Rebelde con causa
A sus 25 años, Iago Aspas, de sangre caliente y talento exquisito, se ha convertido en el jugador revelación de la Liga y suena ya en la órbita de Valencia y Atlético de Madrid
Bilbao
Es el momento de dejar de actuar como un padre y soltar la cuerda". Así se expresó el técnico del Celta, Paco Herrera, el pasado 25 de noviembre al ser cuestionado acerca del exceso de protección con Iago Aspas (Moaña, Pontevedra, 1-VIII-1987) y su sustitución en el partido previo ante el Mallorca, acto seguido de ver la primera tarjeta amarilla por protestar airadamente una decisión del colegiado Pérez Montero. Aquella decisión, criticada por gran parte de la prensa y afición celtiña, obedeció al miedo repentino que asoló a Herrera ante una posible expulsión por pérdida de control del gallego. Y es que si algo ha demostrado Aspas -hermano de los también futbolistas Jonathan y Aitor- en su aún vigorosa carrera ha sido unas envidiables cualidades para la práctica del fútbol y una alarmante capacidad para ver nublada su mente ante situaciones propias del juego.
Un carácter atrevido en el campo, ganador por naturaleza y complicado de controlar, que el 10 del Celta trata ahora de dominar para mandar al olvido a aquel futbolista que escasas fechas atrás acaparaba los focos por su categoría futbolística y descontrol anímico a partes iguales. Bipolaridad que, sin embargo, apenas ha experimentado el de Moaña en las catorce primeras jornadas de Liga, en las que asoma como el máximo goleador de su equipo con seis dianas -ya lo fue el año pasado en Segunda gracias a sus 23 goles- y cuatro asistencias de gol para erigirse -junto con el rayista Leo Baptistao- en el jugador revelación del campeonato y ser víctima de dos únicas tarjetas amarillas. "Su carácter le convierte en un jugador distinto a todos. Hay que aceptarlo con sus virtudes y defectos", comentaba años atrás uno de los responsables del fútbol base celeste que tuvo la oportunidad de conocerle cuando entró a formar parte de la cantera del club con tan solo siete años.
Desde entonces, y hasta su debut en el primer equipo en la campaña 2008-09, su aspecto de futbolista débil en el cuerpo a cuerpo debido a sus 176 centímetros de altura y 67 kilos, pero eléctrico y habilidoso en el uno contra uno para dañar a las defensas rivales, le han ido moldeando como jugador para dar forma ahora a un hombre que aparece ya en la agenda de equipos como el Valencia o Atlético de Madrid. Clubes de primer nivel, también procedentes de Inglaterra, que han llamado a la puerta del gallego para interesarse por el futuro de un futbolista en clara progresión y cuya cláusula de rescisión está definida en los 10 millones de euros. "Cada día nos sorprende con una genialidad. Si sigue a este ritmo, es complicado ponerle un techo", apuntó Herrera tras lograr en la decimotercera jornada la primera victoria a domicilio del curso en La Romareda. Un partido que se decidió gracias al solitario gol de Iago Aspas y que brota como el último compromiso liguero fuera de casa de los celestes antes del envite de esta tarde en San Mamés.
Susaeta y la selección Será precisamente en La Catedral donde el de Moaña, más alejado de sus arrebatos en el campo y de las consiguientes expulsiones, se enfrente al único altercado que ha protagonizado en lo que va de curso. Polémica que suscitó fuera de los terrenos de juego al apuntar, de una guisa parecida a la que hizo el curso pasado en Segunda cuando indicó que "si tuviera una novia de A Coruña, habría que cambiarla", que no le parecía apropiada la convocatoria de Markel Susaeta para el partido amistoso de la selección estatal en Panamá. "Siendo realistas que no vaya Isco, ni Michu y vaya Susaeta...el fútbol se vive del actual estado de forma (no del pasado) y estos están como motos", declaró el jugador del Celta en Twitter, antes de completar sus manifestaciones en la misma red social señalando que "algunos lo entienden mal...Susaeta el año pasado se salió, ¡las cosas claras! pero ahora mismo hay gente superior a él (mera opinión)". Unas declaraciones que mostraron el lado más descarado de un futbolista cada vez más asociado a la calma sobre el verde y que tiene el atrevimiento y el descaro por bandera. En definitiva, se trata de un falso nueve que desde que selló en 2009 la permanencia del Celta en Segunda al marcar un doblete en su debut en el primer equipo, no ha parado de crecer como jugador, convirtiéndose así en un auténtico rebelde con causa para la afición celeste.