Un gol sin empezar a sudar ha decidido el derbi, pero no explica su desenlace. Esa diferencia mínima ha sido el clavo ardiendo al que se ha agarrado el Athletic para mantenerse dentro del partido, una esperanza ampliamente defraudada y que no se ha materializado porque nunca ha sabido qué hacer para imponerse a la Real.

El equipo de Imanol Alguacil ha ganado bien, sencillamente ha exhibido mejores fundamentos de principio a fin y su superioridad fue creciendo según avanzaba el cronómetro, siendo palmaria en el desarrollo de la segunda mitad. Los cambios de Garitano no han surtido efecto, incluso pareció que contribuían a descomponer más una estructura que se muestra incapaz de generar aproximaciones decentes, lo que invalida el esfuerzo invertido y le señala como un conjunto muy plano y vulnerable.

Aunque mantenga el tipo en tareas de contención, para aspirar a los puntos se requiere unas dosis mínimas de atrevimiento, pericia y profundidad en terreno rival. Nada de esto ha asomado y la Real no ha encontrado mayores inconvenientes para romper una racha de nueve encuentros sin victoria.

MAL COMIENZO

Empezar en desventaja tan pronto sin duda ha marcado al Athletic, pero tenía todo el partido por delante para rehacerse, objetivo que amagó con plasmar hasta el intermedio y a la postre quedó en eso, en un amago. Ha necesitado casi un cuarto de hora para asimilar el 0-1 y conectarse al juego.

La acción nacía en una de las múltiples pérdidas evitables de Berenguer, que daba lugar a la inmediata activación del rival a la contra, con tres toques rápidos que desembocaron en una entrada al espacio de Oyarzabal, quien sirve raso para que Portu remate sin oposición.

La zaga, pillada a contrapié, no tuvo opción para cortar la que fue prácticamente única jugada de auténtico peligro visitante en el primer período. Luego no ha tardado en asentarse y ha mantenido a raya a una Real que apenas ha profundizado, pese a gozar de la posesión a ratos.

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Las imágenes del Athletic-Real Sociedad

En realidad, el juego ha discurrido bastante equilibrado. La aportación de Vencedor resultó determinante en ello. Tanto en el quite como en la distribución sobresalió del resto, sin embargo no halló la colaboración precisa, si se exceptúa a Vesga, que hizo un montón de kilómetros en vano.

Al principio sí pareció que Muniain sería un buen socio para el joven centrocampista, pero no ha tardado en difuminarse y emular a Berenguer en el capítulo de lances malgastados. La participación de Williams ha sido del todo anodina, mientras que como consecuencia del cúmulo de inoperancia de los compañeros más próximos, Villalibre ha estado abocado a fajarse con los centrales siempre en inferioridad y a soportar un severo castigo físico.

SIN ATAQUE

El balance ofensivo de los rojiblancos ahorra mayores disquisiciones en torno a la elección de Garitano para diseñar el ataque. No es el primer día en que sus titulares deambulan como alma en pena. De modo que la Real pudo despacharse con cierta comodidad, pues pese a no llevar el mando, los turnos de posesión locales nunca han llegado a preocuparle. Mención aparte merece la escasa contribución de los laterales.

Yuri lo ha intentado sin tino, a Capa nunca se le ha visto romper líneas. Ambos estaban mediatizados por la presencia de Portu y Oyarzabal, muy abiertos y prestos para recibir.

Remiro ha sido un espectador privilegiado, una condición que sorprendentemente conservó hasta la conclusión. El arranque del segundo acto ha sido quizá la fase más inquietante para el Athletic, cosa que ha aprovechado la Real para enseñar su repertorio. Hasta cuatro oportunidades nítidas ha creado, destacando un golpe franco que Isak ha estampado en el larguero y un segundo, de Oyarzabal, que Simón ha repelido en un alarde de reflejos.

TRIPLE CAMBIO

Antes, el portero controlaba un cabezazo picado de Isak a la salida de un córner. En vista del panorama, Garitano ha introducido tres cambios de golpe. Ninguno mejoró lo que había. Retirar a Vencedor, que tenía tarjeta, se antojaba un lujo, pero aquí también ha intervenido el infortunio dado que su relevo, Unai López, se lesionaba al cuarto de hora.

Entró entonces Raúl García y Sancet se retrasó para formar pareja con Vesga. El remedio no ha cuajado y pese a que Muniain volvía a coger el hilo, tampoco el capitán acertaba en la mayoría de sus decisiones. Lo máximo que ha conseguido el Athletic en la última media hora ha sido que la Real dejase de merodear a Simón, pero como se ha apuntado Remiro no se ha visto exigido, salvo en un centro venenoso de Yuri al que Sancet llegaba tarde.

La precipitación y los fallos tontos han arruinado el afán por forzar la igualada. De hecho, es que no se ha registrado un solo centro al área en condiciones, con dos elementos descolgados arriba a la espera de cazar algo. Pura impotencia, toques en paralelo, reiterativos e insulsos, ninguno que haya roto líneas o haya acercado la posibilidad de terminar jugada. Pese a los riesgos posicionales tomados para embotellar a la Real, el tratado de inoperancia ha condenado al Athletic a una derrota sin paliativos.

Para hacer un gol, que hubiese bastado para arreglar la tarde, es imprescindible chutar al menos una vez. Una sola y ni un remate ha habido dirigido entre los tres palos de la Real, que ha aparcado el brillo para desplegar una propuesta equilibrada que sobre el césped le hizo aparecer tres traineras por delante de un Athletic cortísimo de recursos con la pelota. Triste fin de año en San Mamés.