El Athletic volvió a sentirse bien en casa. El factor campo se nota en su rendimiento y aunque se haya dejado varios puntos por el camino, su imagen se revaloriza cada vez que actúa delante de la afición. El miércoles, en su estreno copero como anfitrión, llevó la voz cantante, gobernó con autoridad prácticamente de principio a fin y no dejó resquicio a las opciones de un Espanyol que mereció recibir más goles. La victoria entraña un gran valor si se considera que, además de que estaba en juego la continuidad en el torneo, los anteriores resultados ante rivales de la misma categoría habían dejado un poso de preocupación. En este sentido, cabe apuntar que lo realizado aporta un refuerzo anímico muy oportuno, al coincidir con una fase particularmente exigente del calendario que el domingo se concreta en la visita del Real Madrid.

En San Mamés, la versión de los rojiblancos resulta más convincente y atractiva sencillamente porque sale a ganar. No quiere insinuarse que ese afán no se perciba en los desplazamientos, pero como local es capaz de plasmarlo con enorme nitidez. El equipo de Ernesto Valverde se expresa de diferente manera en su estadio: al margen del índice de acierto o inspiración, salta a la vista cuál es su objetivo y lo persigue con una actitud encomiable que normalmente rentabiliza.

Ha ganado seis encuentros, contado este último, empatado dos y perdido otros dos, pero los marcadores adversos no le han hecho justicia. De hecho, con la salvedad de que cayó ante un notable Atlético de Madrid (0-1), aunque ese día el reparto de puntos a nadie hubiera extrañado, mereció mejor suerte ante Mallorca (0-0), Espanyol (0-1) y Osasuna (0-0). Las prestaciones de estos adversarios en absoluto fueron comparables, los tres las pasaron canutas para frenar el ímpetu de un Athletic que acumuló motivos para la frustración. El denominador común fue el manido déficit de precisión en los espacios donde se cocina el gol.

Un sambenito, el de la ineficacia rematadora, del que no logra desprenderse y que de nuevo se manifestó anteayer. Un vistazo a las estadísticas de cualquiera de estas citas referidas a centros al área y remates ahorra mayores disquisiciones. En la rueda de prensa posterior, el entrenador admitió de mala gana una realidad cuantificada en los diecisiete córners botados contra la portería del Espanyol. Cifra similar a la computada ante Osasuna, por ejemplo.

La existencia de un problema, que sobre todo señala a los encargados de lanzar desde la esquina, así como a las fórmulas que se emplean, léase saques en corto, jugadas que se supone están preparadas y a menudo no acaban en un centro en condiciones, debería ser motivo de profunda reflexión. Más que nada porque solo en liga van cien córners, sí cien, y con los dedos de las manos sobra para anotar los intentos de remate consumados con probabilidades de hacer daño.

Responsabilizar a los hombres que se colocan en el área o sus inmediaciones a la espera de una pelota aprovechable, no procede con un suministro tan pobre. Los centrales, los tres que alternan en las alineaciones, Vesga, Sancet, Guruzeta, Iñaki Williams y Raúl García, componen objetivamente una nómina de cabeceadores acreditados, por capacidad, envergadura y agresividad, para ir en busca del balón y elevar la cuota goleadora. En otras palabras, para amarrar más puntos, especialmente en San Mamés, donde el tipo de juego propicia esta clase de lances con asiduidad.

Que el remedio para subsanar este desperdicio se encuentra en Lezama, en el día a día, se antoja una obviedad. Cuesta entender, incluso creer, que con el discurrir de las jornadas no se aprecie avance alguno en un apartado que constituye un complemento importante para un conjunto de vocación ofensiva y sin embargo con serias limitaciones para acceder al gol con la pelota en movimiento. No conviene hacerse mala sangre ni caer en la tentación de elucubrar, pero cuál sería el balance en la hipótesis de que el Athletic hubiera agregado a su casillero de goles a favor una cifra modesta, tres, cuatro cabezazos nacidos de un saque de esquina. Después de cien intentos, qué menos.

Por no mentar el ahorro de energía consiguiente, puesto que el Athletic invierte un desgaste mayúsculo en sus actuaciones, orientadas conscientemente al logro del gol. Hasta las tareas defensivas, sin balón, a través de una presión adelantada y feroz, con anticipaciones continuas, van encaminadas a la generación de peligro. El miércoles se asistió a una demostración en este sentido. La totalidad de los jugadores se aplicó a fondo desde el comienzo para impedir que el contrario gozase de posesión, los robos se multiplicaron y así le mantuvo a 60 metros de los dominios de Agirrezabala tres cuartas partes del partido. Nada distinto a lo presenciado el día del Mallorca o el de Osasuna o en la anterior visita del Espanyol, en octubre.

El córner, en teoría una conquista, el preludio de una celebración, en el Athletic ha dejado ser una baza, una expectativa, un respiro. Interesaría rescatarlo e integrarlo en el plan de partido como un recurso más. Lo era en tiempos pretéritos.

Athletic-Real Madrid

Sánchez martínez dirigirá el clásico

Tras la polémica en el derbi. En un clásico, como el que va a acoger este domingo por la noche San Mamés, la actuación arbitral siempre cobra protagonismo. Athletic y Real Madrid suelen protagonizar duelos muy intensos, con la grada caliente y donde la moviola da juego. El encargado de impartir justicia sobre el césped será José María Sánchez Martínez. Al frente del VAR estará Xavier Estrada Fernandez. La actuación del colegiado murciano, de 39 años e internacional, será mirada con lupa, sobre todo tras la polémica del pasado sabado en el derbi ante la Real Sociedad. En Primera desde la temporada 2015-16, el de Lorca ha arbitrado en 18 ocasiones al Athletic, con un balance de 8 victorias, 3 empates y 7 derrotas. Al Madrid, por su parte, el representante del Comité Murciano le ha dirigido en 30 ocasiones (17 victorias, 8 empates y 5 derrotas).