En medio del bullicio de El Arenal de Bilbao, donde apenas cabía un alfiler entre música, txosnas y paseantes, un inesperado protagonista se robó las miradas —y los gritos— de la primera noche festiva: un enorme y peludo orangután que acechaba entre la multitud.
El muñeco, de tamaño descomunal y movimientos inesperados, se abalanzaba de repente sobre quienes paseaban confiados, provocando más de un sobresalto. Un grupo de amigas, que caminaba tranquilamente entre risas, no pudo evitar pegar un grito cuando el animal se lanzó hacia ellas como si fuese a atacarlas. "¡Qué susto me ha dado, pensaba que era de verdad!", dijo una de las jóvenes a la que le cogió por sorpresa.
Del susto a las risas
Nada más lejos de la realidad. El susto duró apenas unos segundos, porque pronto las carcajadas se impusieron. Como ellas, decenas de curiosos terminaron posando junto al orangután, que pasó de “terror de la noche” a ser uno de los grandes reclamos de El Arenal. Así, entre sustos y risas, la criatura se convirtió en la mejor metáfora de Aste Nagusia: una fiesta que sorprende, desconcierta y, sobre todo, arranca sonrisas.