AÚN es muy pronto para calibrar el potencial del Alavés por los cambios habidos en su seno: el responsable técnico y un puñado de caras nuevas en la plantilla. Después de asegurar con holgura la permanencia en la campaña anterior, siendo undécimo, igualado a puntos con el noveno y a solo tres del octavo, el Athletic, su objetivo se mantiene intacto. El hecho de que nunca haya pasado apuros le convierte en un firme candidato a instalarse en la zona templada de la clasificación en el que es su cuarto año en la categoría. Hace trece meses arrancó como un tiro para luego, con el calendario muy avanzado y la salvación garantizada, ir perdiendo pujanza y despedirse de sus opciones europeas. Su paso ahora no es tan brioso, pero solo ha caído ante el líder y suma cinco puntos.

La marcha de Abelardo Fernández abre un periodo no exento de una lógica incertidumbre. La directiva quería la continuidad del timonel que gozaba de la adhesión incondicional de la afición, pero el asturiano optó por clausurar un ciclo que se extendió a lo largo de casi 30 meses. Dio la sensación de que no hubo grandes dudas para escoger su sustituto: a la semana de finalizar la liga era presentado Asier Garitano, cesante tras su despido de la Real, donde trabajó hasta diciembre. El guipuzcoano afronta una tarea que se antoja a su medida, en una entidad sin ínfulas, consciente del lugar que le corresponde en la liga española.

Para fortuna de Garitano, el Alavés pudo amarrar a Pacheco y Laguardia, acaso la pareja más fiable de un bloque donde es obligado citar asimismo al capitán, Manu García, paradigma del espíritu aguerrido que se respira en Mendizorrotza. Ellos forman, junto a Pina, modelo de regularidad, el anárquico Wakaso y los laterales Martín y Duarte, la columna vertebral de una formación que sabe competir porque, al margen de su grado de acierto, no suele doblegarse ante ningún rival.

Garitano anda todavía encajando piezas, lo que explicaría las variaciones habidas en las cuatro primeras alineaciones, sobre todo en ataque, donde el Alavés ha perdido a jugadores que marcaron la diferencia durante la temporada anterior. Calleri, Bastón y, por encima de todos, Jony, en la actualidad en las filas de la Lazio y partícipe en un exagerado porcentaje de los goles obtenidos, dieron sentido a los planteamientos de Abelardo compensando el perfil defensivo del conjunto. Apuntar también la salida del central chileno Maripán, quien antes de recalar en el Mónaco se despidió tomando parte en la jornada inaugural contra el Levante.

un esquema variable El baile de nombres se completa con las altas de los delanteros Joselu y Lucas, los medios Pere Pons, Aleix Vidal, Luis Rioja y el escocés Burke, y el central argentino Magallán, de momento inédito y cedido por el Ajax. Sin embargo, mientras los recién llegados y el resto van asimilando las directrices del entrenador, este empieza a dejar muestras de su modo de entender el juego. Y lo más reseñable estriba en que el dibujo en absoluto es innegociable, sino todo lo contrario.

La mano de Garitano se deja sentir en cada compromiso. Ya se han visto tres disposiciones distintas del equipo de salida y no han faltado modificaciones sobre la marcha, como la del pasado domingo: en vista de que el Sevilla tenía un evidente dominio de la situación, el Alavés retocó sus líneas, volteó la inercia del choque y no estuvo lejos de forzar la igualada.

El Alavés ha jugado tres de los cuatro partidos en Mendizorrotza, por tanto San Mamés será su segunda salida. En la primera fue capaz de arrancar un empate en Getafe, lo que da una idea de cómo se las gasta. El Athletic sabe bien de qué va allí el asunto. Para la ocasión Asier Garitano se decantó por sacar tres centrales y dos puntas, mientras que en casa actúa con dos centrales y un único delantero, salvo frente al Sevilla cuando eligió reunir a Joselu y Lucas en un reconocible 4-4-2.

En fin, habrá que esperar hasta poco antes del inicio del derbi del domingo para conocer la apuesta táctica del Alavés. Sea cual sea, el cuadro babazorro se distingue por una posesión de pelota que ronda el 35%, incluso en casa y pese a la diversidad de los visitantes: Levante, Espanyol y Sevilla. Este dato no constituye una novedad en el ideario de su entrenador y aporta una pista sobre el tipo de choque que deberá gestionar el Athletic.