LAS alas de Red Bull comenzaron a surgir a partir de un tubo de dentífrico. Y es que el austriaco Dietrich Mateschitz (Sankt Marein mi Mürztal, 20-V-1944) descubrió la virtudes de la bebida energética que le convirtió en multimillonario en un viaje que la firma Blendax, que comerzializa pasta de dientes, le envió al sudeste asiático. Allí comprobó que en Tailandia consumían una bebida con un alto contenido en cafeína. Corrían los primeros años 80 del siglo pasado y Mateschitz convenció a los hermanos tailandeses Chaleo y Chalerm Yoovidhya para fundar una empresa que comercializara una bebida única entonces en el mercado. No quería un refresco ni una bebida alcohólica. Mateschitz apostó por un producto energético que permitiera afrontar el alto ritmo de la vida moderna.

En 1987, salieron a la venta los primeros Red Bull y rápidamente encontraron un mercado entre la juventud mundial. Mateschitz, un licenciado por la Universidad de Viena que realizó un postgrado en Marketing, vio claro hacia dónde debería dirigir su producto y la imagen que debía ofrecer. Por eso el lema que impuso desde el principio aún sigue vigente: "Red Bull te da alas".

En pocos años, aquel nuevo producto se convirtió en el líder mundial de su género y convirtió en multimillonario a su creador. A partir de entonces Mateschitz buscó nuevos soportes que aumentaran la popularidad de su bebida. Apostó primero por deportes enfocados a la juventud, como el skateboard, para luego dirigir sus pasos hacia la élite.

El espaldarazo En pocos años el empresario austriaco escaló puestos en la lista Forbes de multimillonarios mundiales. Sin caprichos extravagante, salvo su afición a pilotar aviones, Mateschitz decidió invirtir su dinero en la Fórmula 1. En 2004 tuvo la oportunidad de comprar la escudería Jaguar Racing y no lo dudó. Rebautizó el equipo como Red Bull Racing y comenzó a escribir la nueva historia en las carreras de coches. La siguiente temporada su objetivo fue el equipo Minardi. Avalado por su compatriota Gerhard Berger, el austriaco pasó a controlar dos equipos de F-1, al segundo de los cuales bautizó como Escudería Toro Rosso, dados sus orígenes italianos. Seis años después Sebastian Vettel lograba el título de conductores que ha reeditado este curso, mientras que Red Bull ha acaparado los títulos de marcas.

En 2005, Mateschitz se fijó en el equipo de fútbol de Salzburgo y adquirió su propiedad. El equipo austriaco, que once años antes había disputado la final de la Copa de la UEFA al Inter de Milán, cambió el momento de indefinición que vivía por una época más gloriosa. Desde entonces ha ganado tres títulos de la Bundesliga austriaca y dos subcampeonatos más.

Además, el emporio deportivo de Mateschitz abarca los equipos de fútbol de New York, Leipzig, Ghana y Brasil, todos ellos bajo la denominación de Red Bull; a un equipo de la Nascar, competición automovilística estadounidense; otro de X Fighters, dedicados a la acrobacia área, así como a numerosos deportistas de especialidades minoritarias, pero de deportes de riesgo como motocross, snowboard, BMX, escalada, kitesurfing que permiten a su marca llegar con más facilidad a la juventud.

Dietrich Mateschitz es ya un referente en el mundo del deporte. Todo por una pasta de dientes.