La primera mujer en dirigir al Athletic femenino ha enderezado el rumbo de la nave rojiblanca. Un año después de reemplazar a Ángel Villacampa, el conjunto bilbaino está asentado en la parte noble de la Primera Iberdrola. El domingo que viene visita a la Real Sociedad en Anoeta.

¿Qué balance hace de su primer año al frente del Athletic?

—La entrada fue complicada en enero, con catorce puntos en catorce partidos. Entramos cuesta arriba pero al final conseguimos sacar al equipo de la zona de peligro, fuera de riesgo. El inicio de esta temporada no ha tenido nada que ver.

¿Su llegada fue un verdadero marrón?

—Siempre digo que entrenar al Athletic nunca puede ser un marrón. Para cualquier vizcaino o vizcaina es un privilegio entrenar al Athletic. Aunque sí es verdad que cogí al equipo en la peor situación que se ha vivido nunca en el Athletic femenino. Si me hubiesen dado a elegir, lo habría cogido de otra manera pero al final las cosas vienen como vienen, y en un momento de necesidad que tenía el club no tuve ninguna duda en coger el equipo. Si podía echar un cable de cualquier manera lo iba a hacer sin pensármelo.

Las cosas no salieron al principio a su gusto.

—Cuando llegué las jugadoras estaban en una situación de bloqueo y es complicado, porque incluso algunas jugadoras que conoces eran desconocidas entrenando y jugando. Intentas desbloquear eso, cambiar las rutinas, a nivel mental que vayan ganando confianza y en un par de meses los resultados nos empezaron a acompañar y pudimos acabar de una manera digna.

Sin embargo, esta temporada todo es diferente.

—Sí. Empiezas desde cero, con una plantilla y pretemporada diseñadas por ti, con dinámicas de trabajo nuevas y esta temporada estamos disfrutando. Las jugadoras desconectaron muy bien en verano, a pesar de no tener muchas vacaciones, y desde pretemporada el equipo transmitía muy buenas sensaciones. Tras la primera vuelta que hemos hecho les he dicho a las jugadoras que el objetivo de la segunda tiene que ser mejorar los números de la primera. Cogimos el equipo con catorce puntos en catorce partidos y ahora mismo tiene veintitrés en los mismos encuentros.

¿Hay tanta diferencia para una entrenadora trabajar en el primer equipo o en el filial?

—Sí. Por un lado, porque todos sabemos que en el primer equipo lo que importan son los resultados. Por mucho que trabajes muy bien, si no te acompañan los resultados te vas a la calle. En el segundo equipo el resultado también importa, porque es una segunda división, pero te centras más en el proceso y no tanto en el resultado. Se puede trabajar con más tranquilidad y más tiempo.

¿Cuál ha sido el peor momento de este periodo?

—Cuando perdimos el año pasado en el campo del Betis, porque fue el único momento en el que se te pasa por la cabeza que el descender puede pasar. Cuando llegué a la rueda de prensa y dije que el objetivo era salvar la categoría la gente se asombró, ya que era la primera persona que lo había verbalizado. Pero la situación era esa, estábamos a tres puntos del descenso. El primer objetivo era alejar al equipo del descenso por muy fuerte que suene. El equipo estaba muy jodido tras esa derrota y tras hablar con las jugadoras les dije que había que pegar una hostia sobre la mesa y apretar. Estábamos bloqueadas pero no había excusas. Tocamos fondo y de los siguientes siete partidos ganamos seis. El equipo tuvo una reacción impresionante.

¿Y el mejor?

—Sensaciones que estamos viviendo este año. Por ejemplo, ganar 2-0 al Real Madrid en casa, bien con todas las de la ley. El ver al equipo competir bien contra esos equipos y ganarles fue un momento de decir que podemos competir contra cualquier equipo.

Sobre el mercado, Quiñones, Itxaso y Peke han llegado como caídas del cielo: jugadoras con experiencia difíciles de reclutar en otros cursos.

—No son muchos cambios, pero son tres caras nuevas que añadidas a las jugadoras que han subido del B han dado más competitividad a la plantilla en cada puesto. Es un rompecabezas para el cuerpo técnico, pero es bueno para el club.

¿Entre lo peor también estará el hecho de dar la baja del Athletic a jugadoras de la casa, teniendo un mercado tan limitado?

—Sí. Son jugadoras que conozco desde hace muchos años, he jugado con ellas y es duro darles la baja porque a nivel personal les tengo mucho cariño. Pero tenemos que tomar decisiones e hicimos la plantilla que creíamos que podía ser la mejor para competir. A partir de ahí, les deseo lo mejor en sus clubes, que sé que están disfrutando del fútbol. Eran jugadoras que llevaban muchos años sin tener muchos minutos.

¿Teme que alguna rojiblanca se sienta tentada por cantos de sirena de equipos foráneos, como los últimos casos de Damaris o Amaiur?

—Ese miedo siempre lo tenemos aquí. Somos un club de cantera y nos cuesta sacar jugadoras de abajo, que ya lo hacemos, pero cuando se va una jugadora fastidia. Nosotros intentamos hacer lo que está en nuestras manos, que es intentar formarlas de la mejor manera posible en categorías inferiores. Y una vez que llegan al primer equipo, intentar cuidarlas, que estén a gusto y darles proyectos deportivos que sean atractivos, y al final la decisión está en cada una.

Parece que el Athletic va superando con nota la transición generacional en su plantilla.

—La liga se está poniendo muy complicada. En los últimos años el nivel ha subido muchísimo. Estamos entre las tres mejores ligas de Europa y con la filosofía que tenemos, y encima cuando se te van jugadoras importantes, es complicado. Pero lo cierto es que cada vez que se van jugadoras importantes te echas las manos a la cabeza y empiezas con preocupaciones de cómo las vamos a suplir y demás, pero al final siempre pasa lo mismo, tanto en el equipo masculino como en el femenino, acabamos sacando gente de la cantera y esa es la fortaleza del Athletic también. Somos capaces de reinventarnos tirando de la cantera y que siga saliendo gente.

¿Dónde pone el listón para 2022?

—Es verdad que hemos hecho una buena primera vuelta, pero tenemos que ser ambiciosas y mejorar los números conseguidos. Si somos capaces de hacer esos números, vamos a ser capaces de pelear con los equipos de arriba, exceptuando el Barça que está a otro nivel. Sería una temporada de la leche acabar con esos equipos en la clasificación.

¿Qué le pide al nuevo año?

—Estamos tan obsesionados con la pandemia que a ver si se normaliza todo esto, porque genera mucho estrés el estar pensando en que después de navidades puede haber jugadoras con covid, si se tiene que aplazar, si hay público, si luego no hay y la verdad es que el día a día mucho gira en torno a eso. Por decir algo a nivel deportivo, pediría que el Athletic pueda estar peleando con los de arriba y que sigamos sacando gente de la cantera.

"En un momento de necesidad que tenía el club no tuve ninguna duda en coger el equipo"

"Ahora estamos disfrutando. Les he dicho a las jugadoras que tienen que mejorar los números en la segunda vuelta"

"Cada vez que se van jugadoras importantes somos capaces de reinventarnos tirando de la cantera"