulso llevado al terreno personal y el barco sigue hundiéndose como el Titanic. Los músicos, esto es los jugadores, no dejan de tocar, aunque resulta complicado que la orquesta suene afinada y sincronizada. Basta mirar los números recientes del director, Raúl López, para entender las últimas derrotas.
vientos y tempestades A estas alturas de la película, es evidente que quien acuda al rescate del club no quiere que Gorka Arrinda permanezca dentro. Y el máximo accionista no quiere marcharse sin recibir algo a cambio de quienes se postulan como alternativa y que harían bien en presentar sus planes a la afición, a esos más de 4.000 accionistas y esos más de 7.000 abonados que, junto a los empleados del club, esperan acontecimientos. Todo ellos suelen estar en boca de Arrinda cuando quiere reclamar a las instituciones que se impliquen en la búsqueda de patrocinadores, pero en realidad eso que se llamó el efecto Miribilla ha pintado bien poco en la gestión de la sociedad anónima deportiva en esta última década y se ha quedado en un mero eslogan propagandístico. El Bilbao Basket no consideró necesario tener una cierta empatía con sus pequeños accionistas, decidió mostrarse lejano y, en ocasiones, hostil con el entorno y ahora nadie le lanza un salvavidas.
Ya se sabe que quien siembra vientos recoge tempestades y Gorka Arrinda ha perdido adhesiones incluso entre quienes un día formaron parte de la familia del Bilbao Basket, esa de la que tanto ha presumido cuando las cosas iban razonablemente bien, y pusieron cara y voz a las decisiones del máximo accionista. En esas condiciones, aferrarse al proyecto contra viento y marea no parece una buena idea. Los tres partidos que el Bilbao Basket debe disputar en Miribilla en los próximos diez días tendrán un claro trasfondo plebiscitario. Lo de menos será si el equipo gana o no, aunque duela decirlo. Y no importará porque probablemente tampoco el ambiente será el más propicio para que el equipo pueda sentirse respaldado.
Queda una semana para el 20 de enero, para aplicar medidas urgentes al enfermo antes de que alguien le ofrezca la extremaunción. Los plazos los marcó Gorka Arrinda tras una reunión con los capitanes. Conviene recordar una frase de Axel Hervelle antes de viajar a Belgrado: "Tenemos que hacerlo todo juntos, es nuestra fuerza". Hablaba por la plantilla, pero puede aplicarse a la afición. Igual que hace diez años decenas de personas se manifestaron para reclamar apoyo público al Bilbao Basket a la hora de conseguir la plaza en la ACB, ahora muchos más, que se cuentan por miles, tienen que expresar qué quieren para el futuro. Solo ellos pueden hacer que, de una manera u otra, el club siga adelante.
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