Del baile nocturno al matinal, de la música de txosnas a mover las caderas al ritmo del swing. En pocas horas, el Arenal se transformó por completo atrayendo a aquellos que quisieron pasar un buen rato al ritmo del tradicional baile estadounidense. Iluso de mi, pensaba que iba a ser un mero espectador de la coreografía, hasta que me encontré a Yaiza y Borja grabando vídeos para DEIA y... ¡Sorpresa! Me ha tocado bailar un poco. Honestamente, me veo en la obligación de pedir perdón por esos pasos de baile –si se les puede llamar de esta manera– que se pudieron ver en el vídeo. El día de las danzas vascas hubiese sido una clase maestra. Por desgracia, esta vez no puedo decir lo mismo, en el swing el tren superior e inferior parecían cuerpos distintos. Por el esfuerzo y la entrega, la nota recibida no puede ser menor a un aprobado.
De los pasos de baile que no hemos sido capaces de coordinar mejor ni hablar, que en el vídeo parezca que bailamos algo ya es un logro. O quien sabe, quizá hayamos modernizado los pasos de baile. ¿Debería patentarlos? No vaya a ser... Al igual que el resto de días, a las diferentes actividades suelo ir con algo de antelación. De la misma forma que me sucedió con el tropel de albokaris, pasé por el lugar en el que se realizó la actividad antes de que diese comienzo y, como novato, no fui consciente de que había llegado al lugar. Para no quedarme congelado como un niño pequeño cuando se pierde en el supermercado, di una vuelta por El Arenal para contemplar el ambiente que se respira en el segundo –y último– fin de semana de Aste Nagusia, horas antes de que finalice.
El olor del certamen gastronómico de marmitako se apoderó de la zona, lo hizo a primera hora de la mañana. Acababa de desayunar pero algún plato hubiese probado porque olían de maravilla. En el kiosco del Arenal, el concierto de la Banda Municipal de Música me mantuvo escuchando durante unos minutos la audición que estaban ofreciendo a los asistentes antes de volver al baile del swing. Las txosnas daban gusto pudiendo pasar de un lado a otro sin problemas a diferencia de la fiesta nocturna. Eso sí, a mi dadme esas txosnas en las que hay problemas para pasar de toda la gente que hay, eso es vida. De hecho, ya no quedarán más txosnas de Aste Nagusia hasta que llegue el próximo agosto, que lejos queda.
Al volver al lugar después del paseo de reconocimiento, la actividad no había dado comienzo aunque se pudieron ver a las primeras parejas bailando al ritmo de la música. Ya estaba mentalizado de que me iba a tocar bailar e intenté memorizar algunos de los pasos de swing, sin éxito. Los días pesan, y se nota que las fiestas están llegando a su fin, lo harán esta noche a las 22.00 horas con el fin de la fiesta y la despedida a Marijaia acompañado de un aurresku de honor a la pregonera y la txupinera. Desde mañana, se cuentan las semanas, días y horas para que llegue el txupin del próximo año 2024.
Último día
No me creo quiero creer que esté escribiendo la penúltima página de Aste Nagusia. Se ha pasado excesivamente rápido. A las 22.00 horas se cerrará mi debut como novato en fiestas. Mirando la parte positiva, ha sido una primera experiencia de Aste Nagusia muy bonita en la que he podido disfrutar mucho en muy buena compañía. En el artículo de mañana divagaré más sobre todo lo que ha significado para mi estos nueve días festivos pero doy un pequeño adelanto; ha superado mis expectativas con creces.
Con prácticamente todo completado, de cara a estas últimas horas el único propósito es el de disfrutar de las últimas horas de Aste Nagusia. Tras la despedida de Marijaia desde el Puente del Arenal hasta el del ayuntamiento, habrá que esperar hasta agosto del próximo año para poder volver a verla asomada al balcón del Teatro Arriaga mientras huevos y harina vuelan por los aires.