Se pinchó el globo. La noche se auguraba propicia para seguir apuntalando una idea que había resultado sugerente y hasta rentable en las dos jornadas previas, el perfil del oponente invitaba a confiar en un resultado favorable a nada que el Athletic hiciese su parte con un mínimo de sentido, agresividad, constancia y ambición, pero nada de esto obtuvo plasmación. Y lo que es peor, el equipo recuperó los vicios que le han desangrado en demasiados partidos. Al margen de que careció de filo, de que apenas inquietó al portero del Celta, cometió errores graves atrás que se tradujeron en una derrota sin paliativos. Un rendimiento mediocre durante tres cuartas partes del encuentro desembocó en el fracaso que vuelve a poner en cuestión todo, incluso aquellos aspectos que parecían haber insuflado oxígeno a la propuesta rojiblanca tras los retoques de Gaizka Garitano.

Defraudó el Athletic. Tras un arranque decente, se fue apagando, no fue una caída de tensión repentina motivada por el fútbol del Celta sino una paulatina pérdida de identidad que le vulgarizó hasta extremos que se creían superados, con el agravante de que no volvió a coger el hilo para aspirar a los puntos. Ni siquiera los goles gallegos, el primero con media hora por delante, provocaron una reacción. El técnico realizó dos cambios después de cada gol recibido sin que se apreciase una mejora. Solo hubo precipitación e imprecisión, amor propio y desorden. El Celta terminó la noche desenvolviéndose con absoluta holgura, aunque la verdad es que esta fue la tónica a partir del descanso. Nada de lo intentado ni desde la banda ni sobre el césped cundió. El Athletic se fue hundiendo más y más y, lo dicho, Rubén Blanco se retiró sin realizar una sola parada.

Decir que la cosa fue a gusto del Celta en el primer período sería exagerado, pero desde luego no discurrió como el Athletic pretendía porque su propuesta fue perdiendo gracia, chispa, intensidad, según avanzó el cronómetro. Fue capaz de imprimir un ritmo adecuado para importunar al rival de inicio, pero las buenas intenciones no se tradujeron en peligro real y la puesta en escena fue decayendo. La aportación de los hombres más ofensivos cayó en la intrascendencia, tampoco los laterales percutieron como de ellos se espera y los centrales dispensaron un severo trato a un Villalibre sin suministro, sin opción alguna de remate. Para variar, el acierto en los centros al área brilló por su ausencia, malgastando varios ataques prometedores.

Quizá influyó en que el Athletic no doblegase a un equipo diseñado para dar rienda suelta a la pericia e ingenio de sus piezas ofensivas que el Celta salió ganador de la presión mutua sobre la salida del balón de campo ajeno. Mientras es cierto que el Athletic logró una serie de robos, su rival logró que los rojiblancos no pudiesen desplegarse conectando sus líneas como frente al Betis o durante un tiempo ante el Getafe. Esta vez el balón anduvo más por el aire, impulsado por Simón que no hallaba un receptor próximo. Contra lo que cabría imaginar, el Celta se mostró más expeditivo, casi triplicó en número de faltas al anfitrión, y ese esfuerzo que quizás no encaja con el tipo de futbolista que alinea Eduardo Coudet, pesó mucho.

Consecuencia de todo lo anterior fue el paulatino despertar de un Celta más cómodo a cada rato, que se puso a amasar posesión, aunque fuese en zonas no comprometidas, lo que siempre ahorra esfuerzos y aporta confianza en una formación plagada de peloteros, como es el caso. Parsimonioso a ratos, sin embargo el conjunto gallego alcanzó el descanso sumando más llegadas serias que el Athletic, que se limitó a asustar con un desvío un tanto forzado de Muniain a servicio de Williams y un chut de Vesga que no halló portería. Se anotó una Mina, que se quedó sin ángulo, otra Olaza, cruzada en exceso, y una más a raíz de un despeje de Nuñez que se envenenó y casi acaba en la red. Era obvio que el asunto se estaba complicando, pero nadie supo ponerle remedio y en la reanudación el Celta no dejó de crecer. Ganó metros y el Athletic reculó, impotente para replicar.

Un chut de Berenguer nada más volver de vestuarios fue cuanto inquietó el Athletic. Al Celta no le hizo falta generar cien ocasiones, con tres le bastó y le sobró. Dos subieron al marcador y la tercera llevaba el mismo camino, pero Yeray se cruzó ante un Aspas que ya se relamía en el área. El 0-1 ilustra el desbarajuste local. Vencedor perdió la pelota a setenta metros de Simón y el Celta montó una contra con tres pases para que Suárez templase al segundo palo. La defensa, Capa en especial, se quedaron mirando el globo y Mina cabeceó hacia el primer palo, donde Mallo empujó libre de marca. Quiso Unai López agilizar aquello, fue en vano, el Athletic estaba desnortado, desprovisto de referencias fiables. No ligó una sola jugada que mereciese la pena. Rául casi no intervino. Berenguer amagaba; Muniain y Williams, ni asomaban.

Por si acaso, Coudet puso un tercer central, pero el premio a la actitud de sus hombres corrió a cargo del Athletic: Simón le dio la puntilla a su equipo con un saque con la mano inclasificable sin recurrir a palabras gruesas. Brais recogió el favor y trazó un pase cruzado que Aspas culminó. Fin de la historia. Poco dura la alegría en casa del Athletic.

LAS IMÁGENES DEL PARTIDO

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Las imágenes desde San Mamés del Athletic-Celta

Por parte del Athletic, muy desdibujado y de más a menos a partir de la media hora de partido, la mejor ocasión llegó a los once minutos a través de Iker Muniain.

El capitán cruzó en el primer palo un centro desde la derecha de Iñaki Williams que se marchó rozando el palo derecho de la portería defendida por Rubén Blanco.

ATHLETIC: Unai Simón; Capa, Yeray, Unai Nuñez, Yuri (Min. 46, Balenziaga); Vencedor (Min. 62, Unai López), Vesga; Williams (Min. 79, Morcillo), Muniain (Min. 79, Sancet), Berenguer; y Villalibre (Min. 62, Raúl García).

CELTA: Rubén Blanco; Hugo Mallo, Néstor Araujo, Murillo, Olaza; Tapia; Brais Méndez (Min. 91, Miguel Baeza), Denis Suárez, Nolito (Min. 71, Aidoo); Iago Aspas (Min. 88, Fran Beltrán) y Santi Mina.

Goles: 0-1: Min. 61; Hugo Mallo. 0-2: Min. 78; Aspas.

Árbitro: Jorge Figueroa Vázquez (Comité Andaluz). Mostró tarjeta amarilla a los locales Unai Nuñez y Vesga y al visitante Murillo.

Incidencias: Partido de la duodécima jornada de LaLiga Santander, disputado a puerta cerrada en San Mamés.