El párroco de la iglesia de Cristo Rey de Iruñea murió este jueves por la tarde mientras oficiaba un funeral. El sacerdote José María Aícua Marín, de 61 años de edad, sufrió un infarto alrededor de las ocho y diez de la tarde sin que los intentos por reanimarlo dieran un resultado. Aícua era también párroco de San Fracisco Javier de Iruñea y del Soto de Lezkairu ya que las tres iglesias conforman una misma unidad parroquial. Anteriormente atendió la parroquia de San Miguel de Noain.

Aícua, natural de Caparroso, estuvo trabajando durante todo el día con la misma "vitalidad y entrega" que le caracterizaba, aseguraba este jueves Javier Martínez, ayudante del sacristán. "En un momento dado del día llegó a decir que estaba muy cansado pero nadie lo notó", relató. "Celebró un funeral a las siete y a las ocho y diez, mientras oficiaba el segundo, en el momento del Evangelio y tras cantar el Aleluya, ha caído desplomado en el altar, en el mismo atril. Ha sido algo totalmente inesperado y fulminante, sin que sufriera ninguna indisposición", subrayó. La suerte ha querido que dos médicas y dos enfermeras estuvieran presente en el funeral y le realizaran maniobras de reanimación en el pecho de forma inmediata. Tampoco los servicios de urgencia que llegaron a los diez minutos lograron evitar el fatal desenlace pese a aplicar un desfibrilador. La ceremonia quedó suspendida al momento.

POSITIVO, CARIÑOSO Y SERVICIAL

Martínez asegura que trató de colocarle una chaqueta debajo de la cabeza pero ninguna maniobra dio resultado. "La iglesia estaba casi llena porque el funeral era de la madre de una catequista. Ha muerto con las botas puestas, en acto de servicio", subrayó Martínez que se mostraba completamente consternado por el fallecimiento de su compañero. "Ahora estaba más ilusionado que nunca porque con la incorporación de Lezkairu se habían apuntado 360 chavales a catequesis para hacer la primera Comunión. Quería atraer también a gente joven y era un hombre que siempre tenía planes y siempre era positivo. Había que colocar los carteles de Cáritas, preparar el día del Domund y para todo tenía ganas y mucho sentido del humor", remarcó.

Aícua era delegado de Misiones dentro de la diócesis y anteriormente estaba al frente de la Javieradas. "Era un sacerdote que llegaba a la gente porque era tremendamente cariñoso, cercano y servicial, abierto a todos", enfatizó. El que fuera párroco de Noáin es autor o coautor de varios libros, tres de ellos sobre la historia del Valle de Elorz, otro sobre la parroquia de San Francisco Javier y uno último con el título "Rostros de la misma sangre".