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De la gran remontada a la triste realidad

La resignación fue el sentimiento mayoritario entre los aficionados que vivieron el choque en los bares de pozas

De la gran remontada a la triste realidadEFE

Bilbao - No fue una noche europea para recordar, ese deseo de remontada épica no se pudo vivir ni en el terreno de juego, ni en los bares cercanos a San Mamés. El Athletic cayó eliminado, pero lo peor para los aficionados que no acudieron al campo no fue solo la derrota, fue el hecho de no poder competir. Sentimiento de impotencia ante un encuentro en el que la esperanza murió demasiado rápido y apenas se pudo disfrutar del juego del conjunto rojiblanco. Esta eliminación pone punto y final a la presente aventura europea. Solo queda la liga y la clasificación no es muy halagüeña de cara a los próximos meses. Al acabar el partido, la gente que vio el partido en Pozas exigió una reacción, las protestas no fueron cosa exclusiva de San Mamés, los bares fueron reflejo del desánimo general.

Aunque el pesimismo era muy minoritario antes de comenzar el partido. La gente creyó en la remontada. Sintió que podía vivirse una de esas noches que se recuerdan en años posteriores. Pero pronto los rostros iluminados por la ilusión se fueron oscureciendo con el baño de realidad. Los minutos pasaron, el Athletic no generó ocasiones claras y pasada la media hora, Payet provocó el jarro de agua fría. ”Ya no hay nada que hacer”. “Se veía venir”. “Es que no jugamos a nada”... críticas constantes. Explosión definitiva. Fue un enfado inicial. Sin embargo, la fiesta se mantuvo y de las quejas se pasó a la resignación. El segundo gol del Olimpique de Marsella fue peor recibido y los pocos optimistas que quedaban terminaron por tirar la toalla definitivamente.

El gol de Iñaki Williams dibujó alguna que otra sonrisa. “Solo faltan cuatro”, aventuró un valiente. “Ni somos capaces de meter un gol bonito”, añadió otro asistente. La gente se tomó con sorna la situación creada. Pequeño consuelo para encontrar diversión en una noche de fútbol sin ingredientes para ello. Los aficionados pidieron un cambio, una reacción en la que el corazón engañara a la cabeza y por lo menos hubiera un mínimo resquicio para soñar. Nada de eso. Los minutos pasaron, el segundo gol estuvo lejos de llegar y las miradas empezaron a olvidarse de la televisión y se centraron en las conversaciones privadas. Fin de la historia. El partido siguió vivo, pero la atención murió con la falta de estímulos futbolísticos.

“¿Y ahora qué?”, fue la pregunta más repetida. La Europa League era el pequeño clavo ardiendo al que se agarraban muchos aficionados. Terminado el choque, fue el momento para el debate. “Un décimo puesto no estaría mal y creo que más no vamos a subir porque hay equipos como el Girona o el Eibar, que están muy fuertes. Esperemos que para el año que viene con los nuevos fichajes y echándole más ganas se pueda hacer mejor”, comento Marcos Cuevas. “No va a bajar a Segunda, pero hay que ponerse las pilas”, añadió Maider Martín. En esta derrota, los aficionados señalaron, sobre todo, a un principal culpable. “Lo que sobra es el Kuko. Lleva demasiado tiempo sin conseguir nada, dando muestras que no tiene claro qué hacer ni cómo revertir la situación”, expuso Iker Larrazabal. De la misma opinión fue Aintzane Fernández: “Cambiaría de entrenador. Llegar hasta este punto y que nos eliminen de esta manera, nos ha dejado un mal sabor de boca”. Fue una derrota que dolió, aunque tampoco llegó a sorprender. Ese mazazo que evidenció el pesimismo reinante y llevó a los aficionados a exigir una reacción para poder vivir esas noches mágicas otra vez en San Mamés y en sus aledaños.