Bilbao

SU fichaje pasó desapercibido en el pasado mercado estival, pero cinco jornadas de Liga y tres partidos correspondientes a la Europa League han bastado para entender el impacto futbolístico que ha proporcionado al Betis la contratación del congoleño Cedric Mabwati Gerard (Kinshasa, 1992), consumada el pasado mes de junio. Extremo ágil e imparable en velocidad por naturaleza, Pepe Mel ha encontrado en él una dinamita capaz de desestabilizar a cualquier marcador que se tercie para hacer saltar por los aires los partidos. Algo que, sin embargo, no se traduce en un rol encaminado a aparecer en los terrenos de juego mediada la segunda mitad.

Si lo hace, el ritmo cardiaco del encuentro en cuestión experimenta un brusco acelerón, un atractivo extra de adrenalina, pero Mel tiene otra misión para el congoleño. En el once tipo verdiblanco, que posará mañana en San Mamés en busca de los tres puntos, Cedric asoma ya como indiscutible. Y lo hace gracias a las impactantes cualidades mostradas en el verde desde su debut liguero en el Santiago Bernabéu, en la primera jornada del presente campeonato doméstico.

En aquel choque, con el coliseo blanco como testigo, Cedric dejó su impronta para sorprender a quienes apenas habían oído hablar de su nombre. Su asistencia a Jorge Molina en el primer y único gol del Betis, tras completar con éxito una fulgurante galopada con quiebro mortal a Sergio Ramos incluido, solo fue su carta de presentación en sociedad. Ese joven futbolista, de 21 años de edad y 1,67 metros de altura que acababa de hacer las maletas para trasladarse desde Soria hasta Sevilla, comenzaba a dar visos de haber sido el auténtico chollo del verano.

Una ganga con mayúsculas que solo el Betis fue capaz de ver para proceder a una contratación sin costo alguno. La razón, que aquel congoleño que llegó con 12 años a Salamanca procedente de su país natal y que sedujo al Atlético de Madrid para incorporarlo a sus categorías inferiores y hacerle debutar en Copa con el primer equipo en 2010, se encontraba aislado de la élite en el Numancia con una cláusula de rescisión inexistente para cualquier equipo de Primera que se interesara por él. Es decir, no había que abonar importe alguno para separar al jugador de su club y alistarlo bajo unos nuevos colores. Solo era de obligado cumplimiento pagar lo que marcaba el IVA, en caso de consumar su fichaje.

Y el Betis, más avispado que ningún otro club, sabedor del buen nivel mostrado por el jugador en las dos temporadas previas en Soria, lo hizo. Se lanzó a por Cedric y tras abonar 1,20 euros para separarlo del Numancia oficializó su fichaje. Materializó así la incorporación de un futbolista que, además de brillar por su extremada rapidez, presume del hambre de éxitos que le concede su corta edad y las ganas de hacerse un lugar en el panorama futbolístico.

Amistad con Herrerín

El objetivo, más cerca de cumplirse con su efectiva puesta de largo con el Betis, vivirá un nuevo episodio en San Mamés, donde tras haber descansado ante el Granada el domingo, volverá a salir de inicio. Enfrente tendrá a Andoni Iraola, cuyas espaldas deberán estar bien custodiadas por Mikel San José en pos de evitar continuos sobresaltos, y por Iago Herrerín, compañero suyo en su etapa en Soria. Ambos, portero y atacante, compartieron vestuario y sueños de futuro en el Numancia, dando pie a una buena relación que ha quedado reflejada a través de los mensajes intercambiados a través de las redes sociales.

En ellos, amén de felicitarse mutuamente por los éxitos logrados, se han deseado suerte de cara a un porvenir que volverá a citarles mañana en un mismo campo. Sea o no de la partida Herrerín, no cabe duda de que ambos se estrecharán la mano luciendo distintos escudos en el pecho, pero compartiendo retos que, en el caso de Cedric, es seguro que volverán a ponerse sobre el tapete en San Mamés. Un recién estrenado escenario en el que aterrizará, descansada y con el colmillo perfectamente afilado, una más que peligrosa bala humana.