En la previa del derbi, Ernesto Valverde, desde la mesura y la cordura más absoluta, en un ejercicio de sensatez, algo que se echó en falta en el bando opuesto, pues en Donostia por algún extraño motivo se empañaron en calentar en exceso el derbi con comentarios que en muchas ocasiones estuvieron totalmente fuera de lugar, explicó que lo importante en un encuentro con una rivalidad como la que tienen Athletic y Real Sociedad es lo que sucede en el terreno de juego. Los dimes y diretes y demás palabrerías poco o nada tienen de relevantes más que para otorgar un protagonismo en los días previos que en muchas ocasiones resulta totalmente inmerecido e innecesario. El conjunto rojiblanco hizo caso omiso. A palabras necias, oídos sordos. Hizo suyas las declaraciones de Valverde, habló en el campo, que es donde hay que hacerlo, y se mostró superior a la Real. Ahí es donde se deben jugar los derbis. Y sobre el verde de San Mamés el Athletic fue mejor.

El triunfo fue merecido por muchas cuestiones. La primera y la más importante, por la eficacia que volvió a demostrar sobre la portería rival. Poco importó que en ella no figurase Alex Remiro, sancionado, pues Unai Marrero no pudo hacer nada para evitar los dos tantos de pillo de Alex Berenguer, el sustituto de un Iñaki Williams que se estrena hoy en la Copa Africana de Naciones con Ghana y a quien no parece echar de menos su equipo. Gran noticia esta. La buena relación del Athletic con el gol tuvo también su efecto en defensa, si bien Mikel Oyarzabal impidió que Unai Simón sumara su décima portería a cero del encuentro, el capitán de la Real vio puerta en el único disparo entre los tres palos de los donostiarras.

Nadie puede poner en duda los mayores méritos contraídos por el Athletic, que sin ser brillante, gana casi de carrerilla, como un equipo grande. Le basta con tirar de esa solidez de la que viene haciendo gala en los últimos meses para mostrarse superior a casi todos sus rivales. Y así fue también con la Real Sociedad. Y como quiera que su técnico, Alguacil, dijo echar de menos las tanganas que debían formarse a millones en cada derbi, pues también hubo varias de ellas. Tres en total. Casualidad, o no, tras varios lances poco deportivos de futbolistas del conjunto donostiarra. En la foto figuraron casi siempre Iñigo Lekue, quien ejerció de capitán, y Mikel Merino. Cada uno a lo suyo. Dos mundos. El primero, para apaciguar el fuego generado por el segundo. Ya saben, la Real es el equipo de toda la Primera División cuyos partidos menos tiempo efectivo tienen. Faltas tácticas las llaman...

El derbi vino a demostrar la diferencia que existe a día de hoy entre uno y otro equipo, tal y como confirman los nueve puntos de diferencia que ha conseguido abrir el Athletic con una Real a la que no se le puede restar ningún mérito, pues está metida de lleno en la pelea por Europa y su andadura en Champions ha sido inmaculada.

Quizá en otras circunstancias y sin haber hecho méritos como para sumar algún punto, al conjunto donostiarra le habría bastado con ese arreón final para rascar al menos un empate, pero hincarle el diente a este Athletic es una tarea muy complicada. Así lo corroboran los cinco triunfos consecutivos que ha enlazado en San Mamés, algo que logró por última vez en el curso 2013-14. Curiosamente, con Valverde en el banquillo y, como ahora, entre las jornadas 13 y 20 de una liga en la que los leones tienen encarrilado su regreso a Europa. Se habla en el campo.