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HUBO antes otros Javi Salgados, otros jugadores vizcainos que tuvieron que salir hacia Donostia en busca de las oportunidades que no había en Bizkaia. Fue el Askatuak, faro durante muchos años del baloncesto guipuzcoano, el que les acogió en distintas etapas y circunstancias. Al principio de todo esto, cuando Josean Gasca fundó en 1975 una entidad señera con el nombre de Dicoproga, el pívot de Zalla Gonzalo Bermejo formó parte de una plantilla que llegó a alcanzar la antigua Copa Korac.

En la época reciente, solo un vizcaino, Josean Betolaza, logró jugar en la Liga ACB con el equipo donostiarra. El ahora fisioterapeuta del Bilbao Basket militó durante dos temporadas en el Askatuak. La primera de ellas (1987-88) todavía la recuerdan los viejos aficionados guipuzcoanos. "Sin patrocinador, se hizo un equipo con lo justo, la mayoría de los jugadores eran de la casa", apunta Betolaza que tuvo a su lado a otro jugador vizcaino, Koldo Mauraza, que estaba cedido por el Cajabilbao. Bolitxe Domínguez era el entrenador y los González, Segurola o Rodríguez formaban el núcleo duro de guipuzcoanos. La nómina de foráneos la completaban dos de los mejores americanos que han jugado en Euskadi: Abdul Jeelani y Lance Berwald.

Esa gran pareja fue el sustento de un grupo de jugadores semiprofesionales y la que marcó la diferencia. "Todos teníamos otras cosas, trabajos o estudios, y probablemente fue el año que menos entrenaríamos en nuestras carreras. Y, sin embargo, todo salió muy bien". Betolaza tenía que compaginar el deporte con sus estudios en Valencia, pero no perdió el compromiso "con un grupo que era realmente fenomenal. Creo que eso fue la clave de que acabáramos ascendiendo".

un año difícil La ampliación de la ACB a 24 equipos llevó al Askatuak de nuevo a la élite con el apellido de Caja Guipuzcoa y la dirección de Jaume Ventura. La Liga estrenó un formato casi indescifrable que provocó que los donostiarras no llegaran a enfrentarse al Taugrés y al Cajabilbao. Betolaza, ya sin Mauraza, repitió en un bloque casi idéntico con una gran diferencia. "Vinieron dos americanos nuevos, Verhoeven y Richards, con poca experiencia y, probablemente, los nacionales tampoco dábamos el nivel", reconoce el exbase bilbaino. Total, que el equipo se vio abocado al play-off de descenso en el que primero el Fórum y luego el Tenerife firmaron el epitafio del Askatuak en la élite tras una temporada que supo a muy poco.

El club del resistente Iñaki Almandoz se mantuvo unos años más en el segundo escalón. Por entonces, el proyecto del Cajabilbao empezaba a tambalearse y en la temporada 91-92 tres jugadores vizcainos coincidieron en el Askatuak: Kike Hermosilla, David Fernández y Mikel Cuadra. "Aquella temporada no fue muy buena, ni en lo personal ni en lo deportivo", rememora Hermosilla, que con 20 años había conocido la Liga ACB en León en el curso anterior. "No tuve mucha presencia y mi relación con Josean Aldalur, el técnico, no fue buena. Nos hemos llevado mejor después de entonces".

Hubo dos duelos entre el Askatuak y el Cajabilbao postdescenso, el de los Kopicki, Ortega, Carbajo, etc, que fracasó estrepitosamente. "En Bilbao perdimos por unos diez puntos y en Donostia, perdimos tras una prórroga que forcé con un triple". En aquel tiempo, el alero de Indautxu sintió "muchas presiones externas por ser vizcaino" y percibió que, pese a que el ambiente de baloncesto en Donostia era frío "y apenas iban 500 espectadores al Gasca, los derbis se vivían mucho más allí que aquí". Nacho Herreras y Abel Amón eran los otros no guipuzcoanos de un equipo que peleó por no bajar. Hermosilla recuerda especialmente al estadounidense Charles Pittman, "un jugador buenísimo", que había militado en Phoenix Suns y que confirmó "el buen ojo de Almandoz".

Mikel Cuadra y David Fernández repitieron en Donostia la temporada siguiente dentro de un Askatuak que empezó a sufrir las apreturas económicas. En 1997-98, segundo año de la Liga LEB, Eduardo Pascual se sumó a un equipo plenamente guipuzcoano, salvo los estadounidenses Watson y Brooks y Roberto Núñez, que llegó mediada la campaña. "Fue uno de mis mejores años en todos los sentidos. Jugué a buen nivel y llegamos a disputar el play-off de ascenso a la ACB. Para mí fue muy importante", cuenta el entonces pívot.

En la segunda mitad de los 90, las renuncias del Cajabilbao y el Patronato dejaron el baloncesto vizcaino como un solar y cualquier buen jugador debía emigrar para hacer carrera. "El Baskonia era otro mundo" y Donostia fue una salida natural, más cercana. Pascual relata que "yo tenía una oferta para ir a Portugal, estaba casi hecho, pero cuando el Askatuak me llamó, cambié la decisión, claro". El ahora director deportivo del Valladolid vivió la última gran campaña del Askatuak que, perdidos los apoyos, dio varios pasos atrás. Ya en pleno siglo XXI, el Lagun Aro GBC y Salgado permiten prolongar la peculiar relación de los jugadores vizcainos con el baloncesto guipuzcoano que comenzó hace 35 años.