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Una historia de leyendas y mitos

El uniforme de los Sixers ha sido defendido por varias de las mayores estrellas de la historia de la NBA

Una historia de leyendas y mitosdeia

Bilbao

EL arrollador poderío individual de Wilt Chamberlain, los majestuosos vuelos de Julius Erving, la sobria presencia interior de Moses Malone, el volcánico y lenguaraz Charles Barkley, la energía desmedida de Allen Iverson... La historia de los Philadelphia 76ers está repleta de enormes mitos y leyendas, sobre todo hasta la década de los 80, pero estos cinco nombres, por sus logros individuales o colectivos, brillan por encima de los demás.

Wilt Chamberlain

Un coloso de récord que chocó con Russell en lo colectivo

Hablar de Chamberlain es hacerlo de plusmarcas estratosféricas. Su partido de los 100 puntos en el Madison, la temporada en la que promedió 50,4 puntos y 25,7 rebotes, sus diez cursos capturando más de 20 rebotes por partido, ser líder en asistencias un año pese a jugar de pívot, el haber pasado de 60 puntos en un partido 32 veces... Poseedor de un físico privilegiado -2,16 de altura, un cuerpo fuerte, explosivo y coordinado y un brutal salto- Chamberlain logró la mayor parte de esas marcas durante la parte inicial de su carrera en los Warriors. Fue traspasado a los 76ers en 1965 y aterrizó en un equipo repleto de talento. Sin embargo, en las dos primeras singladuras por el título los Celtics les cerraron el paso en sendas finales de Conferencia Este, pero su momento llegó, por fin, en 1967.

La llegada de Alex Hannum al banquillo cambió las cosas. Chamberlain dejó de ser el arma ofensiva exclusiva para apostar por un juego más colectivo. En la final del Este volvieron a cruzarse con los Celtics, a los que superaron, poniendo fin a su racha de ocho anillos seguidos, y en la final, ante los Warriors, ganaron por 4-2. Tras aquel título, Chamberlain duró un año más en Philadelphia antes de ser vendido a los Lakers, donde ganó otro anillo y siguió siendo un jugador dominador.

julius erving

Los mates dejaron de ser exclusividad de los gigantes

Antes de que la NBA rebosara glamour en los 80 con Magic, Jordan o Dominique Wilkins, el espectáculo en el baloncesto yankee lo ponían Pete Maravich y Julius Erving. La llegada al profesionalismo del Doctor J supuso una revolución protagonizada por un alero de 2,01 que convirtió el mate en un arma de destrucción masiva no exclusiva de los gigantes. Erving jugó hasta 1976 en la ABA, siendo su punta de lanza, y cuando esta se fusionó con la NBA recaló en los 76ers. Su impacto en la Liga fue abrumador y ya en su primera temporada llevó a su nueva franquicia a la final, donde cayeron ante Portland. A partir de ahí, los 76ers encontraron dos muros: los Celtics les frenaron un par de veces en la final del Este, mientras que los Lakers les derrotaron en dos luchas directas por el anillo (1980 y 1982).

Erving se sacó la espina una temporada después. Con la llegada de Moses Malone, los 76ers arrasaron durante toda la temporada y barrieron en la final a los Lakers (4-0). En las siguientes temporadas, el rendimiento del Doctor J siguió siendo notable, hasta que se retiró en 1987 recibiendo homenajes en todas las canchas. Colgó las botas a los 37 años habiendo anotado más de 30.000 puntos entre sus periplos en la ABA y la NBA y siendo una de las figuras más mediáticas de la historia.

Moses malone

Tremenda presencia interior y maestro del rebote ofensivo

Malone comenzó su carrera haciendo historia, pues en 1974 se convirtió en el primer jugador en llegar al profesionalismo directamente desde el instituto. Tras dos temporadas en la ABA, llegó a la NBA en 1976. Drafteado por Utah y traspasado a Buffalo, donde solo jugó dos partidos, recaló finalmente en los Houston Rockets para explotar como uno de los mejores pívots de la historia, un jugador serio, de calidad y titán del rebote ofensivo. En 1979, con 24 años, ganó su primer MVP (24,8 puntos y 17,6 rebotes), mientras que en 1981 llevó a los Rockets hasta la final de la NBA, pero cayeron (4-2) ante los Celtics.

Tras ganar otro MVP en 1982, los Rockets traspasaron a Malone a los 76ers de Erving. Moses ganó otro MVP (nadie ha logrado encadenar dos años esta distinción jugando en equipos distintos) y Philadelphia completó una temporada arrolladora en la que conquistó el anillo. Tras dos cursos más como 76er, fue traspasado a Washington en 1986 para pasar luego por Atlanta, Milwaukee, de nuevo Philadelphia y San Antonio, donde se retiró a los 39 años.

charles barkley

Demasiado bajo, demasiado gordo... pero un jugadorazo

En 1984, la NBA abrió la puerta un ala-pívot de solo 1,98, pasado de kilos y de desatada lengua que respondía al nombre de Charles Barkley. Elegido en el quinto puesto por los Sixers, llegó a un equipo que contaba ya con Malone y Erving. Big Mo tuteló a ese chaval que retaba a jugadores mucho más altos que él a base de ímpetu y competitividad y Barkley se convirtió en uno de los mejores jugadores de la Liga, lo que no fue suficiente para que pudiera llevar a su equipo al título, pues en el Este siempre se estrelló contra Bucks, Celtics o Bulls.

Tras ocho cursos de brillo personal, varias polémicas sonadas -llegó a escupir a una aficionada durante un partido-, declaraciones volcánicas y frustraciones colectivas, Barkley recaló en 1992 en Phoenix en busca del anillo. En su primera temporada, promediando 25,6 puntos y 12,2 rebotes, fue elegido MVP y guió a los Suns a la final, donde no pudieron con los Bulls de Jordan. Tres campañas después, Barkley se marchó a los Rockets de Olajuwon y Drexler en su último intento de no retirarse sin un título, algo que no consiguió.

allen iverson

Un cuerpo de 1,83 en constante desafío a la lógica

En 1996 llegó a la NBA y a los Sixers, un jugador que no solo iba a revolucionar la Liga por su juego, su constante desafío a la lógica y a los gigantes con su escaso 1,83, sino también por su condición de icono cultural y jugador de ghetto. Con Iverson desembarcó en los dominios de David Stern la moda gangsta, los cornrows, los tatuajes, la vestimenta callejera... Pero, ante todo, The Answer fue un jugadorazo. Durante gran parte de su carrera fue acusado de individualista, pero sus años buenos fueron de gran virtuosismo. Iverson llegó a un equipo con un balance de 18-64 y en cinco años, con su relación amor-odio con Larry Brown, lo llevó a una final. Iverson promedió 31,1 puntos, ejerció de líder y fue MVP. En la final, ante los Lakers de O'Neal y Kobe, los 76ers dieron la sorpresa en el estreno (48 puntos de Allen), pero los amarillos acabaron imponiéndose. Iverson no volvió a acercarse al anillo. Siguió a gran nivel anotador, pero los problemas extradeportivos fueron ganando terreno a su juego. Lo intentó en Detroit y Denver, pero no era el de antes.