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La lupa de Capa

El portugalujo asoma como uno de los grandes protagonistas en el derbi del viernes. Defiende al Eibar ante el Athletic, que le ha fichado hasta 2022

La lupa de CapaFoto: Efe

dICEN en su entorno que está tranquilo. Asume, eso sí, que el momento es especial. Ander Capa (Portugalete, 8 de febrero de 1992) emerge como uno de los nombres propios del derbi del viernes en San Mamés. Se sabe objeto de la lupa. El suyo es un caso peculiar. Ejercerá como jugador del Eibar, lo que tiene su punto morboso. Es el rival del Athletic, que será su equipo durante las próximas cuatro temporadas. Capa se ha puesto la coraza. No le vale ningún subterfugio. El lunes cometió en Ipurua un grave error que supuso el tanto del Málaga, un revés personal que le vino en el momento menos oportuno aún, en la víspera de examinarse ante su futura casa. El portugalujo ya lo tiene olvidado. Si repite un desajuste parecido ante los rojiblancos, es consciente de que le va a caer de todo. En el bando armero le podrían achacar de un gesto dadivoso hacia el que será su vestuario a partir del 1 de julio y en el bilbaino, en cambio, podrían acusar al club de efectuar un fichaje cuestionable.

El jarrillero, a las puertas de cumplir 26 años de edad, se aísla del factor externo. El Athletic, que ha pagado tres millones de euros al Eibar por hacerse con sus servicios, ha apostado fuerte por él y Capa defiende su causa. Volverá a casa trece años después de salir de Lezama en edad infantil, cuando no pasó el corte vital que supone el salto a categoría cadete. Entonces, la cúpula de la factoría rojiblanca se inclinó por Iker Guarrotxena, que no ha llegado de momento a debutar en Primera División. Capa acumula 97 partidos, todos ellos con el Eibar, donde recaló procedente del Danok Bat, su destino tras dejar el Athletic. Con los armeros debutó en la primera jornada de Segunda División B en agosto de 2011. Lo hizo ante el Bilbao Athletic de Kuko Ziganda, que goleó en Ipurua (0-3). Enric Saborit y Sabin Merino, con el que coincidió en Lezama en alevines e infantiles, fueron los cachorros que le frenaron. El portugalujo, entonces, ejercía como interior-extremo derecho, hasta que José Luis Mendilibar le recicló como lateral a su llegada al banquillo armero.

Capa, cuyo ídolo de pequeño era Joseba Etxeberria, ya llamó la atención de la dirección deportiva desde el primer curso del Eibar en la máxima categoría. José María Amorrortu, que le conocía desde tiempo atrás, le seguía la pista. El pasado agosto el Athletic dio el paso de ficharle, ya como un futbolista consolidado en la élite. Se trata de un movimiento a largo plazo novedoso en la historia de la entidad bilbaina, que se ha repetido días atrás con la contratación del rumano Cristian Ganea, que será león desde julio para tres cursos y que continuará hasta final de campaña en el Viitorul Costanta, su actual club. La operación acordada con el Eibar no contempla ninguna cláusula antimiedo, como sí ocurre en otros muchos casos con jugadores cedidos, por lo que el lateral comparecerá el viernes en La Catedral, salvo que Mendilibar opine lo contrario.

A Capa, cuyo mayor hobby es jugar a la PlayStation, le avalan sus números y sus prestaciones. No en vano, es el jugador de campo del equipo azulgrana que más minutos atesora, 1.716, solo por debajo del portero Dmitrovic, y ha comparecido en los veinte partidos de LaLiga Santander en el once inicial, en los que ha sido sustituido en cinco de ellos, el más reciente en el que jugó en Las Palmas por culpa de un fuerte golpe que se quedó en un mero susto.

El anuncio de su fichaje por el Athletic ha marcado un antes y un después en la vida pública de Capa, exalumno de la ikastetxea Kanpazar. Su futura condición de jugador rojiblanco ha hecho que sea mucho más reconocido por las calles de Portugalete, por donde se deja ver con su perro Bizkor. Ya no pasa desapercibido y cada vez son más las peticiones de autógrafos por parte de athleticzales, que también se acercan al negocio que poseen sus padres en el barrio de Errepelega para gestionar una posible firma de un chico humilde y accesible.