Bilbao
PARa ganar al Barcelona Regal en el Palau Blaugrana, hay que jugar un partido casi perfecto y coger a los azulgranas algo más que distraídos. Eso sucedió la pasada temporada cuando el Bizkaia Bilbao Basket visitó a un rival deprimido tras caer en la Euroliga ante el Panathinaikos y explotó todos sus recursos, que entonces ya eran muchos, para hacerse con el triunfo. Ayer, pasó todo lo contrario. El Barcelona llegaba de jugar en Eslovenia un partido relativamente tranquilo, que no le exigió demasiado. Por contra, el Bizkaia BB afrontó el exigente duelo ante el campeón sin que transcurrieran las 48 horas que suelen ser norma de una cita ante el Olympiacos que le supuso un gran desgaste, sobre todo desde el punto de vista emocional.
No era fácil sacarse esa día histórico de la cabeza en tan poco tiempo y los jugadores de Fotis Katsikaris lo acusaron de forma evidente. Su puesta en escena fue mala y lo pagaron con una derrota que entra en los cálculos. No es el partido para hacer sangre, por mucho que la imagen del equipo bilbaino distara de lo esperado y la victoria quedara siempre lejos de su alcance.
Porque de una temporada a otra hubo otra gran diferencia, la gran diferencia. En el último triunfo de los hombres de negro no jugó Juan Carlos Navarro, ayer sí. Además, en su mejor versión, esa que le convierte en indefendible y que le llevó al MVP de la jornada. Mediado el tercer cuarto, cuando el partido ya estaba roto (63-42), La Bomba llevaba 22 puntos, más que todo el quinteto titular del Bizkaia BB. Al final, su cuenta se quedó en 27 por 33 de sus rivales. Pero en valoración, Navarro ganó por 28-20. Con eso está todo dicho sobre las dificultades añadidas que se encontraron los jugadores de Katsikaris.
Cuando el día inspirado del capitán del Barcelona coincide con el de Erazem Lorbek, entonces apaga y vámonos, algo que también sufrió el Bizkaia BB en la pasada final de Liga. Con sus dos principales armas ofensivas a pleno rendimiento, el conjunto de Xavi Pascual solo debe tener paciencia y hacer circular el balón para que los puntos suban a su marcador sin posibilidad de respuesta. Desde luego, el Bizkaia BB no tenía ayer las piernas, la cabeza ni los hombres para parar lo que a ratos fue un vendaval. Navarro y Lorbek requerían vigilancia especial lo que abría espacios para todos los demás. Así, Perovic, descartado en otras jornadas, fue el hombre a buscar en los minutos en que debía medirse a Tomas Hampl con el resultado de ocho puntos del serbio en su primera rotación. Y Pete Mickeal aprovechó los dobles marcajes para atacar el rebote ofensivo y rescatar cuatro balones del aro bilbaino. No hay mejor rotación en Europa.
ataques sin recursos El Bizkaia BB no podía llegar a todo porque, además, ya está dicho que sus hombres claves estuvieron bastante desafortunados. Pascual tenía claro que había que contener a Aaron Jackson y aplicó otra vez la receta Sada. El base de Hartford tuvo siempre delante al campeón de Europa y de nuevo pareció que se lo había tragado la tierra. Cuando salía a cancha Raúl López, metía el técnico azulgrana a Marcelinho para forzar un emparejamiento de menos desgaste de su habitual titular director de juego.
La otra baza del Bizkaia BB, habitual por otra parte, fue buscar a Mumbrú en el poste bajo, pero ayer no había ahí ninguna ventaja. Eidson y Mickeal no eran inferiores físicamente y a la espalda de ellos, había una muralla defensiva que cerraba el paso. En esas situaciones, la ocupación de espacios de los hombres de negro no fue correcta y Mumbrú no pudo sacar buenos tiros ni para sí mismo ni para sus compañeros.
En definitiva, el Bizkaia Bilbao Basket fue a remolque del Barcelona en todos los aspectos desde el mismo inicio y la reedición de la final de Liga dejó la misma clara sensación de superioridad de los azulgranas que entonces. Lo que no quita para mantener la esperanza de que algún día, quizás esta misma temporada, la distancia entre los dos equipos se acorte. A día de hoy, aún es mucha.