Rumbo a las ligas en color

Tras el célebre doblete de la 55-56, la Liga se había puesto muy cara para el Athletic. En estas circunstancias, la Copa, la competición por antonomasia de los leones, se convirtió en su refugio para la gloria. Lo fue en 1958 con la épica victoria de los once aldeanos y, posteriormente, en 1969 y en 1973, en la que se venció al Elche y al Castellón, respectivamente. En estas últimas tuvo un papel destacado un espigado guardameta que acabaría convirtiéndose en la figura más emblemática de la centenaria historia del club: José Ángel Iribar.

Con solo 19 años, debutó el 23 de septiembre de 1962 sustituyendo a otro mito de la portería rojiblanca: Carmelo Cedrún. Aquella derrota por 2-0 contra el Málaga también sería el estreno de otro león que dejó honda huella en la afición: Fidel Uriarte.

Te puede interesar:

Pero la proyección del Txopo alcanzó otra dimensión, llegando a ser uno de los mejores porteros del mundo de su época, si no el mejor. “Como Iribar no hay ninguno”, le cantaba la hinchada entregada. Siendo ya un veterano acarició en 1977 el primer título europeo en la final de la UEFA a doble vuelta perdida contra la Juventus. Un mes después, tampoco tuvo fortuna en la tanda de penaltis que dio la Copa al Betis entrenado por Iriondo.

Iribar se retiró en 1980 con 614 partidos a su espalda como león, un récord que aún sigue vigente. La Liga que él no pudo ganar la conquistaría poco después una nueva generación pilotada por un excompañero suyo: Javier Clemente. Retirado prematuramente por una grave lesión, el de Barakaldo llevó a un equipo inolvidable al éxito en 1983, año en el que se estrenó el himno y una nueva forma de celebrar los títulos: navegando por la ría en la Gabarra.