Xavi, Noa, Elisa, Larisa, Ayax, Yago y María son los nombres de las siete víctimas mortales de la violencia vicaria en el Estado, la cifra más alta de toda la serie histórica en lo que va de año desde que en 2013 comenzaran a contabilizarse los casos.

Menores asesinados a manos de sus padres o las parejas o exparejas de sus madres. Una realidad que interpela a la toda la sociedad y que golpea de lleno donde más duele. El maltratador busca hacer el mayor daño posible a la madre, a través del sufrimiento que le provoca arrebatarle lo más quiere en el mundo. Una forma de violencia ha acabado con la vida de 60 menores desde que comenzaron las estadísticas en 2013.

“Nos fijamos en los muertos, y no en el problema de fondo que puede provocar que haya un asesinato. A este respecto, en Euskadi también persiste una amenaza latente”, alerta a Noticias de Gipuzkoa Iñaki Alonso, especialista en prevención de violencia contra la infancia. El experto advierte de que hay niños y niñas expuestos a esa espiral de una manera constante a nivel familiar.

El caso de Irun: un puñetazo a la expareja

Ocurrió hace unos días en Irun. La expareja había acudido a la Comisaría de la ciudad fronteriza a realizar el pasaporte para su hijo menor. Mientras se llevaba a cabo la tramitación necesaria, ambos progenitores iniciaron una discusión que fue subiendo de tono hasta que, en un momento dado y en presencia tanto del chico como del resto de ciudadanos que se encontraban allí para renovar sus documentos, el hombre agredió a su exmujer de un fuerte puñetazo en la nariz.

Varios agentes que prestaban servicio en las instalaciones procedieron a separar, reducir y arrestar al agresor. La Policía Nacional le detuvo como presunto autor de un delito de violencia de género. “Es una espiral de violencia que adquiere un grado más elevado cuando se produce una separación traumática. Son chicos y chicas que han visto en casa cómo le pegan a la madre, o han sido ellos mismos víctimas de violencia directa”, expone Alonso, experto internacional en Ayuda Humanitaria y especialista en Derechos de Infancia.

Solo el último año, 1.446 mujeres –la mayoría de entre 41 y 50 años– recurrieron al servicio telefónico de atención a mujeres víctimas de violencia doméstica o por razón de sexo Satevi en busca de ayuda. La memoria de 2023 recoge que más de 1.200 menores vascos conviven con la violencia machista, es decir, “se encuentran en riesgo de desprotección estando expuestos a la violencia directa” que sufren por parte de sus progenitores.

Otro dato que permite advertir la dimensión de esta realidad lo ofrece la Memoria Delincuencial de 2023, que se ha publicado recientemente. Gipuzkoa ha registrado durante este pasado año un total de 618 infracciones penales conocidas por la Ertzaintza y policías locales por malos tratos habituales en el ámbito familiar.

En el conjunto de Euskadi son 3.090 infracciones, un 9,61% más que el año anterior, cuando se registraron 2.819 delitos. “Tener el cuadro completo del ciclo de la violencia es importante, ya que puede dar la impresión de que en un momento determinado hay una persona a la que se le cruza el cable. No es así. Es una secuencia de hechos, una espiral”, puntualiza Alonso.

Las alarmas se dispararon hace ahora un mes en el El Prat de Llobregat (Barcelona), donde un hombre se suicidó lanzándose a las vías del tren después de haber matado a su mujer, Vanesa, y a sus dos hijos mellizos de ocho años en el domicilio familiar. Fue un maquinista el que alertó del suceso pasadas las 16.20 horas en las vías que conducen a la estación de El Prat, donde el padre de los menores dejó una nota de "arrepentimiento" hallada después por los Mossos. El profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada, Miguel Lorente, sintetizó entonces de un modo muy gráfico, en una entrevista radiofónica, la trastienda de hechos tan atroces. “La violencia no es que aparezca cuando sucede un caso así, sino que hay hombres ahora mismo en España pensando en asesinar a sus mujeres o hijos. Y cuando ven que sucede, se refuerzan en su intención y se animan para seguir adelante”.

Pasar a la acción

Palabras que se sustentan, según expuso, en estudios realizados que indican que ese efecto concentración no es debido al azar. Que hay una relación que se potencia a raíz de un caso previo, y que “se mantiene durante ocho días”, el plazo que se toma el parricida para elaborar y dar el paso a la acción. El profesor apuntó en ese sentido, el caso de un sevillano detenido en 2017 por la policía alemana tras haber matado a sus dos hijos de 4 y 5 años de edad. El arrestado había amenazado a su expareja, de nacionalidad rusa, con “hacer lo mismo que José Betón hizo con sus hijos”.

La violencia vicaria se integró en la ley contra la violencia de género en 2021 y la norma se volvió a modificar en 2022 para reconocer como víctimas directas a las madres de menores asesinadas en crímenes vicarios, que hasta ese momento no tenían derecho a las ayudas del Estado.

La Fiscalía de Sala de Violencia sobre la Mujer explica que no hay manera de causar mayor daño a una madre que asesinando a sus hijos. "Cuando en una relación de afectividad basada en el desequilibrio y en el ánimo de posesión, el dominador asesina a los hijos de su pareja, bien sean propios o ajenos, sabe que le está haciendo más daño que acabando con su propia vida", dice la Fiscalía.

A la hora de prevenir este tipo de casos, Alonso detalla que resulta especialmente sensible el momento en el que las mujeres trasladan a sus parejas el deseo de separarse. En aquellas familias en las que hay antecedentes violentos, “es muy importante” la adopción de medidas de protección para quienes se quedan al cargo de hijos e hijas. “Se puede llegar a plantear la suspensión del régimen de visitas en el caso de padres. Es una medida que puede adoptarse cuando hay una sentencia, o una evidencia, pero ¿qué ocurre cuando no la hay porque no existen denuncias previas?”, se pregunta.

Fue el caso de Xavi y Noa, los niños de 10 y 7 años asesinados por su padre en Barcelona el pasado 6 de enero. El progenitor no había sido nunca denunciado por violencia de género. Abrió la válvula de gas del piso donde estaba con sus hijos. Murieron los tres.

Según confirman fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), no constaban denuncias previas por violencia machista contra él. Fue la madre quien denunció ante los Mossos d'Esquadra que sus hijos no acudieron el 8 de enero al colegio tras pasar parte de las vacaciones de Navidad con su padre, de quien estaba separada.

Ante estos hechos, una comitiva de los Mossos acudió al domicilio del hombre y activó al Cuerpo de Bomberos, cuyos efectivos accedieron al interior de la vivienda a través de una ventana. Una vez dentro del inmueble, que desprendía un fuerte olor a gas, hallaron los tres cadáveres.