Barniedo, el osezno que fue rescatado en 2024 con las almohadillas de sus patas quemadas durante un incendio en la montaña leonesa, ha sido localizado en perfecto estado de salud tras sobrevivir a un nuevo gran fuego en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre.
El ejemplar, que simboliza la resistencia de la fauna salvaje frente a las catástrofes medioambientales, ha sido seguido por la Patrulla Oso de la Fundación Patrimonio Natural gracias a un emisor de radiofrecuencia colocado en una de sus orejas, después de que el GPS dorsal se desprendiera, probablemente por frotamiento con la vegetación.
Durante varios días, la señal del emisor fue débil y localizada en una zona recientemente quemada, lo que generó preocupación entre los técnicos, ha explicado la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.
Finalmente, se logró el contacto visual con el animal, del que hay un vídeo para comprobar que efectivamente se mueve con soltura y muestra un comportamiento normal, por lo que se encuentra en perfecto estado pese a que las llamas han vuelto a asolar su territorio.
Un osezno luchador
La historia de Barniedo comenzó el 2 de agosto de 2024, cuando fue localizado por la Patrulla Oso tras el aviso de un vecino de Barniedo de la Reina.
El osezno, que cojeaba y presentaba quemaduras en las almohadillas plantares, fue capturado y trasladado al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Valladolid. Allí se confirmó que era un macho de 6,4 kilos, en baja condición corporal y con pronóstico reservado.
El incendio forestal que lo afectó se había declarado el 27 de julio en Villafrea de la Reina, muy próximo al entorno donde se encontraba el grupo familiar al que pertenecía: una osa con tres crías.
La Junta de Castilla y León activó entonces un dispositivo para localizar al resto de ejemplares y valorar una posible reintroducción grupal.
Tras semanas de cuidados intensivos -desparasitación, limpieza de heridas, antibióticos y alimentación especializada- el osezno duplicó su peso, alcanzando los 13 kilos a finales de agosto, y mostró una notable evolución física. Se habilitó una nueva estancia en el CRAS para que pudiera ejercitar sus músculos y fortalecer su cuerpo.
En septiembre fue trasladado al recinto de aclimatación de Valsemana, donde convivió brevemente con Cova, una osa herida en Asturias.
En este entorno controlado, aislado de la presencia humana y monitorizado por cámaras, Barniedo fue alimentado cada dos días hasta alcanzar casi los 30 kilos. Mostró gran capacidad para trepar árboles y escasa interacción con otros ejemplares, lo que reforzó su preparación para la vida en libertad.
Antes de su liberación definitiva en noviembre, fue sedado mediante cerbatana para realizar una evaluación veterinaria completa: análisis genéticos, revisión de garras y colocación de dispositivos de seguimiento.
Se le implantó un GPS dorsal -que se esperaba operativo hasta el verano- y un emisor de radiofrecuencia en la oreja, con una duración estimada de cinco a seis años. También se le colocó un microchip para su identificación futura.
El lugar elegido para su suelta, a mediados de noviembre, fue un robledal cercano al entorno donde fue rescatado, con abundante producción de bellotas.
Una nueva vida en libertad truncada por otro fuego
Al abrirse la puerta, Barniedo salió corriendo entre los robles, iniciando su nueva vida en libertad.
Sin embargo, este verano un nuevo devastador incendio ha amenazado su entorno: iniciado el 13 de agosto, el fuego de Barniedo de la Reina arrasó cerca de 3.000 hectáreas y obligó a evacuar a cientos de vecinos, entró en el Parque Nacional de Picos de Europa y hasta pasó a Palencia.
La buena noticia es que Barniedo ha sido localizado en buen estado, sin que aparentemente este nuevo incendio le haya afectado.
Según Álvaro Soto, director veterinario del CRAS, si hay suficiente alimento, es posible que Barniedo no necesite hibernar, aunque podría realizar largas siestas. Su rápida integración en el entorno familiar y su buen estado físico auguraban un futuro prometedor.
Barniedo se ha convertido en un emblema de la resiliencia animal y en un ejemplo del éxito de los programas de conservación y seguimiento de especies amenazadas en Castilla y León.