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Madrugada triste en Shanghai

Madrugada triste en ShanghaiFoto: R. Álvarez

Shanghai. Aquí, desde la capital económica de China, eran casi las doce de la noche cuando los seguidores del Athletic comenzaron a llegar a la Euskal Etxea de Shanghai; poco parecía importarles que el partido empezara a casi las tres de la madrugada hora local y que al día siguiente haya que trabajar. La ocasión lo merecía y fue uno de los días más emocionantes de esta sociedad que nació en el año 2005 con la idea de ser el punto de reunión de la comunidad vasca desplazada a China. Más de 50 seguidores rojiblancos se reunieron con ganas de ver una final histórica.

Muchos de los presentes eran unos niños cuando el Athletic disputó la final contra la Juventus, pero uno de ellos sí estuvo en San Mamés viendo el partido in situ. Su nombre, Fernando González, hijo del histórico jugador rojiblanco Nando, internacional con la selección española en ocho ocasiones y quien disputó el Mundial de 1950 en Brasil. González apenas lleva seis meses en la ciudad, donde ejerce como director para China de la SPRI, agencia de desarrollo empresarial. "Soy socio del Athletic desde hace cincuenta años y ahora mi hermano es el que utiliza el carné", aseguraba en medio de los cánticos de sus colegas mientras sonaba el himno de fondo.

Aquí no hubo percebes pero comida no faltó; de eso se encargó el chef Jon Alaña, del restaurante Kuluska. Para tal histórica ocasión hizo pinchos y dos grandes paellas que fueron rápidamente devoradas. Los que pudieron controlar los nervios hasta el pitido inicial hicieron tiempo jugando una partida de mus. El resto esperó la última media hora mordiéndose las uñas, sin quitar ojo a la pantalla y haciendo apuestas.

De hecho, la mayoría participó en una porra en el Baserri Anaitasuna, el polígono industrial a las afueras de Shanghai, en Kunshan, donde trabajan muchos de ellos. La apuesta incluía el difícil reto de acertar el resultado de tres finales: la final de la Champions, la de la Copa del Rey y la de ayer. Algo que pareció hecho a propósito para que nadie acertara y provocar así una nueva reunión del grupo, usándose así los más de diez euros que puso cada uno de los treinta participantes en una comida el próximo 2 de junio.

De pie El ambiente de esta Euskal Etxea, la primera que abrió sus puertas en Asia, fue impresionante. La sala central se quedó pequeña. Hubo que quitar las mesas y ver el partido de pie. De hecho, la pantalla de la plaza Nueva de Bilbao nada tenía que envidiar a la que retransmitió la Europe League en pleno barrio de Jingan en Shanghai.

De pronto, volvió a sonar el himno y comenzó el partido. Los más nerviosos no pudieron aguantar de pie y se sentaron sufriendo con la primera pérdida de balón del Athletic. Fueron 90 minutos de infarto a más de 8.000 kilómetros de Bucarest. "Un poco de tranquilidad", gritaba un seguidor en la Euskal Etxea, presintiendo los nervios con los que saltó el Athletic al campo y certificados con el primer gol de Falcao. Las ocasiones de Llorente y Muniain provocaron que algún seguidor dijera: "Ay que sufrir chicos, es lo nuestro", mientras otro respondía: "no podemos rifar así la pelota".

Desde el pasado enero la Euskal Etxea tiene nuevo presidente, se trata de Xabi Coronado, quien explicaba que han tenido visitas de japoneses o italianos, pero que ninguno consigue entender lo que les mantiene unidos. "Cada uno sabemos lo que nos ha aportado a cada uno cuando llegamos aquí, y por eso seguimos aportando para que siga adelante", explica Coronado.

"¡Athletic, Athletic!" El grupo no pudo dejar de cantar. En total son 21 socios corporativos y 30 individuales, que se quedaron sin habla con el segundo gol de Falcao. "El minuto de silencio ya pasó", aseguraba una voz desde las últimas filas, justo cuando la televisión china enfocaba con un primer plano a un seguidor del Athletic que resumía la tristeza que también se respiraba en Shanghai.

"Yo he llegado justo ayer desde Bilbao; al menos la final puedo verla, porque la semifinal me pilló en el vuelo entre Bilbao y Frankfurt de las 9 de la noche. Intenté que el piloto pusiese la retransmisión del partido, pero me dijo que no se podía", comentaba David Fundazuri. El tercer gol acabó con todas las esperanzas y provocó que apenas una docena de hinchas resistieran en la Euskal Etxea.