ATHLETIC 0-0 MÁLAGA
ATHLETIC: Raúl; Iraola, Gurpegi, Ekiza, Castillo; Iturraspe, De Marcos; Susaeta, Muniain (Min. 88, Toquero), Isma López (Min. 46, Ibai Gómez), y Aduriz (Min. 46, Llorente).
MÁLAGA: Willy; Jesús Gámez, Demichelis, Weligton, Monreal; Camacho, Toulalan (Min. 79, Iturra); Joaquín (Min. 67, Portillo), Isco, Eliseu; y Saviola (Min.57, Santa Cruz).
Árbitro: Mateu Lahoz, valenciano. Amonestó a Gurpegi (Min. 1), por una entrada a Isco; a Demichelis (Min. 19), por una entrada a Muniain; a Aduriz y Weligton (Min. 42), por un rifirrafe entre ambos; a Jesús Gámez (Min. 59), por una entrada a Muniain, y a De Marcos (Min. 89), por una entrada a Eliseu.
Incidencias: Unos 32.500 espectadores en San Mamés. En los prolegómenos del partido, José Ángel Iribar fue homenajeado en el cincuenta aniversario de su debut con el Athletic.
josé l. artetxe
bilbao. El empate a cero actuando de local no es el resultado deseado, pero no es malo ni mucho menos si se analizan los condicionantes del partido de ayer en San Mamés. El Athletic no atraviesa por un momento dulce precisamente y mostró capacidad para impedir que el Málaga le amargase la existencia, con un juego sensato. Desde luego, hizo méritos más que suficientes para no verse sorprendido por un rival inquietante por su trayectoria, que tiró de oficio, nunca asumió riesgos y se marchó absolutamente convencido de que el marcador inicial era excelente. Intentó el Athletic ganar, sí, pero todavía no le llega para tanto, menos si enfrente se ponen tan rígidos y especulativos. La casi total ausencia de situaciones de peligro indica por qué derroteros discurrió la batalla, que se saldó con un desenlace lógico.
Ni Athletic ni Málaga pisaron área, pese a que el primero puso bastante más interés en ello. Ese natural afán le lució muy poquito y es que aún sigue huérfano de la chispa que necesita su propuesta futbolística. Es obvio que ha ido adquiriendo fiabilidad defensiva, incluso con novedades de última hora como Raúl y Ekiza, lo cual ya es un paso notable después de un penoso arranque liguero, pero no carbura de medio campo hacia arriba. En este déficit de alegría, de verticalidad, ayer tuvo bastante culpa el planteamiento andaluz, orientado a poner mil y una pegas, pero no puede omitirse que Muniain o De Marcos, por no hablar de Ismael López e Ibai, andan secos de ideas y acierto. Sólo Susaeta muestra atrevimiento, algo de vivacidad, mientras que ninguno de los laterales se ven con confianza para acompañar y proponer desdoblamientos que rompan las líneas enemigas.
Va el Athletic con el freno de mano echado. Todavía no se ha soltado, lo cual ayer dejó a Iturraspe soltando un monólogo, tal era la falta de colaboración. Y gracias a que se expresó con mucho sentido común, porque eso permitió mantener encendida la llama de la esperanza. Tapó bien y la tocó mejor, pero nadie le dio continuidad a su aportación, nadie le puso un mínimo de pimienta, de velocidad, de precisión, y así es muy complicado pillar en renuncio a un Málaga como este, que jamás pierde el sitio e imprime la dosis que hagan falta de nervio y dureza.
un hueso El Málaga hizo honor a la fama que le precedía y salió un partido tremendo en intensidad. Con la alineación que diseñó Manuel Pellegrini no podía ser de otro modo. La identidad de sus centrocampistas auguraba una pelea áspera y exigente. Reunir a Toulalán y Camacho en el círculo central y situar a Eliseu escorado a la izquierda garantiza laboriosidad y rigor táctico. Frente a un Athletic de marcadísimo perfil ofensivo, con Muniain y De Marcos de interiores, se trataba de mantener el rigor táctico y no hacer la más mínima concesión en la zona de creación. Sólo Iturraspe, más suelto porque a Isco le cuesta más trabajar sin balón, disponía de espacio para expresarse y la verdad es que se hizo notar, pero el problema estuvo unos metros más arriba, donde esperaban los perros de presa dispuestos por Pellegrini.
Ante un conjunto tan armado y serio en la contención, el Athletic se esforzó por llevar la iniciativa. Suya fue de entrada y también en el tramo final de la primera parte, aunque no faltaron fases donde el mando cambió de bando. Muniain, muy fallón, y De Marcos se vieron obligados a desplegarse en ambas direcciones más de lo que les hubiese gustado. La observación se puede hacer extensiva a Susaeta e Ismael López. Vamos, que casi en ningún momento pudo el Athletic descuidar su espalda porque aunque el Málaga no se mostraba excesivamente afilado, robaba con cierta facilidad y enseguida se impulsaba conectando con Joaquín o Isco.
Sin embargo, similar aplicación defensiva tuvo el Athletic, acaso invirtiendo más sudor porque su tendencia a irse arriba le forzaba a desplazamientos más largos para protegerse. En cualquier caso, en dicha faceta el Athletic tampoco dio facilidades. El balance de ocasiones de peligro en ambas áreas confirmaría la firmeza de los contendientes, su rigor posicional y en definitiva que nadie estaba para bromas, que era un choque donde lo principal era mantener la compostura, no ceder un ápice en el despliegue y la concentración.
Aparte de un lío que montó él solo, el debutante Raúl únicamente intervino en una oportunidad, a tiro de Gámez. Willy Caballero tuvo que salir una vez fuera del arco para anticiparse a la entrada de Aduriz y este no acertó a dirigir su vaselina tras una magnífica picada de Iturraspe. Es decir, que paradas ni una. Así que después de la pechada que se dieron todos en el espacio que separa las áreas, sucedió que los técnicos refrescaron sus delanteras, en busca de una inspiración que pudiese abrir alguno de los numerosos candados dispuestos.
No fue así La reanudación trajo más de lo mismo. El Athletic llevó el mando de las operaciones, durante un cuarto de hora con cierta gracia además, pero Llorente permaneció inédito. Santa Cruz tampoco olió una. Por un instante pareció que el Málaga buscaba algo más que el 0-0, coincidió con el lógico bajón físico de los rojiblancos que empezaron a partirse en dos. Tras un par de sustitos para Raúl, especialmente en una peinada de Demichelis que se paseó por todo el área sin hallar rematador, los andaluces regresaron a su disposición anterior, a esperar en su campo. Sucedió que los centrales e Iturraspe no hallaron con quién conectar. El equipo estaba muy arriba, muy lejos y muy tapado por nueve rivales que se aferraban al puntito sin disimulo.
A falta de diez minutos, una apertura a Iraola produjo un pase al espacio que Susaeta recibió libre de marca en el área. Willy se le echó encima y repelió apurado la mejor ocasión, la única nítida de la tarde. Hasta entonces todos los desmarques de ese estilo habían sido vanos debido a la disciplina con que el Málaga tiró la línea en su frontal y también por falta de precisión en varios envíos que murieron en el fondo. No hubo nada más reseñable, ahí se esfumó la posibilidad de hacer bueno el ingente trabajo acumulado. Bielsa, que tardó un año en cambiar algo, escogió a Toquero sin margen para revolucionar nada y cuando el personal para heroicidades, todos iban muy zurrados, en ambos equipos. Aunque suene feo, hay que decir que el 0-0 fue positivo porque el Athletic tuteó desde la sensatez a un enemigo de primer nivel.