PALMA DE MALLORCA. AL Mallorca lo que le mató fue trasladar el campo del centro de la ciudad a las afueras. Fue un gran error. Antes, el Lluís Sitjar, (inaugurado en septiembre de 1945), se llenaba. Veinte mil personas. Ahora, apenas van 12.000 aficionados al campo de Son Moix", radiografía con una mezcla de tristeza y añoranza Tomeu, propietario del restaurante Rififí de Palma Mallorca, donde cuelga una camiseta enmarcada del equipo bermellón, un local en el que esta misma semana cenó Joaquín Caparrós, el técnico del Mallorca. "Ustedes ya lo tuvieron. Hizo un gran trabajo. Es un buen entrenador. Les hace trabajar. Me gusta más que Laudrup", explicita Tomeu, que prosigue con el cuaderno de bitácora de el club que le palpita en el corazón.

"Luego está lo de la deuda, que era monstruosa, pero que gracias a la Ley Concursal el club pasará a finales de mes de deber 78 millones a 38, que sigue siendo mucho, pero las cosas se ven de manera diferente. El club ahora está a la venta en 30 millones y con la reducción de la deuda es posible que se encuentre un comprador porque con lo de antes era imposible", describe Tomeu, convencido de que el futuro de la entidad pasa por regresar al hogar natural del Mallorca, al Sitjar, el campo que "nunca debió abandonar". Así lo cree el Consejo de Administración balear, que ha elaborado un estudio para retornar a su antigua casa, una ruina en la actualidad.

"El principal problema es que se pasó de un campo céntrico, el Lluís Sitjar al que la gente iba andando, a uno que está en las afueras, Son Moix (también conocido como Ono Estadi e Iberostar Estadio, su denominación actual), suficientemente lejos como para tener que ir en coche. Eso ha hecho que mucha gente prefiera quedarse en casa y ver los partidos por televisión que desplazarse hasta allí. También está lo de la pista de atletismo, que aleja al aficionado del equipo y hace el campo aún más frío", expone didáctico Tomeu, que aún recuerda a Miguel Ángel Nadal levantando la Copa del Rey, y que añora los tiempos en los que Héctor Cúper obró el milagro de poner en órbita al Mallorca a finales de los 90. "Y fíjate ahora dónde está. Pero ha sido un señor. En la segunda etapa en el Mallorca perdonó dinero, un buen pellizco y en Santander se ha ido sin agarrarse al contrato".

El deseo de recuperar el Sitjar, que el primer equipo abandonó en 1999, como trampolín del porvenir del club en 2016 con motivo del centenario, no será sencillo por el enorme deterioro que padece la instalación, que hasta 2007 funcionó como estadio del Mallorca B. Desde entonces, el estadio se ha convertido en el símbolo de la extraordinaria decadencia de la entidad. "El campo está muy mal, en un estado lamentable. Entraron los okupas e incluso hubo un incendio el año pasado, pero hay que recuperarlo. Es el futuro", intuye Tomeu, que anhela ir caminando en 2016, al estadio donde el Mallorca.