El Villarreal, cuarto en la clasificación de liga, un equipo que de la mano de Unai Emery está mostrando una regularidad que no exhibió de manera tan continuada el curso pasado, en el que acabó en quinta posición, medirá esta noche (22.00 horas) la capacidad del Athletic para afrontar partidos grandes, aquellos que le miden a rivales con los que debería, al menos sobre el papel, estar jugándose las habas al final de la temporada. Conocidos son de sobra los problemas que ha presentado este curso el equipo que dirige un cuestionadísimo Gaizka Garitano ante clubes de menor nivel -sirva como ejemplo el último partido, el que enfrentó a los rojiblancos con el Huesca-, pero a las puertas de alcanzar el ecuador de la competición, el conjunto rojiblanco tiene ante sí la oportunidad de impulsarse en la tabla, acercarse a posiciones europeas, de las que le separan cuatro puntos habiendo disputado un partido más, y alejarse de la zona de descenso, que asoma a solo tres puntos de distancia, aunque con un puñado de equipos a su espalda.

Ganar permitiría al Athletic afrontar la Navidad y su particular cuesta de enero, que es temible, con cierta tranquilidad. De paso, el técnico ganaría algo de crédito ante la afición y tal vez también frente a una Junta Directiva que se encuentra dividida en torno a su continuidad, como así se han encargado de airear sin excesivo rubor y sin que se entienda muy bien con qué motivo. Además, con la Asamblea General de Socios Compromisarios a la vuelta de la esquina, un triunfo podría aplacar los ánimos de los votantes. Meras suposiciones, sí, pero lo que parece claro es que una derrota no haría sino generar más ruido en torno al equipo y a la institución cuando lo que más reclama es calma y tranquilidad.

La duda reside en saber qué Athletic se verá en el Estadio de la Cerámica. El que dejó buenas sensaciones en sus tres últimos encuentros a domicilio, a saber: Getafe, con una buena primera parte; Valencia, con una hora de juego más que aceptable; y Madrid, donde pese a la tempranera expulsión de Raúl García, el conjunto rojiblanco tuvo el empate en su mano en la penúltima acción del choque. O el que fue incapaz de disparar a puerta ante el Celta en San Mamés y que sufrió mucho más de lo esperado para vencer al Huesca, también actuando de local, el pasado viernes.

Todo lo que no sea acercarse al rendimiento ofrecido en los tres últimos partidos lejos de Bilbao será facilitarle en exceso las cosas a un Villarreal intratable, que no ha perdido un solo partido en los tres últimos meses, en la goleada (4-0) que encajaron ante el Barcelona, y que tiene argumentos ofensivos para complicarle las cosas a cualquiera. A pesar de la baja de Paco Alcácer, Unai Emery cuenta con un Gerard Moreno en estado de gracia que es el pichichi de la liga con ocho goles.

Para frenar al equipo groguet Garitano moverá alguna de sus fichas, aunque está por ver en qué número. Al equipo regresa Yeray Álvarez tras cumplir un partido de sanción por acumulación de tarjetas y si bien lo más lógico sería que sustituyera a un Unai Nuñez que en sus últimas apariciones ha ofrecido su verdadero nivel, tampoco puede descartarse que se decante por jugar con una línea de tres centrales. Los buenos minutos de Vencedor ante el Huesca invitan a pensar que será titular esta noche, aunque está por ver con quién forma en el doble pivote, si con Mikel Vesga o Dani García. Óscar de Marcos, el más destacado de los rojiblancos en la reciente visita a Valdebebas, apunta al extremo diestro, con Alex Berenguer en la izquierda e Iñaki Williams en punta, toda vez que Asier Villalibre causa baja por lesión. Raúl García, que vuelve tras cumplir sanción, podría entrar en el once en lugar de Iker Muniain.