El idilio del Athletic y San Mamés terminó. Se sabía que no era eterno, que por una mera cuestión de probabilidades su fin se acercaba a medida que pasaban las semanas, pero el modo en que se gestó la ruptura resultó un tanto traumático. No es una frase hecha esa que dice que hay formas y formas de ganar, empatar y perder. Sucedió ayer que todo el encanto cultivado a lo largo de 17 partidos se esfumó de un plumazo y dejó desnudo al equipo de Gaizka Garitano. Ni el amor propio le alcanzó para esconder sus vergüenzas. Las sensaciones positivas que habían fomentado el optimismo en la afición y en el vestuario se tornaron bruscamente en impotencia y desazón. El Athletic recibió un meneo por parte del Valencia, que aparcó sus agobios y tiró de calidad hasta el descanso. Con el resultado en contra tampoco se atisbó el tipo de reacción que siempre se espera de los rojiblancos. La derrota por la mínima no es sino un pálido reflejo de la superioridad visitante, que en última instancia halló en Unai Simón el impedimento para plasmarse en un triunfo más concluyente.

La fórmula mágica no funcionó esta vez. El Athletic avasallador no compareció. Hay que imaginar que las líneas maestras del plan eran idénticas a las que sirvieron para imponerse a Barcelona, Real Sociedad y Alavés, incluso el once era el mismo que en el último de los derbis, sin embargo muy pronto se vio que algo fallaba. Sin duda fue crucial en el desarrollo del choque la personalidad mostrada por los hombres de Albert Celades. Saltaron a no dejarse intimidar por el juego enérgico que caracteriza al Athletic, tomaron la pelota, se desplegaron con gracia y dinamismo y no tardaron en lanzar una advertencia. Apenas iban cinco minutos y Maxi Gómez silenciaba La Catedral, poco acostumbrada a los remates contra su portería.

No tardó el uruguayo en probar nuevamente y le siguió Garay, forzando la primera intervención destacada del portero. La grada tenía ante sí un panorama desconocido que se sustentaba en la soltura de un Valencia que combinaba a una velocidad excesiva inutilizando la presión local. Lo curioso es que Parejo, la batuta, participaba poco, vigilado por Unai López, y de la distribución se encargaba Coquelin, secundado por Wass y los cuatro elementos ofensivos, móviles, incisivos, en especial Rodrigo, una pesadilla entre líneas. Cuando Cheryshev, servido por Ferrán, empujó a puerta vacía se limitó a certificar la distancia que en términos futbolísticos presidió la primera media hora.

El gol nació de un penoso centro de Ibai con el grueso del Athletic volcado arriba. Qué más quiere el Valencia que metros para salir en estampida. No los tuvo hasta entonces porque el anfitrión, aunque aturdido, aún no había perdido la compostura posicional en clave defensiva. En tres pases la pelota cruzó todo el terreno y subió al marcador. La pérdida, evitable, fue una de tantísimas. Para ese minuto el acumulado de malas entregas era preocupante y contrastaba con la precisión que exhibía el rival.

A estas alturas de la película afirmar que el repertorio del Athletic con balón es básicamente pobre no desvela ningún secreto. Suele dar rédito si se combina con espacios y velocidad, pero el Valencia tenía la lección aprendida y su prudente repliegue dejó en evidencia sobre todo a aquellos jugadores que deben aportar claridad en tres cuartos de campo. La nulidad de Ibai y Muniain fue alarmante, lo cual no fue óbice para que uno estuviese una hora y el otro increíblemente el tiempo completo. Tampoco Williams se enteró de la fiesta, pero así y todo al menos generó hasta tres oportunidades, una doble donde ni la puntería ni la fortuna le asistieron y que pudo variar el rumbo de la matinal en el arranque del segundo acto.

Antes de que Cillessen y la madera frustrasen a Williams, Simón había desviado un chut a bocajarro de Maxi Gómez y más tarde cortó un envenenado centro de Cheryshev con el Athletic desbordado. Cierto que el Valencia bajó el pistón a la vuelta del intermedio, cedió más metros porque el Athletic empujaba. Lo hacía con el corazón, pero se atascaba constantemente y encima empezó a aflorar el cansancio. Era una posibilidad que Garitano apuntó de víspera y para su desgracia la recargada semana hizo más mella en sus filas que en las del oponente. Empezando por Williams, que se tiró andando, desconectado, un montón de minutos, siguiendo por los laterales, con Yuri pasando un calvario debido a la pujanza de Ferrán, y por descontado Muniain, dieron síntomas de agotamiento demasiado rápido. Algunos lo disimularon mejor, pero el técnico retiró a Unai López, cuyo partido era correcto y ni siquiera viajó a Leganés, para apostar por un Beñat sin ritmo ni inspiración.

la baza de aduriz También recurrió a Aduriz, pero prácticamente no rascó bola en media hora larga. De su presencia se supo a raíz de una protesta que le valió la amarilla. El problema fue que teniendo dos buenos rematadores, porque Raúl García, asimismo mermado por el esfuerzo, se mantenía en su sitio, el suministro brilló por su ausencia: Capa y Yuri no llegaban bien arriba, aparte de que el peligro rondaba sus espaldas; Williams y Muniain, teóricos extremos, nunca se han distinguido en la faceta de templar el balón.

Total, que el Athletic quedó sumido en un estado de impotencia del que no extrajo ni una ocasión digna de tal consideración. El quiero y no puedo no pasó a mayores porque Simón volvió a hacerse gigante ante un disparo sin oposición de Cheryshev y en el tiempo añadido Yeray, con el pecho, evitó que Ferrán se beneficiase de una situación de superioridad numérica en el área. Dos minutos antes Yuri había sido retirado en camilla con un brazo lastimado. Las desgracias nunca vienen solas.

ATHLETIC: Simón; Capa (Min. 83, Lekue), Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Dani García, Unai López (Min. 61, Beñat), Ibai (Min. 61, Aduriz), Raúl García, Muniain; y Williams.

VALENCIA: Cillessen; Wass, Garay (Min. 46, Gabriel Paulista), Diakhaby, Jaume Costa; Ferrán Torres, Parejo, Coquelin, Cheryshev (Min. 85, Sobrino); Rodrigo y Maxi Gómez (Min. 69, Vallejo).

Goles: 0-1: Min. 27; Cheryshev.

Árbitro: Melero López (Comité Andaluz). Amonestó a Unai López y Aduriz por parte del Athletic; y a Cheryshev, Diakhaby, Cillessen y Wass, del Valencia.

Incidencias: 42.420 espectadores en San Mamés para presenciar el encuentro correspondiente a la sexta jornada de LaLiga Santander que enfrentó al Athletic y al Valencia. En los prolegómenos del partido se rindió homenaje al bilbaino Javi Salgado, quien se retiró del baloncesto profesional el pasado mes de junio, y ayer realizó el saque de honor en ‘La Catedral’.