SAN Mamés fue el mejor regalo para las 32.068 personas que disfrutaron ayer del mejor fútbol femenino estatal. Athletic y Barcelona se dejaron la piel en el terreno de juego en una soleada pero fría mañana.

Si algo caracteriza a Bilbao es su pasión y cultura por el fútbol. Faltaban unos minutos para las 11.00 horas y los aledaños de La Catedral empezaban a llenarse de familias, amigos y pequeños que querían disfrutar de la jornada al máximo. Los 10 grados de temperatura no echaron atrás a los aficionados rojiblancos, que en los minutos previos al partido aprovecharon para tomar café, sacarse fotos e ir calentando motores. En coche, en metro, en autobús o andando, daba igual, pero había que estar en San Mamés.

Es la decimoquinta vez que el Athletic femenino pisa el césped de La Catedral y, quién sabe si en un futuro, este hecho dejará de ser noticia. Cada vez hay más aficionados al fútbol femenino y este impulso ha hecho que muchas niñas practiquen su deporte favorito, mientras sueñan con jugar algún día ante miles de personas. Lucía, jugadora del Zazpi Landa, cuenta entusiasmada la evolución que ha vivido su equipo: "Creamos el grupo con pocas personas y hemos ido acumulando más gente".

El hecho de que el partido se disputara a las 12.00 horas no fue un impedimento para Maura, Raimundo y sus hijas, Leire y Laia, que tuvieron que despertarse pronto para llegar a tiempo a la cita. "Venimos de Elorrio y nos ha tocado madrugar un poco. Hemos venido en coche y después de aparcar en Zabalburu, hemos venido andando", cuenta Raimundo. Para esta familia los 45 kilómetros que separan Elorrio de Bilbao no han sido una barrera, ya que el fútbol es capaz de traspasar fronteras. Los cuatro siguen desde hace tiempo al Athletic, tanto a los chicos como a las chicas, y un partido de este calibre era simplemente imperdible. El fútbol corre por las venas de la pequeña Leire, quien ha empezado a jugar esta temporada en el Biak-Bat Alevín, club modelo dentro del fútbol base femenino en Bizkaia. El equipo está formado por jugadoras de Elorrio y Zaldibar que al no contar con niñas suficientes por separado, decidieron juntarse para formar un solo equipo.

Algunos aficionados apuraron hasta el último momento su entrada al campo, pero con el pitido inicial, todo el mundo disfrutó al máximo durante los 90 minutos. En la víspera del día más mágico del año, el público bilbaino creía en lo imposible y no cesó de animar a las jugadoras de Ángel Villacampa en su intento por derrotar al líder de la Primera Iberdrola. A cada acción en contra del Athletic le seguía una sonora pitada, mientras que cuando alguna jugadora local tenía la pelota y ponía rumbo a terreno culé, el aliento de San Mamés se hacía notar con gritos y aplausos atronadores.

En la segunda parte y con el primer gol del Barça, la hinchada bilbaina se metió aún más en el ajo. Era un día de fiesta y había que apoyar al Athletic hasta el final. En el minuto 73 se vivió una de las imágenes del día cuando todo el público se puso a hacer la ola para animar a sus leonas. El conjunto catalán respondió con carbón en forma de goles que certificaron la victoria visitante (0-3). La derrota no quitó la sonrisa a nadie, porque las jugadoras lo habían dado todo sobre el terreno de juego. Incluso después del final del partido nadie se movió de su asiento para poder ovacionar a las futbolistas que hicieron las delicias de los 32.068 asistentes. Esta marca volvió a ser de leyenda y se sitúa como el tercer partido con más asistencia en la historia del fútbol femenino en Euskadi, solo por detrás del Athletic-Hispalis de liga de 2003 (35.000 personas) y el duelo de Copa del año pasado entre Athletic y Atlético de Madrid (48.121 espectadores). El fútbol femenino avanza poco a poco y, una vez más, el Athletic y su afición demostraron que está aquí para quedarse.