Feliz, alegre, sanote
El entorno profesional de Pedja Savovic traza el perfil del futuro presidente del Bizkaia Bilbao Basket
Bilbao
No podemos existir como individuos. Los seres humanos tienen que socializarse. Esto es así en todo el mundo porque no son capaces de funcionar solos y menos aún cuando formas parte de un grupo. Eso nunca te da resultado, ni te permite sentirte bien. En estos cinco años siempre ha habido gente preparada para trabajar en equipo, para lograr los objetivos en común, sabiendo que en solitario no se puede conseguir. Es una maravilla, me encanta trabajar en un ambiente en el que todo depende de ti mismo, pero nada depende solo de ti. Esta contradicción es la que nos debe hacer crecer como personas". Estas palabras, profundas y filosóficas, pertenecen a Pedja Savovic (Pula, 21-V-1976) y resumen sus cinco temporadas como jugador del Bilbao Basket, un periplo que arrancó en verano de 2004 con aquel mítico "I"m in kontuz" pronunciado mientras llegaba vía carretera a Bilbao y confundió un cartel informativo con el nombre de una localidad y concluyó el 19 de mayo del año pasado cuando Javi Salgado le sacó a hombros de la cancha después de su último partido como profesional.
Habla esa reflexión sobre su forma de entender este deporte pero también de la vida. "Los seres humanos tienen que socializarse". Savo, que el próximo día 27 será proclamado presidente del Bilbao Basket, ha seguido siempre esa creencia al pie de la letra. Lo hizo en Hawai, donde se formó como jugador y como persona; también en Denver, equipo que le permitió cumplir el sueño de jugar en la NBA; en Charleroi, y sobre todo, en Bilbao. Así, cualquier jugador, fuera propio o rival, pronunciaba "Pedja Savovic" cuando se le preguntaba qué jugador conocía de la plantilla bilbaina. Todo el mundo parecía haber tenido un nexo de unión con él en algún momento. Desde el día de su llegada, Savovic se mimetizó a la perfección con el club y también con la sociedad bilbaina, aspecto este que cuidó todavía más desde el verano pasado cuando colgó las botas, se enfundó el traje y comenzó a liderar el departamento de Marketing del club.
La opinión que se tiene de él es prácticamente unánime se pregunte a quien se pregunte. "Un tío feliz, con mucho carisma", afirma su excompañero Marko Banic. "Un tío alegre. Lo que se ve en él es lo que hay", añade Paco Vázquez, otro antiguo compinche de vestuario. "Un tío sanote y cercano que se integra allá donde va", redondea Piru Azua, uno de los fundadores del club y actual miembro de la Fundación del Bilbao Basket. Integración, un arte en el que Savovic, gracias a su desenvuelta personalidad, es un maestro. "Siempre está muy preocupado por saber de todo. Mira, hoy (por el martes) hemos estado comiendo juntos en casa de K-Toño, que es lo más parecido que puede haber a un museo sobre la historia de Bilbao y nos ha preguntado muchísimas cosas. ¡Si se ha quedado flipado cuando ha visto que antiguamente aquí ya teníamos tranvías! Tiene un gran afán por integrarse, por conocer nuestra historia... También quiere aprender euskera, ya que su hija estudia en nuestro idioma, está cursando un máster en Deusto... No hay un minuto al día en el que no esté ocupado, siempre tiene algo que hacer", destaca Azua.
Sus excompañeros también se deshacen en elogios hacia su persona y aseguran que el Savovic jovial sabe transformarse en el Savovic solemne cuando la situación lo requiere. "Desde que era jugador sabíamos que algún día iba a acabar en ese puesto. Es más, desde que supimos que se iba a retirar le cantábamos "¡presidente, presidente!" en el vestuario", recuerda divertido Banic, quien añade que "le echamos de menos en el vestuario por todo lo que aportaba. La distancia siempre aumenta cuando tienes otro cargo, pero así y todo siempre está cerca de los jugadores. Con él he pasado muy buenos momentos y me ayudó mucho cuando llegué aquí. Siempre ha sabido diferenciar muy bien los momentos de risa y los que exigen seriedad absoluta. Además, en los partidos de gran sufrimiento siempre era el que arrimaba el hombro, el que nos tranquilizaba al resto".
Vázquez respalda esta apreciación y recuerda "lo mal que lo pasaba viendo los partidos desde la grada. Sufrió muchísimo en la nefasta racha que tuvimos el año pasado y que le acabó costando el puesto a Txus (Vidorreta)". Sus recuerdos de vestuario son inmejorables. "Le gustaba el buen ambiente y se pasaba el día haciendo bromas. Tampoco le importaba cuando él era el centro de las coñas. Es más, sabía reírse de sí mismo e incluso aumentaba las bromas. Creaba una dinámica muy positiva", recuerda el alero ibicenco, que junto al propio Pedja y a Luke Recker instauró la dinámica de los bailes de hace dos temporadas, danzas que no solo tenían lugar al final de los partidos. "Todo empezó el día que jugamos en la cancha del Real Madrid. Bajamos unas escaleras al salir del vestuario y estábamos esperando para salir a pista. Por los altavoces sonaba música hip-hop y Pedja, Luke y yo comenzamos a hacer el bobo. A partir de ahí surgió la dinámica de repetirlo antes de los partidos para quitar tensión", rescata entre risas.
Agradecido Sus allegados no dudan en señalar lo integrado que se encuentra Savovic en la sociedad vizcaina. "Siempre dice que es uno de los sitios más maravillosos del planeta. ¡Y mira que Savo ha recorrido mundo! Como le gusta mucho el tema de las olas tiene Mundaka a tiro de piedra, su mujer está contenta, su hija tiene muchísimas amigas... Es feliz", repite Azua, a quien Vázquez secunda palabra por palabra. "Todo el mundo le conoce y sabe cómo es, un tipo supersociable que se ha identificado mucho con la ciudad de Bilbao y con su proyecto de baloncesto. Además, es un tipo muy curioso al que le encanta saber cosas, aprender. Se puede decir que ya es un bilbaino más", apostilla.