DEL frío intenso de Soria de un junio prometedor, de los sueños juveniles revoloteando, al calor extremo del éxtasis triunfador. De ahí, al sabor del fútbol desde los banquillos de la Regional vizcaina o guipuzcoana, a la atalaya de los de Primera División, al cobijo del trabajo con los chavales, a la vida en el térmico Alicante. De ahí a aquí. Del pasado al presente. 18 años en el camino. En medio, y en el futuro, recuerdos que se desempolvan cada invierno. ¡Siguen viéndose cada Navidad! Los miembros del último Athletic juvenil campeón de Copa.
Fue un 7 de junio de 1992. "¡Qué fecha más bonita, la recordaré siempre!", entona un melancólico José Mari Amorrortu, entonces entrenador. Fue un 1-1 y hubo que recurrir a los penaltis en aquel gélido estadio de Los Pajaritos -todos enfatizan el frío que pasaron-, entonces con una única tribuna, de ahí que el viento se paseara a su antojo por los recovecos del campo. "En el momento de decidir quién tiraba los penaltis, Amorrortu actuó con cordura y preguntó quiénes estaban con confianza para hacerlo", cuenta Jon Ander Lambea, uno de los que se ofreció para jugar esa lotería. "Sí, unos tiraban para adelante y otros se escondían", dice el míster entre risas. "Yo creo que tiré el tercero, no me acuerdo de tanto", afirma Aitor Karanka, actual segundo entrenador del Real Madrid. Edu Martínez y Gontzal Suances fueron los otros que desafiaron a los nervios del momento y que no fallaron ante el portero bético Ruiz. Gorbea, por su parte, ya había solventado dos de los lanzamientos del Betis, así que no hizo falta lanzar más. Campeones. "¡Vaya sufrimiento! Estábamos todos en el centro del campo abrazados y cuando metimos el último salimos corriendo. ¡Qué alegría!", evoca aún con entusiasmo Aitor Huegun, quien fue sustituido en el segundo tiempo. Lo pasó especialmente mal desde la frialdad de las gradas Gorka Bidaurrazaga, que poco antes en su debut con el Bilbao Athletic aquella temporada se lesionó y le tuvieron que operar del pubis. "Me perdí el último partido de Liga y toda la Copa, pero tengo un recuerdo de la leche de aquella final. Mi hermano gemelo sí jugó. Me acuerdo de que había un ambiente de la hostia, con un montón de gente de Bilbao", apunta Bidaurrazaga. "Y todo el mundo pajarito. En el descanso, los directivos vinieron al banquillo a por sudaderas, chamarras…", añade Huegun, que hizo frente a "mi primer partido importante a penaltis. Después de dos años en el Athletic nunca había vivido algo así. Fue un subidón de la leche". "En el momento de tirar los penaltis realmente nos dimos cuenta de la responsabilidad que tenía el equipo. No eres profesional y lo vives todo de una manera distinta", reflexiona Txutxi Díez de Mir desde su residencia de Alicante. Gontzal Suances, técnico del juvenil B del Athletic, lo comparte: "Pasamos muchos nervios pero no te das cuenta de la repercusión que tiene y te lo tomas con más tranquilidad".
Antes de llegar al punto fatídico se consumieron los minutos reglamentarios y la prórroga, donde las fuerzas se equipararon pese a que el conjunto andaluz era de menor rango. "Éramos claros favoritos, éramos muy superiores a ellos. Pensábamos que iba a ser mucho más fácil. El Betis se encontró con una final que no esperaba, yo creo que llegaron colmados de ilusión y eso les hizo más fuertes. Después, cuando terminó el partido estaban como locos por intercambiarse las camisetas con nosotros. No éramos nadie, pero éramos el Athletic", desgrana Txutxi. Amorrortu agrega que "afrontamos la final con mucha confianza. Metió Julen Guerrero gol muy pronto, al poco de empezar, y luego lo pasamos mal. Ellos nos fueron ganando terreno y consiguieron empatar. Fue una final muy igualada. Recuerdo que habíamos jugado el último partido de Liga en casa, que jugamos en San Mamés, contra ellos, y habíamos ganado 5-1. Quizá fuimos un poco confiados a la final". Desafiando a los nervios, jugando al borde del precipicio, los cachorrillos alzaron la Copa ante los seguidores vizcainos, fieles siempre a unos colores, sean éstos centenarios como los de la primera plantilla, o sean noveles juveniles. "No era muy grande el campo. Pero estaba abarrotado, y yo creo que de Sevilla poca gente había", visualiza Huegun, quien ahora "mata el gusanillo del fútbol" ayudando en las labores técnicas de un equipo de la Preferente guipuzcoana.
Después del éxtasis, llegó el momento de la celebración. No mayúscula pero sí entrañable. "El partido fue a las 12.00 del mediodía y después nos fuimos a comer todos juntos y con las familias. También estuvo el presidente, pero se tuvo que ir pronto porque luego jugaba el primer equipo", indica Txutxi. El regreso a Bilbao también deparó festejos. "Tuvimos recibimiento en Ayuntamiento y Diputación. Fue todo muy bonito", considera Bidaurrazaga.
Vacile con bingen Dando un salto al presente, dejando atrás el buen sabor del tiempo añejo, se coloca Lambea en el curso de entrenadores, donde Bingen Arostegi le da clases: "Ya hemos estado vacilando que a ver si nos quitan ya eso de ser los últimos que hemos ganado, que es la segunda vez que lo tienen en la mano". Y es que desde hace 18 años los chicos de Amorrortu siguen siendo los últimos campeones. Un equipazo que también conquistó la Liga sub"19 que se disputaba a nivel estatal. El primer club que lograba el doblete. "Estábamos muy unidos, remábamos todos en la misma dirección. Disfrutábamos mucho y de centro del campo para arriba teníamos un equipazo", analiza Txutxi. "Había gente con gol, había una buena pelea para jugar arriba", subraya Bidaurrazaga, técnico ahora del Apurtuarte. Fue un año idílico. También para Amorrortu, que completaba su primer año en Lezama: "Es inolvidable para mí. Era un equipo extraordinario. Le tengo un aprecio importante a ese grupo". Un equipo unido, que nunca fue vencido, y que cada Navidad se reencuentra. "Es una gozada", proclama Karanka. "18 años después y seguimos viéndonos. Dentro de 40 seguro que también nos juntamos", finaliza Huegun.