A pesar de que la industria del sexo se encuentra socialmente señalada, todavía persevera. El porno, la prostitución, la trata de mujeres o los servicios eróticos en línea se zafan de la moral colectiva y, a tientas, continúan con un mercado que condena la vida de muchas mujeres, a las que sexualizan, engañan y generan grandes traumas psicológicos, con el único objetivo de conseguir grandes dotaciones económicas –de hecho, según los datos de la ONU, la prostitución es el segundo negocio que más dinero mueve en el mundo, alrededor de 108.000 millones de dolares– y de satisfacer las líbidos. Mientras todo esto sucede, ellas quieren cambiar el mundo. Las Poderosas, grupo navarro que nació de la mano de Acción Contra la Trata, ha recibido uno de los galardones de la Fundación Sabino Arana por ser referentes en la lucha y erradicación de la trata con fines de explotación sexual y otras formas de violencia contra las mujeres.

Entre los muchos proyectos de la asociación –orientados hacia la creación de espacios seguros, el fortalecimiento de capacidades, las redes de apoyo y la gestación de autonomía de la víctima–, se entrevé que lo primordial es la búsqueda de la luz, de la esperanza. Por eso, la presencia de mujeres que han sido supervivientes de esta lacra ha permitido que las víctimas a las que ayudan sientan que están “un paso más cerca de encontrar verdadera vida”. Joy Ogbeide fue una de otras tantas mujeres nigerianas que viajaron a Europa con la intención de sacar a su familia de la pobreza y que fueron engañadas. Sin embargo, su coraje y valor la convirtieron en una superviviente y en una de las agentes de cambio de Acción Contra la Trata. Actualmente, facilita la comunicación con las mujeres migradas que llegan a la asociación pidiendo ayuda. Pero también “trato de ganarme su confianza y regalarles mi voz cuando todavía ellas no tienen valor para hablar”, asegura.

Según los últimos datos recogidos, se cree que hay un flujo constante de entre 700 u 800 mujeres en situación de prostitución en navarra. “En las calles no se ven, y cada vez menos en los clubes, por lo que ahora la gran mayoría de estos negocios tienen cabida en pisos cada vez más ocultos, a los que no podemos acceder ni las instituciones ni la policía”, explica. Y, en muchas ocasiones, este mercado se está haciendo cada vez más sibilino; tanto, que incluso las propias víctimas no identifican que están en una situación de vulnerabilidad. Por otro lado, también puede ocurrir lo contrario; es decir, que las mujeres se sientan tan violentadas e intimidadas que no puedan contar su caso. “Los proxenetas y tratantes juegan mucho con nuestras espiritualidades y religiones. En Nigeria, por ejemplo, nos hacen un ritual de vudú antes de salir del país. Y eso solo lo hacen para que las mujeres africanas sintamos miedo y les prometamos que vamos a mantener su secreto y que no vamos a meter a nuestro tratante en líos”. De hecho, las familias de estas mujeres conciben a estos hombres como “salvadores”, de manera que se ejerce otra presión añadida sobre la víctima. Pero todo, indudablemente, es mentira. “Siempre se empieza con un gran engaño. Nos venden la idea de que Europa es fácil, nos hacen creer que ellos son buenos y que, en menos de seis meses, se terminará todo. Y, cuando llegas aquí, te enfrentas a la sorpresa de la vida”, apunta.

Llegadas a este punto, solo quedan dos opciones: trabajar durante muchos años para saldar una deuda inhumana o escapar “y tener que estar toda tu vida con el miedo de que te encuentren y te exijan darles ese dinero que no tienes”, dice. En ese sentido, cuando se habla del proceso de recuperación emocional y físico de todas las violencias vividas “puede llevar toda una vida. Hay mujeres que están muy traumatizadas y con muchos problemas porque no es fácil salir de esto. Porque no solo piensas en ti, sino también en la familia que has dejado en tu país, en los gastos que tienes que afrontar en Europa. Para poder empezar de cero, se necesitan muchos recursos que no tenemos”, cuenta.

Por otro lado, también hay que tener en cuenta los muchos riesgos a los que se enfrentan: “En prostitución, por ejemplo, hay mujeres que salen, pero no saben si volverán al día siguiente. Es que hay muchas mujeres que no tienen más opciones porque hay una desigualdad tremenda. Si hay una mujer prostituta, es porque hay miles de hombres consumiendo y otros que se están enriqueciendo con este negocio. Y yo siempre me pregunto: ¿Por qué nadie piensa en esos hombres que nos están tratando como objetos?”, reflexiona.

Otro de los pliegues que tiene Las Poderosas son las agentes de cambio, que son supervivientes que trabajan con víctimas desde su propia experiencia. “Al conocernos pueden ver que ellas pueden sobrevivir, que pueden salir del agujero negro y ver la luz”, sostiene. Como ella, que pensaba que no saldría de esta y, sin embargo, ahora es la voz de todas aquellas que todavía no pueden hablar.