Todavía es pronto para todo, por lo que conviene abonarse a la cautela incluso si las cosas van bien o muy bien, supuesto en que se halla el Athletic después de tres jornadas. Un empate y dos victorias con la portería propia inmaculada invitan desde luego al optimismo, al menos en el corto plazo. Es indudable que el equipo ha cogido carrerilla, que el campeonato le sonríe. Hoy que vuelve a actuar en casa, donde siempre apetece hacerlo, recupera piezas que permanecían en la enfermería, va a poder contar asimismo con la última incorporación a la plantilla y se ha despejado positivamente la duda que planeaba sobre la disponibilidad de Iñaki Williams. En las horas previas a recibir al Espanyol no hay una sola noticia que empañe el ambiente alegre que se vive en Bilbao.

El contexto en que se disputará el encuentro se antoja ideal desde la perspectiva del Athletic, pero nada de lo comentado garantiza que el marcador vaya a ser favorable. El momento que atraviesa el conjunto dirigido por Diego Martínez no es siquiera comparable, varias circunstancias le están lastrando desde la pretemporada con el consiguiente reflejo en su casillero. Un punto de nueve posibles es lo opuesto a un buen arranque y a la vez la promesa de que el Espanyol se batirá el cobre en San Mamés. El espíritu inconformista de su técnico, que ya acreditó en su etapa en el Granada, y por descontado la necesidad asoman como sus mejores argumentos.

El Espanyol no es el Mallorca ultradefensivo que puntuó sin goles y por supuesto, no guarda parecido alguno con el Cádiz. Su nivel habría que situarlo próximo al del Valencia, que exigió un enorme esfuerzo y acarició las tablas en la última acción del choque. Ese tipo de partido, reñido y abierto a alternativas en el control, es justo lo que Valverde espera. Lo manifestó con claridad ayer. De ello se deduce que sus hombres saldrán advertidos al campo, o sea, aferrados a la consigna de tomar enseguida la iniciativa y desgastar al máximo la oposición perica.

Prolongar la racha trae aparejada una jugosa recompensa: equivaldría a asentarse en lo más alto de la clasificación y abrir un abismo de nueve puntos, tres partidos de ventaja respecto al visitante de esta tarde. Sí, es pronto aún, pero todo lo que sea marcar distancias en un torneo tan largo siempre resulta interesante.

Los mismos

Con cero pistas sobre las intenciones del míster, inclinarse por la misma alineación que apabulló al pobre Cádiz es una apuesta fundamentada. Si tal como dio a entender, Iñaki Williams ha superado su torcedura de tobillo como quien lava y ni Yuri ni Balenziaga figuran en la lista, cuesta enunciar motivos para promover variaciones de salida. El bloque funcionó, nunca perdió el hilo y acabó pletórico la jornada anterior. El perfil del Espanyol acaso aconsejaría algún retoque, pero Valverde ha expuesto sus preferencias con suficiente nitidez en las tres citas negociadas en agosto.

Las tres novedades que presenta la convocatoria, en principio no optan a la titularidad porque carecen de rodaje en la competición, lo que quiere decir que su ingreso será progresivo. No es preciso señalar que el destino de Julen Agirrezabala es el banquillo, del que sale Iru para retornar al filial. Iñigo Martínez goza de la vitola de intocable, pero viene de lesión y el dúo formado por Vivian y Yeray ha brillado en cada compromiso. Es de lo más destacado del equipo, básico para que el apartado de goles en contra permanezca vacío. A su vez, Herrera parte con una pega más que los anteriores, dado que acaba de aterrizar en Lezama y precisa de un período de adaptación a los compañeros, así como a las rutinas de trabajo y el estilo de juego que propone este Athletic de Valverde. No obstante, de los tres podría ser quien contase con minutos en la segunda mitad. Dependerá de la guerra que plantee este Espanyol en fase de construcción.