“Hay personas mayores que tiene 10 hijos y solo dos van a verle”, advierte Elisa Vasilica, una joven arrendataria madrileña que, al llegar a Bilbao para trabajar, optó por solucionar su problema de hospedaje participando en la iniciativa Kuvu. Se trata de un proyecto de Alojamiento Compartido Intergeneracional que busca la convivencia entre personas mayores de 65 años que ofrecen una habitación en sus hogares a jóvenes menores de 35 años a cambio de compañía y un precio asequible. Es un acuerdo en el que todos ganan y la soledad, pierde. “Lo que más me gusta de esta experiencia es lo que aprendes, qué mejor que una persona mayor para que te enseñe lo que es la vida”, afirma la joven de 23 años para la que este programa ha sido “un rayo de luz”.

Desde 2019, han sido 70 las convivencias que se han fraguado a través de Kuvu, plataforma que también ofrece sus servicios en otras comunidades como Madrid o Catalunya. “El 80% de ellas han sido en Euskadi”, concreta Eduardo Fierro, cofundador y CEO de Kuvu, quien expone que actualmente están presentes en 14 localidades vascas, la mayoría en el Bilbao metropolitano. Sin embargo, su intención es llegar a más y, actualmente, indica que cuentan con más de 100 jóvenes buscando alojamiento en Gipuzkoa, por lo que insta a personas mayores a sumarse a la iniciativa. “Ofrecemos un espacio seguro en el que ambas personas se pueden apoyar en el punto de vida que se encuentran. Se trata de generar una confianza”, explica Fierro, quien indica que siempre hay un mes inicial de prueba para comprobar que los convivientes se sienten a gusto. Asimismo, expone que no hay una franja concreta del precio del alquiler, si bien se mueven en una horquilla de entre 200 y 300 euros con gastos incluidos.

EXPERIENCIA POSITIVA

Luis Alfonso Gómez es uno de los usuarios arrendadores que se ha beneficiado de esta experiencia con la que ha podido complementar su pensión. “En un momento en el que estaba solo me pareció una idea estupenda. Son muy formales y serios”, indica sobre los responsables de la plataforma, consciente de que a menudo la gente mayor es más reticente. “Me fueron presentando a varios jóvenes pero tengo perro y a algunos no les encajaba”, relata este usuario que al final cuadró con un joven con el que aún mantiene el contacto. La experiencia le parece tan positiva que considera que debería estar “institucionalizada”. Además, como voluntario de Pausoka –servicio de acompañamiento para personas mayores de la Cruz Roja–, Luis Alfonso Gómez está particularmente sensibilizado con esta realidad. “Nos dan mucho más de lo que nosotros damos”, afirma sobre las personas mayores con la que trata.

De esa opinión es también Elisa Vasilica. “Hay cosas que no se aprenden de un día a otro, pero una persona mayor te puede explicar cómo es la vida en base a su experiencia”, apunta la joven, quien revela que muchas veces son felices contando sus batallitas de épocas pasadas. “Siento que la gente mayor necesita esa compañía que por hache o por be un familiar no les puede dar. A lo mejor necesitan un rato para hablar o compañía para ir a hacer la compra o hacer la comida”, declara esta madrileña antes de exponer que, a menudo, a la gente mayor le basta con tener la seguridad de que están compartiendo su hogar con alguien de confianza. En el programa, además, se concreta que las personas que conviven no tienen ninguna obligación de cuidado o dedicación hacia la persona mayor. 

“Se trata de compartir momentos y experiencias, respetando la autonomía y libertad de ambas partes”, concreta Nerea Melgosa, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, quien expone que la Encuesta de Salud de la CAV detectó que un 6,6% de las personas mayores de 75 años se sentían solas. “No se trata solo de un contrato de alquiler, sino de la recuperación de relaciones sociales y la promoción del envejecimiento activo”, afirma sobre este proyecto apoyado por el Gobierno vasco.