bilbao - El caso Borja Viguera ofrece una doble lectura. El fútbol tiene estas cosas bipolares. El riojano, que ejerce un papel residual en este Athletic, ha estado a un paso de retornar al Deportivo Alavés y volver a sentirse futbolista. El acuerdo estaba prácticamente cerrado. Pero en este mundo todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Viguera (Logroño, 26 de marzo de 1987) se queda en el conjunto rojiblanco, por lo menos hasta final de este curso, debido a la marcha de Kike Sola al Middlesbrough inglés, por lo que al riojano se le abre una puerta que creía cerrada.
Ernesto Valverde ha tenido que deshojar la margarita. O Kike o Borja. No quería desprenderse de los dos al mismo tiempo, ya que detectaba, en este caso, una sangría de jugadores ofensivos. Ni Sola ni Viguera entraban en sus prioridades, pero al parecer tampoco quería tirarse piedras a su propio tejado. Y la primera gestión del nuevo escenario llega este mismo domingo, con la complicadísima visita al Barça y en la que no comparecerá Aritz Aduriz, sancionado por acumulación de amonestaciones.
La baja del pichichi y faro de los rojiblancos obliga a Valverde a aplicar un nuevo plan. Es el primer partido de liga, además, que se pierde el donostiarra, que suma once tantos en la competición de la regularidad, a los que hay que añadir la misma cifra en los otros tres frentes, Copa, Europa League y Supercopa. Sin Aduriz, el Athletic decae en teoría un punto de músculo atacante, pero emerge la oportunidad para alguno de los menos habituales, como es el caso de Viguera, que solo ha participado en un partido de liga, en otro de Copa y en cuatro de competición europea, casi siempre en choques más asequibles.
Valverde se guarda su baza. La referencia más cercana está en el partido de ida de la eliminatoria copera frente al Villarreal, el pasado día 6. Entonces, reservó a Aduriz en el banquillo, dejó fuera de la convocatoria a Sola y Viguera, y alineó de inicio a Williams como punta, fórmula que podría repetir en el Camp Nou, aunque también parece viable que dé un descanso al bilbaino, que acumula este curso una buena carga de partidos.
Ante este planteamiento surge la puerta de Viguera, que se hinchó a meter goles en el Alavés como delantero centro, posición que apenas ha catado en el Athletic, donde suele comparecer en el costado izquierdo, en el que no se siente tan a gusto. Con la salida de Kike Sola, el exalavesista, que encadena más de un año sin ver puerta, asoma como una opción real a Aduriz en situaciones como la de este domingo en el Camp Nou, a donde regresa el conjunto rojiblanco cinco meses después de la histórica conquista de la Supercopa tras 31 años de sequía de títulos. Viguera, al que le queda este curso y el próximo de contrato, tiene ante sí un reto a corto plazo, pero consciente de que tampoco tiene garantizado los minutos que desearía.