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Que trece años no es nada

El Bizkaia BB vuelve a reunir en el mismo vestuario a Álex Mumbrú, Raúl López y Roger Grimau

Que trece años no es nadaFoto: segre

Bilbao

HACE trece años, tres jovencitos de la Penya trataban de abrirse camino hacia el mundo profesional. Roger Grimau, Álex Mumbrú y Raúl López apenas superaban la mayoría de edad y ya tenían que asumir las responsabilidades que en un club como el Joventut llegan por filosofía y convicción. En 2011, el Bizkaia Bilbao Basket ha vuelto a unir a tres tipos maduros y con un gran bagaje a sus espaldas. "Hay que ser fuertes mentalmente para aguantar tanto tiempo al máximo nivel. Pero estamos en plenas facultades y en lo mejor de la vida", advierte el veterano en Bilbao antes de una conversación que gira sobre el pasado, el presente y el futuro.

Era la temporada 1998-99 y Roger Grimau había ascendido al primer equipo verdinegro desde el filial Sant Josep donde aún seguía Álex Mumbrú, a caballo entre los dos equipos. El año anterior, ambos habían disputado la Liga EBA en el mismo grupo que el recordado Enkartaciones Bidegintza, a la postre campeón sin premio. Muchas horas de autobús, de partidos en pequeñas canchas como la de Zalla y de duelos ante jugadores que llegaron luego a la Liga ACB. "Lo bueno es que varios jugadores de ese equipo nos hemos ganado la vida con el baloncesto", comenta Grimau de un grupo en el que también estaban Albert Oliver, Josep Pacreu o Suley Dramec, por citar los más conocidos.

"Yo tengo buen recuerdo de aquella etapa. Todo el mundo empieza a jugar como una diversión y casi sin darte cuenta, estás en el mundo profesional. Entonces, era justo el momento de dar ese paso. Compartimos muchas horas y ganamos muchos partidos con lo cual fue perfecto", rescata Mumbrú, convertido ahora en "el buque insignia del Bilbao Basket junto a Marko", como le define su antiguo-nuevo compañero. Grimau jugó ese curso en el Joventut y luego marchó a Lleida en busca de más minutos. Ese verano de 1998 ambos habían coincidido también con la selección española sub-22. Una temporada más juntos y hasta hoy. "Era difícil coincidir con él porque se metió en el Barcelona y no ha salido de allí en ocho años", bromea el campeón del mundo.

En aquella campaña de 1998-99, Raúl López ya era considerado uno de los mejores bases de Europa a su edad y empezaba a labrarse la leyenda de los juniors de oro, de los que él formó parte muy importante. "Es bonito volver a reencontrarnos en un proyecto como el del Bilbao Basket", afirma el de Vic, que saltó directamente al primer equipo del Joventut, como los otros dos, por decisión de Alfred Julbe. Entonces, tocaba mirar y aprender de Andre Turner, de Iván Corrales, de Darryl Middleton... "Ahora es un poco diferente. A mí me ayudaron mucho en su día y, aunque sin pretender ser pesado, siempre que algún joven me pide ayuda, lo doy gustosamente".

el recado de bannister Grimau fue el primero en debutar en la ACB, pero tuvo que pasar los correspondientes peajes. "Cuando yo subí al primer equipo, estaba por allí Ken Bannister, el Animal, al que descubrí después de un bloqueo que me plantó en un entrenamiento. Yo pesaba unos quince kilos menos que ahora, pero ya me di cuenta de dónde me metía. Es cierto lo que dice Álex, era ese momento en el que dices: ostras, ya estoy cerca de mi sueño. Cuando te dan esa oportunidad, te quieres agarrar a ella y aprovechar todos los entrenamientos con el primer equipo para hacerte con el sitio".

Los tres han hecho carreras sólidas y exitosas, cargadas de títulos y medallas. Y no se cambiarían el palmarés. Mumbrú y López, al margen de coincidir algunos años en el Real Madrid, han ganado mucho en las competiciones de selecciones. Grimau, que fue subcampeón de Europa en 2003, salió de la rueda entonces, pero triunfó "en uno de los mejores Barcelona de la historia y pude levantar trofeos, que para un gran culé como yo es algo que te llena por completo". "Si echas la vista atrás, es para estar muy orgullosos, pero somos ambiciosos y queremos más", asegura el ex capitán azulgrana. Ganar "crea adicción" y hacerlo con el Bilbao Basket supone un reto. Mumbrú expone que "cuando nos retiremos sí haremos balance, pero prefiero mirar hacia adelante. Me haría mucha ilusión ganar un título con el Bilbao Basket. Es un club joven que ha crecido rápido en poco tiempo y casi se ha convertido en una obsesión".

el reto de la euroliga Desde su posición de peso pesado en el vestuario de los hombres de negro, Mumbrú aprueba el fichaje de sus dos compinches, con los que puede desempolvar viejos trucos, porque "necesitábamos jugadores como ellos para afrontar la Euroliga: gente con experiencia y buenas personas. Sabemos que podremos contar con ellos en los momentos duros". Los nuevos se han contagiado de la ilusión que rodea al club por los nuevos desafíos que se le presentan, pero López, que regresa a la Liga ACB tras dos años en la fría Rusia, apunta que eso no puede convertirse en presión, que la Euroliga hay que disfrutarla: "Es duro compaginar las dos competiciones y no podemos tomarlo como una obligación, sino utilizar esa ilusión en nuestro favor. Pero somos ambiciosos, queremos competir al máximo y merecernos lo que nos ganemos con nuestro trabajo". "Ilusión, ganas, sacrificio y lucha no van a faltar. Luego, habrá que meterla, se puede ganar o perder, pero por lo que he visto como nuevo aquí es que en el grupo hay mucha ambición y ganas de competir", concede Grimau.

Álex Mumbrú y Raúl López, con el Real Madrid, y Roger Grimau, con el Barcelona, han librado grandes batallas, alimentadas por una rivalidad histórica, pero ahora vuelven a compartir objetivos. "Cuando a mí me sale la oportunidad de venir a Bilbao no escondo que me hacía ilusión esto. Estaba Álex y sabía que también iba a venir Raúl. Después de tantos años, volver a juntarnos es como cerrar un ciclo. Aún nos quedan años de carrera, pero me hace mucha ilusión", confiesa Grimau.

Mumbrú ya ha puesto al tanto a sus compañeros, sobre todo a Raúl López, de lo que se vivió al final de la pasada temporada en Bilbao, ese 'efecto Miribilla' que hay que prolongar con hechos. "El público tiene que saber que nos vamos a dejar la piel cada partido. Eso al final es lo que la gente agradece, que su equipo luche al máximo cada balón hasta el último segundo. Eso es lo que hará que más gente se suba al barco. El año pasado acabó con una gran euforia y el público desatado y esta temporada habrá partidos que no sean así, tendremos momentos malos en un partido o algún periodo, pero entonces estoy seguro de que el apoyo del público va a ser incluso mayor que el de la temporada pasada", resume uno de los vértices de un triángulo que se empezó a fraguar en Badalona hace nada, hace ya trece años, y que llega a Bilbao para seguir triunfando.