Un hombre ha sido condenado a dos años y medio de cárcel y a cumplir 135 días de trabajos en favor de la comunidad por agredir sexualmente y maltratar a su compañera sentimental, una ciudadana colombiana a la que conoció a través de una página de contactos y que vino a vivir a Euskadi tras un año de relación a distancia.
Inicialmente la Fiscalía de Gipuzkoa reclamaba penas que sumaban diez años y diez meses de cárcel, así como 30 días de localización permanente, entre otras penas accesorias, por un delito continuado de agresión sexual, otro de maltrato habitual, tres delitos de maltrato no habitual y un delito leve de vejaciones injustas.
No obstante, durante una vista preliminar celebrada en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa, el hombre admitió lo sucedido y la Fiscalía y la acusación particular que representa a la víctima, accedieron a aplicarle la atenuante analógica de consumo de alcohol y de reparación del daño, así como a retirar el carácter continuado al delito de agresión sexual.
Además de la citada pena de prisión, que le ha sido suspendida con la condición de que no vuelva a delinquir en los cuatro próximos años y de que siga un programa de deshabituación, el hombre no podrá comunicarse con su víctima ni aproximarse a ella durante catorce años y medio, han informado fuentes del caso.
Relación a distancia
Según recoge el escrito de acusación del Ministerio Público, los hechos se remontan a marzo de 2021, cuando el acusado y la víctima se conocieron a través de la mencionada página de contactos e iniciaron una relación por medio de videollamadas y mensajes de teléfono.
Casi un año después, la perjudicada acudió a Gipuzkoa con la intención de iniciar una relación de pareja, por lo que ella se alojó en el domicilio del hombre, si bien en abril de 2022 éste empezó a tener una serie de "comportamientos y actitudes despectivas" hacia su pareja con ánimo de "humillarla y menospreciarla", además de "tornarse agresivo" especialmente cuando ingería bebidas alcohólicas.
Más adelante comenzó a propinarle empujones y golpes, y a intentar tener relaciones sexuales contra la voluntad de la mujer, quien en uno de estos episodios llamó al teléfono de emergencias lo que puso fin a la situación.