Bilbao - Produce respeto que el sorteo del campeonato liguero haya deparado que el emparejamiento de la jornada inaugural sea con el Barcelona. Nunca es oportuno el cruce con el vigente campeón, el Athletic está en mejores condiciones de atestiguarlo que la mayoría porque en los últimos años, por culpa de la Copa, estos dos clubes se han visto las caras con una frecuencia desmedida y casi siempre la balanza se ha inclinado del lado culé. La salvedad sería la Supercopa del verano de 2015, donde el Athletic ganó con enorme holgura a doble partido en fechas casi clavadas a la del partido que acogerá San Mamés el tercer fin de semana de este agosto.

Recibir al Barcelona para estrenarse no ha hecho mucha gracia en Lezama. Gaizka Garitano exteriorizó la impresión que compartiría cualquier seguidor rojiblanco, pero puestos a buscar algún aspecto beneficioso o del que sacar provecho, en principio es mejor ejercer de anfitrión ante los azulgranas que, además, vaya usted a saber en qué situación se presenta cuando varias de sus figuras, Messi incluido, han estado muy ocupados en período estival por los compromisos de selecciones.

La aspereza del comienzo no se circunscribe a la jornada inaugural, puesto que en la segunda el equipo se desplazará al campo del Getafe, uno de los conjuntos más solventes el año anterior, y luego tocará derbi en casa contra la Real. No queda sino admitir que hablamos de tres compromisos de relieve para abrir boca, uno de los ogros de la categoría y dos rivales directos, al menos en pura teoría. En definitiva, la Liga llega con un perfil muy empinado, exigente, que requerirá una afinada puesta a punto.

Hasta aquí el análisis habitual que cada curso se enfoca sobre una serie de encuentros que se supone básicos para ir situándose en la tabla y que en esta oportunidad, vista la identidad de los rivales, plantean como objetivo a perseguir la no cesión de terreno porque retrasarse obliga luego a realizar esfuerzos extra. Sin embargo, la experiencia demuestra la relatividad de las cábalas. Por ejemplo, en la edición precedente el Athletic disponía de la ventaja teórica de disputar las dos primeras jornadas en su campo, con Leganés y Huesca, y en la tercera viajaba a Vallecas.

las comparaciones Un panorama favorable se dijo y, bueno, no le fue del todo mal porque sumó cinco puntos de nueve, con el agravante de que el tercer partido se aplazó por unas obras en el feudo del Rayo y el Athletic tuvo que jugar de nuevo ante su afición y resolvió con un empate el plato fuerte del Real Madrid. Lo que vino después trajo un cambio de tendencia, excesivos empates e impotencia, que desembocó en la destitución de Eduardo Berizzo en diciembre. Al cabo de catorce jornadas, en el casillero solo había once puntos y el equipo figuraba en posición de descenso. No es preciso refrescar el resto de la historia, ya con Garitano al mando.

Así que más vale no poner en marcha la calculadora, esperar con calma y ceñirse a lo que vaya aconteciendo fecha a fecha, como suelen proclamar a modo de loritos los profesionales actuales sin distinción de colores.

TRES DERBIS La Liga 2019-20 es la segunda que se diseña con el sistema asimétrico, esto es, con calendarios diferentes en cada una de las dos vueltas. El sentido de la medida no se alcanza a comprender, aunque haya voces que sostengan que favorece la manipulación en favor de los más poderosos. Desde la óptica del Athletic sería reseñable que concluirá la primera vuelta con una doble salida al Bernabéu y el Pizjuán, si bien previamente encarará una fase propicia jugando consecutivamente contra Levante, Osasuna, Granada, Betis y Eibar.

El dato curioso se localiza en la segunda vuelta, dado que el Athletic encadenará tres derbis en febrero: Real y Alavés en San Mamés y en medio acudirá a El Sadar. En marzo, repetirá contra Madrid y Sevilla en una semana, pero ahora como anfitrión. Y tras este doble escollo restarán tres citas antes de echar la persiana al campeonato: Levante fuera, Leganés aquí y Granada en Los Cármenes, en lo que se antoja un final bastante amable.