EL Real Madrid es el Real Madrid, vigente campeón de liga y de la Copa de Europa, pero ya no de la Supercopa, pues el pasado fin de semana cayó con estrépito en la defensa del título obtenido en la edición anterior. El Barcelona le pasó por encima. La leyenda que los blancos han labrado en la disputa de finales se esfumó en el King Fahd International Stadium de Riad, no hubo la más mínima noticia de esa voracidad que les ha valido para acumular trofeos y más trofeos, hasta en los años menos brillantes. El montaje de la Federación Española en comandita con los jeques saudíes deparó una debacle sin paliativos, volvieron a escucharse las quejas de Carlo Ancelotti. Llevaba el hombre tiempo advirtiendo de que su equipo carece de la mentalidad adecuada en labores defensivas. El problema detectado por el técnico en anteriores compromisos y, al parecer irresuelto, disparó las alarmas al manifestarse en toda su crudeza precisamente frente al enemigo del alma, que asimismo le aventaja en el torneo de la regularidad.

El jueves, en otra final a efectos prácticos, el Madrid salvó los muebles en la segunda mitad. Se ganó el derecho a estar en el bombo de cuartos de final de la Copa en La Cerámica, después de flirtear con el fracaso en una primera mitad patética, saldada con dos goles en contra. Ancelotti dio con el antídoto y rectificó el curso de los acontecimientos: 2-3. Se dirá que el episodio vivido en Oriente sirvió de acicate en el seno del madridismo. El Athletic tendrá ocasión mañana de conocer el alcance de la reacción, pero desconcierta esa fragilidad reflejada en el número de goles recibidos, en los remates concedidos, en las pocas porterías a cero que durante semanas viene acumulando el Madrid.

“La llave del éxito de la campaña anterior fue la defensa”, subraya Ancelotti, que ahora no ve al equipo “compacto”. La garantía que representa Courtois no siempre compensa las omisiones del resto, en especial de una zaga apuntalada con el fichaje del internacional germano Rudiger. Al parecer, se acusa la marcha de Casemiro al Manchester United. El trabajo sucio, y consentido por los árbitros, del brasileño se añora en una estructura donde ponía el contrapunto a la creatividad de Kroos y Modric, directores de orquesta a los que se les está pasando el arroz.

Mediada la campaña previa, Ancelotti se vio obligado a diseñar un nuevo plan, tras fracasar su intento de promover un estilo más agresivo, de presión colectiva avanzada. A fin de minimizar daños, optó por un repliegue táctico que debía compensarse con transiciones de vértigo. El Madrid supo amoldarse a funcionar a la contra, una modalidad impropia quizás de un grande, pero para la que cuenta con piezas idóneas: Vinicius, Benzema, Valverde, Asensio, Rodrygo… Y le fue muy bien, pero en el vigente ejercicio han renacido las dudas. Los datos relativos a la contención reflejan una vulnerabilidad que se creía superada.

Desde el verano, la portería del Madrid recibe más remates y más goles, la cifra de encuentros donde encaja algún gol también ha subido. Su índice de fiabilidad se resiente y en su seno crece la preocupación a medida que el Barcelona quema etapas en la construcción del proyecto liderado por Xabi Hernández. De alguna manera, las dudas se han trasladado del Camp Nou al Bernabéu.

El proceso de renovación tampoco termina de convencer. Los Valverde, Camavinga, Tchouameni, centrocampistas que han de tomar el testigo de los veteranos, no acaban de asentarse, y Ceballos no deja de ser segunda o tercera alternativa, a pesar de su papel estelar en la reciente voltereta a costa del Villarreal. Pocos son los que eluden la lupa de la máxima exigencia que se cierne sobre una plantilla abocada a apoyarse en la regularidad del portero, las ocurrencias de Vinicius y la infinita clase de un Benzema que ya empieza a desafiar las leyes de la naturaleza, pues en diciembre sopló 35 velas.

La coyuntura invita a desafiar el pronóstico que tradicionalmente luce cuando el Madrid entra en liza. Las probabilidades de éxito del Athletic aumentan a la vista de los resultados y la imagen proyectada por los blancos antes y después del Mundial, aunque no se olvide que el Real Madrid sigue siendo el Real Madrid.